FE DE ERRATAS 6 (en el Mundo Obrero de febrero 2019)

Rafael Pla López (suplente del Comité Central del PCE)

1. Entre los ‘Freikorps’ y el ‘Modell Deutschland’, por Carlos García Hernández (páginas 2-3).

Cuando afirma que “Los déficits públicos deben ser siempre lo suficientemente altos para garantizar el pleno empleo sin crear inflación”, hay que señalar que el aumento del déficit público, que se produce cuando los gastos superan a los ingresos, no puede ser un objetivo. La manera más eficiente de rechazar las políticas de austeridad es aumentar los ingresos, fundamentalmente aumentando los impuestos a los ricos. Y en los países “monetariamente soberanos” se produce inflación cuando se aumenta el dinero en circulación sin aumentar la producción.

Jugar con el déficit público es una política keynesiana que servía para amortiguar la crisis en períodos de recesión, pero siempre contando con que se revertiría en la subsiguiente expansión. Pero actualmente los límites ecológicos al crecimiento limitan también la viabilidad de tal política keynesiana.

Por otra parte, ante la afirmación de que “Ante la pasividad cómplice de la izquierda, la extrema derecha será la que en la próxima legislatura tome la iniciativa”, habrá que preguntarse en primer lugar qué entiende el autor por “izquierda”. Y señalar que el fatalismo ante la victoria de la derecha es tan desmovilizador o más que la creencia, como en Andalucía, de que esa victoria era imposible. Como contraposición, puede leerse en la página 5 la magnífica entrevista a Sira Rego, cabeza de lista de IU al Parlamento Europeo.

2. El Reino Unido más allá del Brexit, por Felicity Dowling (página 4).

Cuando afirma, refiriéndose al Partido Laborista, que “la dirección sigue comprometida con el Brexit”, ello no se ajusta a la realidad: simplemente la dirección del Partido Laborista encabezada por Jeremy Corbyn ha tenido que asumir democráticamente el resultado del referéndum a favor del Brexit, que sólo puede ser revertido mediante un nuevo referéndum, cosa que sí se ha planteado, pero que la actual correlación de fuerzas en el Parlamento no hace viable.

Y cuando afirma que “La izquierda quiere permanecer en Europa para luchar junto a los socialistas europeos para reformar radicalmente la UE” está ignorando la pluralidad de la izquierda, parte de la cual, como es el caso del PCE, considera la UE irreformable. Y por otra parte, como señala Maite Mola en su magnífico artículo en la página 2, “la definición de Europa es desde el Atlántico hasta los Urales, la Unión Europea es otra cosa”. Y el Reino Unido puede abandonar la Unión Europea, pero la única forma en que podría abandonar Europa sería de una forma similar a la deriva continental de la que hablaba Alfred Wegener, de modo que la Gran Bretaña cruzara el Atlántico para situarse junto a América.

3, El problema es Europa, por J.M. Mariscal Cifuentes (página 6).

Entiendo que el título del artículo es un juego de palabras en referencia a Ortega y Gasset, pero en todo caso tal juego de palabras es desafortunado al identificar Europa con la Unión Europea, eludiendo alternativas de integración europea como una alianza similar al ALBA en Europa, tal como plantea Sira Rego en la página anterior.

4. Un negro en el parque, por Mariano Asenjo (página 8).

Más que de una errata se trata de una omisión: el hecho de que Paul Robeson fue miembro del Comité Central del Partido Comunista de los Estados Unidos, o por lo menos eso me contó en 1967, cuando compré un disco suyo en London, el que sería el responsable político de mi célula de estudiantes de la Facultad de Ciencias de Valencia

5. La España rural y sus mujeres son invisibles en el Congreso”, por Eva García Sempere (página 9).

No es correcto afirmar que con el poder de la clase trabajadora “dará igual la aritmética parlamentaria”, sino en todo caso que dicha aritmética no será lo fundamental. Pero la conciencia de clase de la mayoría social trabajadora debe expresarse tanto en la movilización social como en la aritmética parlamentaria.

