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LA CONSPIRACIÓN WINTEL

La fabricación de ordenadores contamina, claro. Pero su uso es escasamente contaminante: el ordenador personal probablemente sea el electrodoméstico que menos energía eléctrica consume. Sin embargo, la tendencia compulsiva a cambiar de ordenador para conseguir el último modelo más potente y más veloz genera una importante cantidad de basura electrónica, además de obligar a sucesivos desembolsos económicos. Pero se diría que quien no tiene un ordenador con la última versión de Pentium, Windows y Word se encuentra irremediablemente obsoleto e incapaz de moverse en el mundo de Internet y de las nuevas tecnologías.

Recientemente un camarada, a quien instaba para que se conectara a Internet y pudiera así recibir las convocatorias por correo electrónico, arguía que tenía un ordenador muy antiguo... un Pentium I. Abrió los ojos como platos cuando le dije que ése era también el que yo tenía, que con él me bastaba para la gestión de innumerables páginas web y correo electrónico, y que no pensaba cambiarlo hasta que no me resultara imprescindible.

De hecho, la ansiedad por la renovación de ordenadores no proviene en la mayoría de los casos de necesidades objetivas, sino de lo que se conoce como la conspiración Wintel, apócope resultante de la fusión de los términos Windows e Intel, los productos que dominan respectivamente el mercado de los sistemas operativos y de los procesadores en ordenadores personales: Microsoft produce sistemas operativos y otros programas cada vez más grandes y complejos, que consumen mayores cantidades de memoria y requieren procesadores más rápidos que Intel se apresura a fabricar, de modo que quien quiere usar los nuevos programas de Microsoft se ve obligado a adquirir un ordenador con un nuevo procesador de Intel. Y viceversa: quien adquiere un nuevo ordenador con el último procesador de Intel encuentra incorporada la última versión de Windows, que por su mayor complejidad consume los recursos del procesador de modo que, en muchos casos, se terminan haciendo las mismas cosas a la misma velocidad.

Naturalmente, todo eso se "vende" asegurando que las nuevas versiones permiten hacer muchas más cosas... que la gran mayoría de los usuarios casi nunca necesitan hacer. De manera que el cambio más real es ingresar nuevas cantidades de dinero en las cuentas de Microsoft e Intel, y nuevas cantidades de chatarra electrónica en los basureros.

Por todo ello, si la frugalidad en el consumo es ecológicamente recomendable en general, dicha recomendación es especialmente pertinente en el campo de la informática, para evitar gastos y desperdicios innecesarios. La recomendación, en definitiva, es no cambiar a una versión "superior" de ordenador ni de programas mientras los que se tiene cubran las necesidades. Y para los gestores de páginas web, no complicarlas innecesariamente obligando a conseguir navegadores o sistemas operativos más potentes para acceder a ellas, haciendo así el juego a la conspiración Wintel. Y si se quiere cambiar, hacerlo a un sistema operativo gratuito como Linux que utilitza mucho más eficientemente los recursos en vez de malgastarlos como hacen los productos de Microsoft.

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Rafael Pla López
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