ACTUALIDAD Y CARACTER DE UN PROYECTO NACIONAL
Seminario de Estrategia. PT Brasil.
San Pablo, 8 de Agosto de 1997
Mónica Baltodano 1
De entrada quiero señalar las premisas personales que sustentan mis puntos de
vista sobre este polémico tema de la Actualidad y Carácter de un Proyecto
Nacional.
En primer lugar, mi experiencia militante como Miembro de la Dirección
Política de una de las organizaciones revolucionarias de América Central, que
me permite combinar la experiencia de la lucha guerrillera, la gestión desde
el gobierno de la Revolución Sandinista y hoy desde nuestro papel de
principal partido y primera fuerza de oposición en mi país. Y la limitante
de que nuestra experiencia se ha tenido que desarrollar en el marco estrecho
de uno de los países más pobres de América Latina.
En segundo lugar, quiero dejar claramente establecido que los propósitos y
finalidad de mis reflexiones e interrogantes, están motivados por un interés
político concreto, militante, de búsqueda de respuestas a la acción sin
cuartel en la lucha anti-capitalista, al imperativo ético de combatir la
opresión y ello desde mi perspectiva irrenunciable de búsqueda de una
sociedad igualitaria, participativa, socialista y democrática.
Paso al tema haciéndome y sugiriendo nos hagamos las siguientes
interrogantes.
-¿De qué se trata este asunto de la Actualidad y Carácter de un Proyecto
Nacional?
-¿Cuáles son los objetivos que nos proponemos?
-¿A través de qué clases de combates se puede librar esta lucha?
-¿Qué posibilidades de éxito tienen nuestros objetivos?
-¿Tenemos puntos de vista sólidos y claramente definidos que nos liberen de
las inconsistencias y fragilidades que nos puedan preservar o disminuir los
riesgos de costosas derrotas?
-¿Los propósitos que perseguimos están éticamente justificados de modo que
podamos asegurar su incidencia sobre las formas y medios de lucha de manera
continúa y generalizada?
-¿Tenemos claramente identificado y definido al adversario y a nuestros
aliados potenciales?
Según Albert Narath, Presidente de unos conocidos laboratorios
norteamericanos, cuyo producto principal son bombas nucleares, cito: "El
hecho es que una guerra real, una guerra económica global continua y nuestra
seguridad nacional sigue en riesgos" 2
Si bien se nos hace la concesión de que las guerras ya nos son para la
conquistas de territorios, no es menos cierto que ellas continúan e incluso
se acrecientan en las conquistas de mercados, en una nueva revalorización de
las categorías, según las cuales nuestros Estados Nacionales y sus ciudadanos
son simple y puramente mercados en disputa.
En este contexto, la pertinencia de nuestras interrogantes, está referida a
que toda fuerza política que concibe su lucha como un combate, tiene que
remitirse a estas preguntas para la elaboración de una línea de acción que
procura la eficiencia y el éxito de la lucha.
Cuando en mis reflexiones previas a encontrarme con ustedes hoy, he buscado
las respuestas a estas preguntas a las que obliga la Estrategia, debo
admitir, con toda honestidad, que mi primera reflexión fue: Los
revolucionarios no estamos sentados "sobre un lecho de rosas".
Las respuestas disponibles hasta ahora al primer interrogante introducen
grandes turbulencias e inquietudes al conjunto de mis preguntas iniciales.
Quienes hemos hecho de la acción política nuestra vida cotidiana, preocupados
por el que hacer concreto, por las demandas de la acción directa que se
desprende de nuestra íntima vinculación con la población y afanados por
buscar respuestas a sus angustias, esperanzas y expectativas, recurrimos a
las ciencias humanas, para ampliar y aclarar nuestro discernimiento y es aquí
donde precisamente nos encontramos con graves turbulencias que tienen
estremecida y conflictuada la hasta ayer armoniosa relación entre el
conocimiento de la realidad y la acción política, creándose en mi opinión un
peligroso abismo entre la teoría y la acción, entre el pensamiento actual y
los sujetos tradicionales de la acción política.
Los paradigmas teóricos que han fundamentado tradicionalmente nuestras
propuestas al orden existente se encuentran sometidos a la férrea crítica de
los hechos recientes, al tiempo que los ideólogos liberales, e incluso muchos
llamados de izquierda, se encadenan al prodigio de los medios electrónicos de
comunicación, para poner en entredicho nuestros referentes históricos
proclamando a la Izquierda en la Orfandad, sin respuestas ni propuestas
alternativas a los rápidos y dramáticos cambios de los dos últimos decenios.
