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EL EFECTO CACEROLA

Estamos acostumbrados a que en Internet el sistema de comunicación "de muchos a muchos" tenga un efecto multiplicador: una denuncia o convocatoria enviada a una lista de correo puede ser reenviada por muchos de sus destinatarios, multiplicándose así su repercusión.

Sin embargo, también fuera del ciberespacio se dan estos procesos. De hecho, la estructura de comunicación subyacente no es muy distinta al uso del "tam-tam" en comunidades primitivas dispersas, en las que la repetición sucesiva del mensaje recibido permitía que llegara a grandes distancias. Y lo hemos visto también (o más bien oído) con el desarrollo de las caceroladas en ámbitos urbanos de gran densidad de población: unas pocas personas que inician una cacerolada en distintos puntos de una ciudad son secundados por sus vecinos, y a medida que el sonido de las cacerolas va llegando a las calles contiguas se extiende por ellas, por todo el barrio e incluso a los barrios contiguos hasta llegar a toda la ciudad. También aquí funciona la comunicación "de muchos a muchos" y el protagonismo compartido: al final poco importa quién empezó la cacerolada; todos sus participantes se convierten en focos activos de su difusión.

Ello, naturalmente, es posible en la medida en que se da una sintonía o "comunidad de propósito" entre los participantes de una tal acción colectiva: si esa sintonía es frecuente entre quienes desde el ciberespacio cuestionan el sistema dominante, en el caso de las actuales caceroladas su caldo de cultivo es el amplísimo rechazo social a la guerra.

Es singular, también, que tanto el uso de Internet como la realización de caceroladas se dan especialmente en ambientes urbanos. De hecho, en este caso se da una combinación eficiente de los dos medios: Internet permite que las convocatorias traspasen las distancias de ciudad a ciudad, y el sonido de las cacerolas se extiende como una mancha de aceite dentro de cada ciudad, más allá de la fracción de la población que utiliza Internet.

Por otra parte, la dinámica de las caceroladas y el reenvío de correos electrónicos comparten también inconvenientes: se sabe cuando empiezan, pero no cuando acaban, lo que puede provocar fenómenos de saturación, tanto sonora como de los buzones electrónicos. Por ello, tanto en un caso como en otro, la valoración positiva de la espontaneidad del "efecto cacerola" no exime de la necesidad de potenciar la organización de las acciones, aumentando así su eficacia al acotar en el tiempo su difusión, evitando así recibir mensajes obsoletos y publicitando previamente la hora de inicio y de finalización de las caceroladas. De modo que finalizo este artículo y me voy a poner carteles por mi barrio informando de la convocatoria precisa y acotada de la Campaña Valenciana Contra la Guerra.