6. El Comité Central del PCE acuerda medidas en materia de finanzas y del sistema de cuotas (página 10).

El texto plantea, como una forma de justificar la situación para optar a la cuota reducida, “Documento de aprobación de la Renta Social Básica”. Pero dada la confusión respecto a ésta, y que aunque alguna institución utilice dicha denominación no se corresponde con la Renta Básica universal e incondicional que defienden sus promotores, sería mejor hablar de alguna forma de renta mínima garantizada.

7. Defendemos el derecho a decidir del pueblo catalán en todo lo que tenga que ver con su marco de convivencia”, entrevista a Javier Pacheco (página 11).

Cuando el entrevistador de Mundo Obrero pregunta sobre “un nuevo concepto de ‘huelga de país’” evidencia un fallo de memoria (histórica). Dicho concepto no es nuevo, sino que se corresponde con el de Huelga Nacional desarrollado por el PCE en la lucha contra el franquismo, que suponía la participación junto a la clase trabajadora de sectores de las capas medias y la pequeña y media burguesía en lucha por la democracia. Ciertamente, dicha Huelga Nacional no llegó a realizarse bajo el franquismo, aunque la Huelga General del 14 de diciembre de 1988 fue una aproximación a ella. Y en cualquier caso, la utilización del instrumento de la huelga supone el protagonismo de la clase trabajadora.

8. Por un 8M combativo y de clase, por Agustina Guglielmettti (página 12).

Cuando habla de la “unión inquebrantable entre el feminismo y la lucha de clases” es importante clarificar su significado: no debe interpretarse como que el feminismo se circunscriba a la lucha de clases, dado que contiene reinvindicaciones, como la lucha “contra todas las violencias machistas” de la que habla posteriormente que son interclasistas en la medida en que afectan de alguna manera a mujeres de distintas clases sociales. Por ello, las mujeres (y hombres) feministas que no forman parte de la clase trabajadora deberían también secundar la huelga feminista del 8M: esa es una característica que comparte con la Huelga Nacional. Y su significado de clase (trabajadora) proviene también del uso del instrumento de la huelga.

Cuando dice “casi tres millones de mujeres realizan trabajos de cuidados no remunerados, lo que supone beneficios para un régimen capitalista en España que se aprovecha de este ‘trabajo gratuito’ ahorrándose dicha mano de obra” convendría añadir “e impuestos para subvencionar servicios públicos”, en la medida en que son dichos servicios públicos, gratuitos, los que deberían ocuparse de los cuidados, y su falta supone para los capitalistas, en todo caso, sólo un ahorro indirecto de mano de obra a través de dichos impuestos.

Aunque ciertamente sin dicho trabajo gratuito para la reproducción de la fuerza de trabajo no habría plusvalía. Puede leerse al respecto mi artículo “La naturaleza del capitalismo” en http://www.uv.es/pla/naturcap.htm .

9. El Concierto del Olympia fue hijo de mayo del 68”, entrevista a Paco Ibáñez (El Mono Azul, páginas 7-8).

Cuando el entrevistador de El Mono Azul pregunta “¿qué opináis de esa democracia que multa y lleva a la cárcel a raperos, a cantantes, a tuiteros?, la respuesta que aparece a continuación habla de que “tienes también que alimentar a la gente con grano, no con serrín. Da la impresión de que en la maquetación se ha perdido la respuesta y la pregunta que deberían estar intercaladas entre las publicadas.

Por otra parte, Paco Ibáñez dice “fíjate la desgracia que puede ser parecernos a los Estados Unidosy habla de “el desierto cultural en que se está convirtiendo Francia, España, y el mundo entero gracias a los americanos. Y la verdad, no creo que fuera una desgracia parecernos a Bernie Sanders (ver el artículo de Carlos García Hernández en la página 20) o Alexandria Ocasio-Cortez.

10. Triste enero, por Foro por la Memoria (página 13).

Sólo una objeción a este excelente artículo que denuncia el artículo de Juan ChinarroPor qué defiendo a Francopublicado en La Razón. Cuando habla de defender los valores democráticos “frente al populismo interesado que fomenta el documento, hay que precisar que no se debe caer en la tergiversación terminológica de llamar “populismo” al fascismo.

