INTERNET PARA TOD@S
Cada dos por tres, adjunto a cualquier compra, encartado en cualquier diario, encontramos CD-ROMs con ofertas de acceso gratuito a Internet. Basta encender la tele para oir anuncios de portales de Internet, o nuevas opciones de telefonía móvil con acceso a Internet, con videoconferencia, etc. Todo ello son indicativos claros de que Internet ha entrado ya en el ámbito del consumo de masas. Y ello hace más importante distinguir el polvo de la paja.
Es fácil darse cuenta de que no es oro todo lo que reluce. Es probable que al intentar configurar un acceso gratuito a Internet encontréis dificultades de comunicación, que prefiguran las que encontraríais utilizando esa vía de acceso. Y determinadas empresas que ofrecen conexión por cable a alta velocidad no se distinguen precisamente por su premura en acudir a corregir los errores de instalación. Es lógico: por mucho que escriban "Gratis Total" en letras de neón, se trata de empresas privadas que lo que buscan ante todo es hacer negocio, no prestar un servicio público.
Y de eso se trata: el acceso a Internet hay que entenderlo, cada vez más, como un servicio público, y como un servicio público que debe aspirar a ser universal, incluyendo la alta velocidad, que exige importantes inversiones en una perspectiva a medio y largo plazo, tanto si se hace por cable como mediante la telefonía móvil "de tercera generación" (GPRS, UTMS) a 1 Mb por segundo, que tiene probablemente la ventaja de poder llegar a zonas donde difícilmente llegaría el cable. Ahora bien, dicho servicio público y dichas inversiones sólo podrán ser atendidos plenamente, atendiendo a lo que debe entenderse como un derecho humano de nueva generación, desde el sector público.
En ese sentido, el hecho de que las concesiones de la nueva telefonía móvil se hayan hecho por concurso y no por subasta sólo será positivo si asegura un buen servicio universal a precio reducido, no si sirve para que las concesionarias obtengan mayores beneficios. Lo cual exige un estrecho control público, y la perspectiva a medio plazo de la reversión al sector público, que en lo que se refiere a las infraestructuras es la única vía racional para evitar una competencia despilfarradora.
Y todo ello en la perspectiva de conseguir que las nuevas vías
de comunicación permitan avanzar hacia una mayor igualdad en la
generación de información y en el acceso a la misma, y no
sean, por el contrario, una vía a nuevas formas de desigualdad.
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