... Huelga General y República Federal.
¿Qué
hacer cuando los poderes públicos actúan en contra del interés público?
¿Cuando los gobernantes hacen lo contrario de lo que prometieron en sus
programas electorales? ¿Cuando un puñado de centralistas nostálgicos
con el mandato caducado se impone sobre los acuerdos de Parlamentos y
Referéndums? ¿Cuando Jefes de Estado o presidentes de Bancos Centrales
se encuentran al margen de cualquier control democrático?
¿Qué hacer, en definitiva, ante la falta de una democracia efectiva?
Cuando
el capital financiero lanzó un ataque especulativo contra la deuda
pública de los Estados europeos, año y medio después de que dichos
Estados se endeudaran para salvar a los Bancos, la respuesta de los
gobiernos europeos ha sido emprender recortes sociales para combatir el
déficit público. Y ciertamente, tolerar el déficit público para ayudar
a la Banca pero no para ayudar a la ciudadanía es un extraño
comportamiento para unos gobiernos supuestamente democráticos. Y aquí
está precisamente el quid de la cuestión. Como escribía el
norteamericano
Andrés Martínez en el "Time" del 22 de marzo, "
la crisis de la deuda griega revela los peligros de una unión monetaria que carece de coherencia política y fiscal" (
página 34).
Peligro, por cierto, que ya denunciamos quienes hace 18 años criticamos
el Tratado de Maastricht que estableció dicha unión monetaria con una
deriva neoliberal "constitucionalizada" 15 años después en el
Tratado de Lisboa.
No es extraño que hinchen el pecho desde unos EE.UU. que, con todas sus
limitaciones, han promulgado una ley federal para controlar a los
Bancos mientras en Europa son los Bancos los que controlan a los
gobiernos.
Cuando
Zapatero
anunció los primeros recortes sociales sobre funcionarios, pensionistas
y neonatos, justificándolos en la necesidad de recuperar la confianza
de los "mercados financieros", las videotecas nos devolvieron su imagen
unos meses antes vituperando a los "tiburones financieros" ante los que
ahora doblaba la cerviz. Y naturalmente, como sabe cualquier espectador
de cine negro, quien se somete a unos chantajistas debe hacer frente a
nuevas exigencias: después ha venido el proyecto de "reforma laboral"
para facilitar los despidos y ningunear la negociación colectiva, y
amenaza el aumento en la edad de jubilación. Pero con dicha sumisión no
sólo se renuncia a la defensa de los intereses de la mayoría social,
sino que se renuncia a la misma democracia frente a dictadura de unos
"mercados" que encubren al gran capital financiero.
El déficit
democrático, además, se da a distintos niveles. Ya hemos apuntado al
déficit democrático de la Unión Europea que está en el transfondo de la
impotencia democrática de quienes se someten a sus principios
neoliberales. Por no hablar del déficit democrático que supone la misma
existencia de la monarquía que excluye a la jefatura del Estado de la
elección democrática. Y la agresión que ha supuesto la sentencia sobre
el Estatut contra el pueblo de Cataluña, y también contra el Parlamento
de España que lo aprobó, ha generado una crisis institucional que se
superpone a las que afectan tanmbién al Gobierno de España agrediendo a
la mayoría social, y a la Unión Europea agrediendo a todos los pueblos
de Europa. Con la paradoja, además, de que se plantee una disputa sobre
soberanía entre Cataluña y España cuando lo que está en cuestión es la
misma soberanía frente al capital de todos los Estados de la unión
monetaria europea .
Naturalmente, frente a la inopia
democrática de las instituciones es imprescindible la movilización
popular directa. Como hizo el pueblo de Cataluña el 10 de julio en
Barcelona, y a la que está convocada el 29 de septiembre la clase
trabajadora de toda España y otros países de Europa. Esta fecha, de
hecho, puede y debe suponer un punto de inflexión para la consecución
de una auténtica democracia. La Huelga General es la forma que tiene la
clase trabajadora, que supone la gran mayoría de la población, de
intervenir directamente y sin intermediarios en la vida política,
cuando los mecanismos institucionales no cumplen su función democrática
representativa. Y el éxito de la Huelga General en el conjunto de
España, y más todavía si se llevara a cabo la primera Huelga General
europea, tendrá importantes consecuencias, una de las cuáles será
reforzar la unidad entre los pueblos de España y en su caso de Europa.
Hay
que subrayar que los déficits democráticos señalados y las políticas
antipopulares de los Estados estimulan el antieuropeismo y las
tendencias desmembradoras de dichos Estados, que pueden debilitar más
todavía la capacidad de las instituciones políticas para hacer frente
al capital financiero.Y frente a los nacionalismos burgueses
disgregadores, comenzando por el nacionalismo centralista español que
está
en la raíz de nuestros conflictos nacionales, la base de la unidad de
España y el futuro de Europa
residen en la clase trabajadora y en la movilización popular conjunta
contra la dictadura del capital.
Y
se trata precisamente de reconstruir la democracia a partir de dicha
movilización popular, forjando una unidad desde abajo a partir de la
libre voluntad de los pueblos, impulsando la democracia participativa a
todos los niveles, con capacidad para revocar a los cargos públicos que
incumplen sus compromisos y sin cortapisas a la voluntad popular como
la que representa la monarquía.
Se trata, en definitiva, de
combatir la dictadura de los "mercados" a través de la Huelga General y
en la perspectiva de una República Federal. Una República Federal
solidaria, participativa y de orientación socialista.