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HACKERS, PIRATAS Y CORSARIOS

La libre circulación de información es una de las enseñas de Internet, frente a las restricciones impuestas por la propiedad privada (como hablábamos el mes pasado) o el poder político. En este contexto, los hackers, término que podría traducirse por "rompedores", se ufanan en romper los "cerrojos" que pretenden bloquear dicha libre circulación de información, bien sea para proteger intereses comerciales, bien sea para ocultar "secretos de Estado".

No obstante, por estos pagos suelen identificarse los hackers con "piratas informáticos", relacionándolos con las copias presuntamente ilegales de programas "propietarios" (programas con "amo"). Ciertamente, muchos hackers enarbolan con orgullo la bandera negra con las tibias y la calavera, fundamentalmente por sus implicaciones libertarias frente a la autoridad establecida. Pero la distribución pirata de programas sería sólo una parte de sus actividades "rompedoras". Y esa distribución, además, tiene diversas significaciones.

Por un lado, el mismo fenómeno del pirateo informático muestra que, en la industria de la información, el mercado tiene los cimientos de barro. El problema de fondo es que el coste de la reproducción es despreciable frente al coste de la producción, por lo que éste difícilmente puede regular el precio de mercado, y la misma teoría del valor de Ricardo-Marx resulta inaplicable. El mercado mismo deviene obsoleto, y su superación se hace inaplazable.

Por otro lado, también en este terreno hay pescadores en río revuelto, que intentan hacer ganancias a costa del trabajo de otros. Más que románticos piratas, son auténticos corsarios frecuentemente al servicio de empresas capitalistas. También pueden estar a su servicio quienes difunden virus informáticos para disuadir de utilizar copias "incontroladas" (no registradas) de programas, buscando un efecto similar a la contrarrevolución sexual inducida por el virus del SIDA.

Pero la alternativa a estas perversiones "corsarias" no puede ser la persecución policial y el control del Estado, que la ubicuidad de Internet hace a la larga ineficiente. La alternativa, claro, es la superación del mercado, de la propiedad privada, y en definitiva del sistema capitalista. En este batalla, hackers y comunistas estamos del mismo lado de la barrera.

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Rafael Pla-Lopez
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