Manuel del Álamo - Miembro de CC.OO.
En los apresurados perfiles biográficos con motivo del fallecimiento reciente de José Fondo Viana, no se ha señalado un aspecto de su vida del que él se sentía especialmente orgulloso: su participación en la fundación de las Comisiones Obreras. Hace ya once años tuve el honor de realizarle una entrevista para un libro donde se recogía la trayectoria de aquellos primeros militantes y activistas del sindicato: CC.OO. ara que fa 25 anys, del que extraemos estas notas que escribimos como homenaje y recuerdo entrañable.
José Fondo es elegido enlace sindical y secretario del jurado de la empresa de cerámica donde trabajaba en 1956. Fue pionero, por lo tanto, en la nueva estrategia, impulsada por el Partido Comunista, donde militaba, de utilización de las estructuras del sindicato vertical oficialista para extender la movilización y organización de los trabajadores. A finales de 1966 y principios de 1967 forma parte del primer núcleo de las Comisiones Obreras en Valencia. Como él mismo me señaló en la citada entrevista, como por aquel entonces era jefe de ventas de la empresa, tenía muchas oportunidades para viajar y sirvió de enlace del núcleo de Valencia con el resto de España.
Pero fue la detención por la policía de aquel pionero grupo de sindicalistas de CCÊOO que habían tenido el arrojo de convocar, incluso, una manifestación obrera el 1 de mayo de 1967, la primera manifestación libre tras la victoria franquista que recorrió las calles de la ciudad de Valencia; fue esa detención, como digo, un capítulo de la entrevista que sostuve con Fondo, más impresionante.
Nos lo cuenta él mismo: «La caída de 1968 estaba cantada. Ya llevábamos varios meses siendo controlados por la policía minuciosamente hasta que la madrugada del 10 de noviembre se presentaron en mi casa tres policías de la brigada político-social, cuatro policías armadas y los serenos de aquel entonces. Dijeron que venían a hacer un registro y pusieron la casa patas arriba. No encontraron casi nada, una obra de Marx y una fotografía de Lenin que no sé por qué había dejado en la mesita de noche. “¡Ya lo tenemos aquí!”, exclamó un policía cuando la descubrieron, como si hubiesen cogido a Lenin escondido debajo de mi cama. Pronto empezaron las palizas. A mí también se me puso en un camastro donde se me dieron corrientes eléctricas. Recuerdo que tenía arriba de aquella cama un Jesucristo. A tal grado de cinismo llegaban aquellos torturadores».
Muchos años después cuando visitaba, junto al presidente de la Diputación de Valencia como portavoz del grupo comunista, las instalaciones de la jefatura de policía, allá por el verano de 1979, tuvo el coraje de encararse al jefe de policía, Rafael del Río, y hacer que todos visitaran, también, aquellas lóbregas celdas donde se maltrató y torturó. Anécdota que retrata bien la transición democrática en nuestro país.
Sirvan estas breves líneas para recordar su papel inestimable en la construcción del sindicalismo democrático valenciano. Parafraseando a Churchill, también podemos decir aquello de que él formó parte activa y valiente de unos pocos a los que muchos debemos tanto.
(publicat en LEVANTE-EMV el 16 de març de l'1)