Así, cuando nos referimos a las economías nacionales, a los Estados
nacionales que constituyen el marco y entorno natural de desenvolvimiento de
nuestras existencias como sujetos políticos o simplemente como ciudadanos nos
encontramos con que esta realidad ha sido seriamente trastocada y
desnaturalizada.
La unidad económica de funcionamiento y de análisis es el sistema global de
interacciones: no hay más economías nacionales, ni políticas económicas
nacionales, según Manuel Castells, Profesor de Berkeley.
Desde luego esto no quiere decir que hayan desaparecido las naciones. Los
Estados Nacionales incluso pueden o juegan un papel mayor para defender
intereses específicos en la economía global, pero ya no existe la posibilidad
de examinar nuestras sociedades de manera autónoma, separados del sistema
global que de manera diferenciada articula el conjunto de las economías que
se mueven al interior de las fronteras nacionales, afectándose con ello la
esencia de los Estados Nacionales (F. Dubet, M. Wieviorka, 1995).
La cultura, las instituciones y las relaciones sociales que formaban un todo,
en cuyo seno las clases dirigentes y los movimientos sociales se disputaban o
compartían la dirección, hoy aparecen disociadas, divorciados los actores y
el sistema, la nación y el mercado.
O como diría Alain Touraine en su Crítica de la Modernidad: "La práctica y el
sujeto histórico aparecen desgarrados".
La verdad es que la nación es cada vez menos el marco simbólico de la vida
económica-social y cultural; el Estado tiene cada vez más dificultades a
imponerse a las lógicas económicas y financieras que operan a escala
planetaria (M. Wieviorka. 1995).
De hecho, todo parece indicar que el paso de la economía mundial a la
economía global ha producido una ruptura entre el sujeto y el sistema, entre
el sistema y el actor, entre la lógica instrumentalista que impone la
economía global y la necesidad de identidad del sujeto.
El hecho es que no sólo se ha erosionado el Estado, sino que el
Estado-Nación, la capacidad de auto determinación se ha debilitado y sobre
todo en los países del tercer mundo como efecto de la explotación planetaria
y de la expansión del capital transnacional.
De hecho, la erosión de la potestad del Estado alcanza ya tal dimensión que
su gobernabilidad ha sido expropiada substancialmente y depositada en los
centros de poder internacionales (H. Dieterich, 1995) o como dijo el
expresidente Alfonsín: "se reclama un estado gerente, sin fines y
consecuentemente sin política, transmisor y ejecutor de las decisiones de una
elite (La Jornada 12, 9, 95).
Frente a estos cambios en los que objetivamente se ha debilitado el Estado
Nacional y que ha dejado de ser en buena medida el marco simbólico en el que
se organizaba la modernización de la economía, la unificación cultural y el
tratamiento político a las demandas sociales, debemos preguntarnos como lo
sugeriría al inicio ¿Tenemos puntos de vista compartidos, sólidos y
claramente definidos al respecto?
Es o no cierto que el carácter nacional de las economías de los países de
América Latina y sus Estados Nacionales se debilitan y se fragmentan por el
peso de la globalización de la economía, las lógicas financieras y las
estrategias internacionales de las mega empresas del planeta?
¿Existe acaso una armonía, una sintonía entre el análisis de la realidad y
nuestras banderas y consignas políticas?
Es o no cierto que se pretende relegar la participación y la realización de
nuestras vidas al estrecho corral de la democracia formal?
¿Es o no cierto que hay a-sintonía entre los diagnósticos de las ciencias
humanas y el pensamiento y la acción de los batallones que integran nuestro
sujeto político?
¿Es o no cierto que contrariamente a los inicios de siglo e incluso hasta
finales de la década de los setenta en todas partes del planeta todos
luchábamos y entonábamos en los continentes sino la misma canción por lo
menos la misma melodía en el combate?
¿Es esta hoy la realidad en las filas de nuestros movimientos?
Creo que nuestras más urgente e imperativa tarea consiste precisamente en la
que acertadamente ustedes están hoy abocados, es decir, la de afinar y
concensuar nuestra estrategia de lucha.
