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EL CONTRAGOLPE INFORMÁTICO
Rafael Pla López

Se las prometían muy felices. Habían conseguido engañar a las principales fuerzas de oposición, que creyeron y repitieron a pies juntillas la atribución a ETA del más abominable asesinato colectivo cometido en España desde el fin del franquismo, se habían alineado detrás del gobierno y habían caído en la ingenuidad de renunciar a los espacios electorales televisivos a los que tenían derecho, quedando inermes antes sus armas mediáticas de manipulación masiva. Ciertamente sabían que no controlaban TV3, ni quizá la Ser, pero contaban con el resto para apabullar con su discurso monocorde, minimizando la condena de quienes habían sido ilegalizados precisamente por considerarlos el brazo político de ETA, i difuminando los indicios que apuntaban claramente a Al Qaeda. Probablemente sabían que, como dijera Lincoln, aunque pueda engañarse siempre a alguien y alguna vez a todo el mundo, no es posible engañar siempre a todo el mundo. Pero les bastaba con mantener sus mentiras hasta el lunes, después de las elecciones.

Pero no contaban con la reacción de miles y miles de ciudadanos y ciudadanas, intercomunicados y autoorganizados a través de mensajes de correo electrónico, chats y mensajes de móviles, denunciando sus manipulaciones y movilizándose contra ellas. Y podemos alegrarnos de haber contribuido modestamente también a ello desde la RedRoja, y quizás en particular desde TVroja ( http://alteritat.net/redroja/TV ). De este modo el golpe de estado mediático resultaba contrarrestado por un contragolpe informático, y en 24 horas pasaron de la prepotencia del viernes, imponiendo sus reglas en las manifestaciones de repulsa al atentado, a sentirse acosados el sábado por la ciudadanía concentrada ante sus sedes en demanda de la verdad. Para contemplar el domingo cómo los votos arrojaban al basurero de la historia a los canallas que nos habían metido en una guerra y hecho de la mentira su norma de conducta.

Demasiado tarde se dieron cuenta de que no sólo no es posible engañar siempre a todo el mundo, sino que, en nuestra incipiente sociedad de la información, "siempre" es un plazo muy corto.