RedRoj@
JUGAR Y COMUNICARSE
Rafael Pla López
Ahora que se inician las vacaciones escolares, sobre muchos hogares
sobrevuela el espectro de los peligros de Internet para la
formación de una infancia sepultada durante largas horas en el
hogar. No voy a seguir, como hacía Quim Monzó en el Magazine
del 20 de junio, el análisis retrospectivo de las sucesivas
fobias históricas a la tecnología. Por el contrario, me
centraré en lo específico de Internet.
En la parte del mundo tecnológicamente desarrollada, y desde
hace décadas, la infancia ha crecido sumergida en un mar de
artefactos electrónicos, desde la TV a los videojuegos, muy
lejos de la rusticidad callejera de otros tiempos. Nada nuevo pues en
ese terreno. Lo que tendremos que analizar son las implicaciones de
que, en vez de trastear con una máquina aislada, naveguen en un
flujo de bits que puede circular por todo el planeta.
La primera consecuencia es que Internet es, también para la
infancia, un canal de comunicación. Y por ello una vía de
socialización: nada que ver con la imagen de niños y
niñas aislados en su caparazón electrónico sin
relacionarse con sus semejantes. La proliferación de los
"chats", ámbitos para la charla en directo entre dos o
más interlocutores, es reveladora al respecto. Como
también la tendencia a intercambiarse programas y ficheros por
correo electrónico o en el mismo "chat" (por cierto, y para
seguir con la campaña en pro de los programas de dominio
público, si Microsoft restringe sus espacios gratuitos al
respecto hay que advertir de la posibilidad de usar "Chatzilla", el
programa de "chat" integrado en el navegador público Mozilla
alternativo al Explorer...).
Buena parte de los temores que ello puede suscitar tienen poco de
nuevos: los peligros derivados de la relación con desconocidos
se dan igualmente en el deambular callejero. La novedad, en todo caso,
es que el hogar deja de ser un ámbito "seguro" para pasar a ser
vulnerable a la intrusión por vía electrónica.
Otros peligros no afectan tanto a la integridad de la infancia y la
adolescencia como a la de los ordenadores con los que "juegan",
amenazados por un enjambre de virus y gusanos que acechan al otro lado
del cable o el modem. Pero el antídoto para unos y otros es el
mismo (además de la obvia necesidad de antivirus actualizados):
formación e información sobre el uso de los ordenadores e
Internet, y comunicación dentro del hogar para facilitar que los
eventuales problemas se detecten en el momento de producirse. Con esas
precauciones, nada más que desearos una feliz navegación
estival.