Por mi parte, pienso que la vida nos impone la necesidad de recuperar la
coherencia perdida porque en definitiva no puede haber lucha eficiente
basada únicamente en la heroicidad o en la voluntad de lucha, hace falta que
nuestras conciencias sean unívocas en tener claramente establecido nuestros
puntos de vista sobre la realidad, para que ésta deje de ser una realidad
dada, alienada, y se convierta en conciencia claramente asumida y me estoy
refiriendo a las realidades locales entorno inmediato del ciudadano, a las
nacionales y desde luego a las internacionales en ésto que hoy los cientistas
sociales dan en llamar la aldea global.
Sin embargo, cualesquiera que sea nuestra apreciación sobre la globalización
de la Economía y su incidencia sobre nuestras realidades nacionales, todos
podemos estar de acuerdo en que la estrategia básica del capitalismo en
América atina hoy se resume en: Democracia electoral, economía de mercado y
la reforma del Estado. Nadie escapa a las políticas que orientan la
apertura exterior, el desarrollo orientado a las exportaciones, la
privatización de las empresas públicas, reorganización de la política fiscal,
desregulación de la economía, desarrollo del mercado de capitales y
flexibilización del mercado del trabajo.
Preguntamos, estas políticas bien o mal llamadas neoliberales están
generalizando en América Latina el desarrollo, el progreso tecnológico, la
igualdad social, la autodeterminación, la democracia real, participativa, la
soberanía, la solidaridad?
Estamos realmente frente a un mundo integrado o un mundo dividido?
Están accediendo nuestros países a la posibilidad de desarrollar los
productos de la tercera revolución industrial: La informática, biotecnología,
tecnología espacial, las nuevas energías y nuevos materiales?
Ciertamente NO, simplemente la economía global nos penetra al tiempo que se
niega a convivir junto a países atrasados. Sencillamente nos subordina, nos
somete, fragmenta y subyuga.
Es o no cierto que nuestras sociedades han pasado de una posición de
explotación dependiente a una inadaptación estructural a la nueva economía
global?
Es o no cierto que mientras algunos segmentos o islotes son integradas, la
inmensa mayoría de las economías y nuestras poblaciones quedan excluidas y
marginadas del progreso?.
Es o no cierto que frente a esta exclusión generalizada nos empujan a la
especialización de la criminalidad, las drogas, el tráfico de armas, lavado
de dinero sucio, prostitución, tráfico de seres humanos?
Es o no cierto que frente a la exclusión interna grandes masas de población
se ven obligados a las migraciones masivas hacia los países del Centro?
Es o no cierto que la exclusión ha exacerbado como respuesta desesperada los
mencionados nacionalismos extremos, las sectas y los fundamentalismos de todo
tipo?
Es o no cierto que los millones de jóvenes de América Latina se encuentran
sin identidad propia y sin proyectos de vida que les aseguren una humanidad
digna y responsable?
Por ello es que para mi es importante que nos hagamos la pregunta: tenemos
puntos de vista claramente definidos sobre la realidad?
Compañeros, a la turbulencia en el ámbito del conocimiento se
suma una segunda no menos peligrosa que la primera. Es la que tiene que ver
con el estado actual del sujeto histórico convocado a encabezar o propiciar
las luchas por el cambio.
Sería ingenuo de nuestra parte o incluso irresponsable no tomar en cuenta las
grandes consecuencias del desplome del mal llamado socialismo real. De igual
manera que no podemos cerrar los ojos a las alteraciones que el desarrollo
reciente del capitalismo ha introducido en el seno del desarrollo de la clase
obrera, tradicionalmente concebida y destinada a ser y representar el sujeto
transformador y punta de lanza del combate contra el capitalismo.
es o no cierto que en el último cuarto de siglo hemos asistido a un
debilitamiento del papel históricamente asignado al movimiento obrero
tradicional y por vía de consecuencia a la de los llamados Partidos Obreros?
(Y no me estoy refiriendo al sindicalismo que en muchos países y sectores
preserva su fuerza y su vigencia).
Es o no cierto que el poder esta asociado ahora al manejo de la información y
en la capacidad de llegar a la masa consumidora través de los medios de
comunicación?
