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¿EL FIN DEL PENSAMIENTO ÚNICO?

Entendámonos. El núcleo del "Pensamiento único", la colusión de partidos conservadores y socialdemócratas en defensa de los valores de "Occidente", sigue vivito y coleando, y si no veamos la pareja de guerra Bush-Blair parodiada por la de Aznar-Zapatero. Pero recordemos cómo, cuando la Guerra del Golfo, su control omnímodo de los medios masivos de comunicación consiguió silenciar las voces críticas durante un período prolongado. Pero 10 años después Internet, cuya estructura en red la hace inasequible para el Pensamiento Único, ha pasado a convertirse en un medio de comunicación de masas que en los países del Centro compite exitosamente con los tradicionales.

Así, durante los primer días tras el Armagedón de New York, mientras en TV y prensa escrita se escuchaba la voz monocorde del fatalismo belicista, sometida al miedo tanto al terrorismo como a las represalias norteamericanas, en el ciberespacio crecía un alud que denunciaba la hipocresía del terrorista aterrorizado y se oponía mayoritariamente tanto al terrorismo como a la guerra. Dicho alud, que pronto traspasaría las fronteras del ciberespacio para penetrar en la gran prensa y llenar las calles, rompía la imagen de unanimidad con la que los Bush-Blair querían aherrojar a la opinión pública internacional.

Pero la embestida contra la libertad amenaza con ser duradera. No sería de extrañar que el ataque a la libre circulación de información en Internet sea uno de sus próximos objetivos. De hecho, ya han empezado a oirse voces que comparan la estructura en red de Al Qaeda con la de Internet. Y su moraleja puede ser clara: si Internet se diseñó en red, sin centro dirigente, para hacerla invulnerable a un ataque nuclear centralizado, ahora que el peligro no residiría en éste la amenaza estaría en esa misma estructura en red fuera de control. Habría, por tanto, que revertir la situación restituyendo un control centralizado de la circulación de información.

Pero quienes pretendan ésto parecerían no haber entendido nada: por un lado, es casi imposible volver a meter el genio dentro de la botella (casi, claro... exceptuando que se utilice una estrategia de tierra arrasada como la que hizo retroceder a Irak al período preindustrial); por otro lado, la superioridad de las estructuras en red frente a las centralizadas debería hacer entender que el modo adecuado de enfrentar una amenaza difusa no es restringir las libertades retrocediendo a un Estado Policial, sino ampliarlas reforzando el tejido social con capacidad autoorganizativa. Claro que este camino, que obligaría a renunciar a ínfulas imperiales y a imposiciones globalizadoras, llevaría a desmontar tanto las justificaciones de la resistencia terrorista como los privilegios de la prepotencia belicista. No podemos por tanto esperar que lo sigan de buen grado: hay que empujarles incansablemente, desde el ciberespacio a la calle.
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Rafael Pla López
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