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¿QUIÉN TEME AL LINUX FEROZ?
Rafael Pla López

La empresa propietaria del sistema operativo UNIX, o de una de sus versiones, ha iniciado una campaña contra el uso en múltiples empresas de LINUX, sistema operativo gratuito y de código abierto. Su argumento es que supuestamente el código fuente de LINUX reproduciría algunas líneas del código fuente de UNIX.

Dicho argumento puede parecer sorprendente: aparte de que posiblemente no sea aplicable al núcleo original de LINUX creado por Linus Torwald, sino sólo a alguna de sus versiones, y de que está cuestionado que la empresa demandante tenga la propiedad general de UNIX y no sólo de una de sus versiones, no hay motivo para extrañarse de que un programa informático largo y complejo, como es un sistema operativo, tenga algunas líneas coincidentes con otro: a fin de cuentas, el número de variantes posibles para realizar determinadas tareas es finito, por lo que las repeticiones son normales; si hubiera de suspender a mis alumnos por copiar cada vez que encuentro en los programas que me entregan algunas líneas coincidentes con otros, no aprobaría a ninguno.

Pero más allá de dichas consideraciones, lo que revela la demanda presentada es el pánico producido por la extensión de LINUX y en general de los programas libres, gratuidos, de código abierto y dominio público, extensión que ya no se limita a alguna gente universitaria o contestataria y alguna institución pública, sino que abarca también a cada vez más empresas, atraidas por la calidad, seguridad y gratuidad de los programas de dominio público.

Y si de seguridad hablamos, recientemente hemos tenido otra muestra de la fragilidad de los programas preinstalados de Microsoft, como el Outlook para el correo electrónico, altamente vulnerable a ataques de virus. Esta vez ha sido el Bugbear que, infectando a múltiples ordenadores, les ha hecho lanzar oleadas de correos electrónicos conteniendo el virus que han inundado nuestros buzones, añadiéndose al numeroso Spam de publicidad basura que nos llega habitualmente, y frente al cual la reciente Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI) muestra todos los días su inutilidad. Porque, recordemos, dicha Ley se "justificó" para evitar el Spam, no para perseguir las páginas web en las que se llamara asesino a Aznar...

Pero aunque les duela, les tenemos rodeados...