Pero frente a esa realidad, también es cierto que los Partidos Políticos que
sean capaces de articularse nacionalmente, que tengan la capacidad de
impactar a través de movilizaciones multitudinarias, partidos con amplia
presencia en la sociedad, que hacen funcionar las redes y células de manera
permanente, para que ellas sean portadoras de información alternativa deben
ser capaces de disputar ese poder.
También es cierto que los movimientos sociales han tomado una fuerza
inusitada en estas nuevas condiciones, por ejemplo nadie podría desconocer la
importancia del papel desempeñado por los movimientos feministas, ecologistas
etc. en los países centrales y periféricos, poniendo en evidencia un nuevo
factor de rebeldía y búsqueda de afirmación de los nuevos sujetos que no se
originan precisamente en las reivindicaciones inmediatas a las que estábamos
acostumbrados.
Sin embargo, seria un error desprender de estas nuevas realidades que ha
llegado la hora final de los partidos y organizaciones políticas. En mi
opinión, es precisamente por la polidiversidad de los movimientos, y de la
gama de sus acciones, que se impone la experiencia de nuestras organizaciones
políticas, de nuestros partidos, para dar coherencia a estas nuevas
realidades, puesto que en definitiva, la sociedad sigue siendo organizada de
manera tal que los partidos políticos seguirán siendo la forma privilegiada
para dimensionar las luchas y la vía preferencial de acceso al poder.
Me estoy refiriendo a que se vuelve necesario afinar nuevamente la
problemática del sujeto o sujetos que en estas nuevas condiciones deben
convertirse en los agentes del cambio y pivotes de la lucha. Por mi parte me
niego a aceptar la tesis de que ya no existe sujeto portador del cambio y la
revolución y que el único camino que queda a los revolucionarios es el de
adaptación y por lo tanto la sumisión al capitalismo.
Así como el capitalismo no actúa de manera generalizada en el planeta, en el
sentido que no unifica, ni homogeniza el progreso en todos los países, es
decir, que al igual que su acción es diferenciada, de igual manera la
estrategia de lucha en nuestros países tiene que tener formas diferenciadas y
sujetos diferenciados que se correspondan con nuestras realidades locales.
Es por ello que corresponde a cada movimiento establecer claramente sus
objetivos nacionales, identificar y definir al adversario y sus aliados y
desde luego, determinar los medios y sus formas de lucha.
Es decisivo tener una estrategia nacional de lucha, no importa si todavía no
tenemos a mano una respuesta alternativa compartida, sobre las cambios mas
recientes en el planeta.
No es acaso cierto que entre el desarrollo del conocimiento nuevo y la
asunción en las conciencias de las masas tiene que transcurrir un tiempo
necesario? Tenían acaso los rebeldes de la Comuna de París el conocimiento de
la globalidad de los cambios. No tuvieron acaso que esperar hasta la segunda
mitad del siglo XIX para dotarnos de mejores instrumentos cognoscitivos?
En este sentido, queda por ejemplo fuera de toda comparación posible el rol
que corresponde al movimiento obrero o sindical en Brasil con el papel que le
correspondería a estas fuerzas prácticamente inexistentes en el caso de
Nicaragua.
Dicho esto quiero ubicar el centro de mi reflexión y la orientación de mi
mensaje, tomando en cuenta algunos aspectos de la experiencia de la
revolución sandinista.
Primero, las Rutas o cursos estratégicos, tradicionalmente admitidas para
alcanzar las transformaciones revolucionarias en nuestros países, han puesto
en evidencia graves limitaciones. De manera, que el simple hecho del cambio
no garantiza ni su permanencia , ni su carácter revolucionario; y el que por
otra parte, muchos agentes del cambio parecieran manifestarse desde fuera y
frecuentemente al margen de los actores considerados tradicionalmente como
los predeterminados por la historia para llevarlas a cabo y;
Segundo: en un período de aparente reflujo revolucionario, de euforia
neoliberal y de hegemonía de la economía de mercado, la táctica para la
promoción de los cambios podría ser la del asedio perpetuo, multiclasista y
multisectorial a la hegemonía del capital y su cultura de opresión.
Por ello, el examen crítico de nuestros presupuestos teóricos, debería estar
acompañada de una táctica política flexible promotora del consenso y de la
incorporación a la lucha de las más diversas expresiones de rebeldía
posibles.