11. “El neoliberalismo está ganando la guerra económica porque ha ganado la ideológica”, entrevista a Enrique Díez (páginas 15-16).

Ya el título hace pensar que la entrevista se haya hecho el siglo pasado, cuando el neoliberalismo se impuso mundialmente. Aunque hay que aclarar que el neoliberalismo no es un sistema económico, sino una ideología: el sistema económico es el capitalismo. Y además, como dijera Marx en su día, es la economía la que determina la ideología y no al revés. De hecho, el atraso económico relativo de los países de “socialismo real” en el este de Europa, enraizado en sus orígenes aunque hicieran grandes avances tras derrotar en su día localmente al capitalismo, fue lo que propició al final del siglo XX los deseos de virar al capitalismo (como puedo atestiguar tras haber asistido en 1990 a un seminario en el Instituto de Ciencias Sociales de Moscú). Y tras su hundimiento, el neoliberalismo se impuso como “pensamiento único” mundial propagado por los medios masivos de comunicación en manos de la burguesía como clase dominante.

Pero a estas alturas del siglo XXI la situación es distinta. Si el neoliberalismo había impulsado la globalización neoliberal desde la sacralización del libre mercado y el predominio del capital financiero, la crisis financiera mundial de 2008 evidenció su fracaso, que llevó a sus adalides a propugnar un paréntesis en el libre mercado y a recuperar la función económica del Estado… para rescatar a la banca. Y actualmente, la presidencia de Trump en los Estados Unidos ha hecho descarrilar proyectos de globalización neoliberal como el TTIP transatlántico y el TPP transpacífico, y sustituyendo la ideología globalizadora por la nacionalista ha minado el libre mercado con la imposición de tarifas aduaneras no sólo a China, sino también a sus aliados europeos y canadienses.

Y es significativo que incluso el sancta-sanctorum del capitalismo, el Foro Económico Mundial en Davos, haya puesto en primer plano el tema de la desigualdad, preocupado por que haya propiciado el ascenso de lo que llaman “populismo”, término con el que intentan confundir entre movimientos de carácter socialista y fascista. Y en el útlimo número de la revista Time, que no es precisamente un panfleto anticapitalista, he podido leer artículos propugnando la intervención del Estado para combatir la desigualdad.

En la entrevista se minusvalora también “La protesta y el conflicto social”, ignorando movimientos como el de los chalecos amarillos en Francia, el 15M (ver el artículo de Gema Delgado en la misma página 16), las marchas de la dignidad o Caminant en España o el ascenso de posiciones socialistas en los mismos Estados Unidos (ver también el artículo de la página 20). Y hay que destacar que aunque la reacción fascista ante el fracaso del neoliberalismo tiende a culpabilizar a “los inmigrantes ‘que quitan el trabajo’”, discursos de odio “hacia los pobres ‘que son perezosos’”, o hacia “los viejos ‘que son improductivos y una carga’”, aunque puedan ser generados por fuerzas políticas de derechas, no tienen recorrido social en un contexto en el que aumenta la población por debajo de la línea de pobreza y en el que todo el mundo tiene la perspectiva de llegar a ser viejo o vieja y eventualmente pensionista.

12. Terrorismo patronal, por Javier Chamorro (página 18).

Para no desvalorizar el concepto convendría distinguir entre los accidentes de trabajo debidos a fallos de seguridad, de los que puede responsabilizarse a la patronal, y los debidos a enfermedades padecidas o a accidentes de tráfico.

13. América Latina, elementos de un proceso esperanzador, por Jorge Grela (página 22).

Cuando dice “el título de esta nota habla de ‘Proceso esperanzador’ y no es un simple ejercicio de positivismo”. Por el contexto puede entenderse que por “positivismo” quiere decir “optimismo”. Pero el problema es que el positivismo es una doctrina filosófica que, en vez de considerar la relación dialéctica entre teoría y práctica, pretende que la “verdad” debe siempre derivarse de unos “hechos” objetivos. De modo que el lector versado en filosofía podría interpretarlo como que “no es un simple ejercicio de basarse en los hechos”, quedando desconcertado al seguir leyendo.