Desde la perspectiva del asedio perpetuo a la opresión y al capital
deberíamos proponernos generar el hecho del cambio, el acto emancipador hoy
y ahora, en cada trecho, en cada espacio disponible, contemos o no con una
visión compartida de la economía global, contemos o no con el concurso de las
contradicciones de las Fuerzas productivas y las relaciones de producción,
contemos o no, con la posibilidad de la toma del poder político por un
partido o una vanguardia, por los medios que fuesen.
La esencia de nuestra manera de pensar sandinista, se orienta en materia del
que hacer transformador, hacia la disputa de todos los espacios. Políticos,
económicos o ideológicos; hoy y ahora, sin despreciar ninguna lucha, ningún
acto de insubordinación, sin marginar ninguna orientación o ruta, resistiendo
y avanzando, cuestionando lo opresivo y subyugante y afirmando los pasos y
las ideas liberadoras.
En esta última dirección, en Nicaragua decimos: todas las vías están abiertas
para insubordinarse, para intentar transformar las cosas y con ello buscar
como transformarnos nosotros mismos en permanentes sujetos de cambio.
Sea esta la de una "asonada", la lucha de barricadas, el mitin del Barrio o
la acción sindical, la acción deliberativa de la Universidad o la defensa de
la tierra en el campo, la defensa de la ecología o las reivindicaciones de
los marginados de las zonas urbanas, de la lucha parlamentaria o la lucha
callejera, defendiendo la propiedad democratizada por la Revolución,
disputando y arrancando a la burguesía lo que se pueda de la propiedad y el
mercado. Estimulando la lucha gremial, la emancipación de la mujer, la acción
cooperativa y por qué no?, incluso si fuera necesario como dijera
recientemente nuestro Secretario General: "hay momentos en que hay que
defender la paz y la Democracia con las armas."
En fin promoviendo la lucha de clases sin desestimar la emergencia en el
terreno de la vida de los nuevos Movimientos sociales, dando lugar a todas
las expresiones de la conciencia posible y sus manifestaciones, promoviendo
la fraternidad, la audacia, la cooperación, la solidaridad, entre quiénes
luchan revelándose al orden establecido.
No pretendemos con ello negar la validez de las grandes propuestas
históricas, solo debemos evitar la irresponsabilidad de sentarnos a esperar
a que la Profecía se cumpla.
No se trata tampoco de erigir el pragmatismo y la atomización de la acción
como paradigma de la acción revolucionaria, o muchísimo menos de hacer coro
al pesimismo claudicante o a la crítica estéril de la "intelligencia"
frustrada por los reveses de la lucha por el socialismo.
Se trata a nuestro juicio de afinar cada vez más nuestros sensores para
percibir la acción permanentemente renovadora de la conciencia crítica y las
luchas, acompañándolas con la paciente tarea de articularlas con la herencia
doctrinaria del pensamiento revolucionario, el acumulado histórico de
nuestros éxitos y fracasos, pero sobre todo y es uno de nuestros énfasis
actuales, atentos y vigilantes, para incorporar al caudal emancipador, las
nuevas ideas y los plurisectoriales actos de rebeldía.
Nuestra sugerencia no pretende tampoco hacer la apología de la acción en
detrimento de la teoría. Tampoco pretendemos que las rutas tradicionalmente
admitidas para la promoción de los cambios revolucionarios se hayan
terminado, no. Lo que pretendemos sugerir, es que la lucha por los cambios no
se agota así como los cambios revolucionarios no se garantizan en definitiva
con las transformaciones graduales de la economía, de la vida material, o la
democratización del Estado, la política y sus Instituciones.
Así, en la Nicaragua Sandinista se llevaron a cabo radicales transformaciones
económicas y políticas. En un país esencialmente agrario, haber democratizado
la propiedad rural, entregando a los agentes del cambio, la mitad de la
tierra cultivable del país, no era poca cosa. Sin embargo, ello no pudo
evitar que la conciencia del campesino, del ciudadano rural, siguiera
empeñada por las cadenas del pasado.
Ello se puso en evidencia, sin ambig=81edad alguna, en los reveses políticos
sufridos por la Revolución en el 90 y el 96.
Las transformaciones de la economía, del Estado y sus Instituciones, dieron
sus innegables frutos transformadores, pero resultaron a su vez precarios
para nutrir y sustituir la amplitud de la conciencia sumisa, mediatizada por
la milenaria explotación.
La Revolución Sandinista, aniquiló de raíz los aparatos militares y
policiales del antiguo régimen, sin embargo, la fuerza arrolladora de los
aparatos armados de la revolución, resultaron ineficaces para contribuir a
contener, la expresión derechizante del voto, que condujeron al revés
político de la Revolución en 1990.
Más trascendente que las transformaciones económicas de las estructuras de
poder, resultó en el momento crítico, el mensaje eclesial del Cardenal de la
reacción, reactivando la conciencia sumisa, enajenada, que había sobrevivido
a los cambios revolucionarios.
A contrario semsu, las reiteradas victorias políticas de la reacción, la
restauración del imperio del mercado, la globalización de la economía y el
amplio respaldo político del imperialismo, no han garantizado, ni garantizan,
por lo menos hasta ahora, la estabilidad del actual régimen de la reacción y
la contrarreforma.
Se levantan frente a su hegemonía, pretendida universal, por una parte, las
transformaciones materiales y políticas de la revolución y sobre todo - y en
ello mi énfasis - la conciencia transformada y la voluntad de lucha de una
significativa parte de la población, que no acepta más la sumisión y la
dependencia.
De aquí mi respetuosa insinuación: a nuestros grandes esquemas doctrinarios,
y a su necesidad, debemos sumarles la necedad de su cuestionamiento critico,
su permanente adecuación y renovación y que por otra parte la polidiversidad
de los actos de insumisión, su multisectorialidad, requieren del
acompañamiento de la indispensable labor intelectual, que permita dar
unidad y coherencia a semejante complejidad y desafío. Seguros en que la
realidad y la teoría revolucionaria se engranarán, en la lucha sin cuartel
para fluir y hacer andar las ruedas de la historia.
Los himnos de victoria del capitalismo resuenan por todo el planeta. Sin
embargo, no es la primera vez que ello ocurre. En esta época de aparente
reflujo del Movimiento Revolucionario, enfrentemos la situación con serenidad
estratégica.
No importa que el capitalismo haya desarticulado nuestras fuerzas, no importa
que haya quienes defeccionen de nuestras filas, no importa que florezcan las
elaboraciones teóricas para justificar la desmoralización y hasta la
traición.
La fuerza del capitalismo sigue entrañando los gérmenes de su debilidad.
Basta navegar en Internet para darse cuenta de ambas cosas. Lo más
importante, lo crucial y decisivo, es nuevamente preservar la voluntad de
lucha y trazarnos la línea de acción correcta, en esta coyuntura en que el
combate pareciera ser favorable a nuestro enemigo.
Es de estas coyunturas que se reclama del Movimiento Revolucionario firmeza
en el combate y la mayor flexibilidad táctica y estratégica. La
intransigencia principista, el dogmatismo, deberían tener muy poco o ningún
espacio en nuestras mentes y corazones. Este es el momento de acumular todas
las fuerzas posibles para enfrentar al adversario y ello solo es posible
abriendo nuestro espíritu y sobre todo nuestra práctica a la participación de
todos al combate.
Finalmente quiero decirles que me siento honrada de haber sido invitada a
compartir con Uds., dirigentes del mas importante partido revolucionario del
mas estratégico país de América Latina. Valoración de mi partido el Frente
Sandinista. Me siento agradecida por la paciencia que han tenido de escuchar
a la representante de un pequeño país centroamericano que seguramente no
tiene nada que enseñarles a Uds., revolucionarios que han tenido que librar
sus luchas en el escenario mas complejo del hemisferio y que constituyen la
esperanza soñada de los patriotas de América.
Quiero decirles que asistí a este evento, con la seguridad de que en ustedes,
en su partido, en su fuerza social, en su Dirección Política descansan muchas
esperanzas de los miserables y excluidos de nuestra América y segura, que
aunque diversos, UNIDOS SALDREMOS VICTORIOSOS.
Junto a Uds. mis hermanos de lucha evoco el espíritu siempre vivo de Sandino
y el Che. y el ejemplo de todos aquellos que se desprendieron de todo por la
causa de la justicia de la libertad y la igualdad que sigue siendo hoy la
causa del socialismo.
1 Mónica Baltodano: Comandante Guerrillera, Miembra de la Dirección Nacional
del FSLN, Diputada ante la Asamblea Nacional.
2 Noam Chomsky-H.Dieterich. La Sociedad Global, p.52