Este último mes de Abril han menudeado convocatorias
republicanas a todo lo largo y ancho de España. No os remito a su consulta en Alteritat (
http://alteritat.net/r)
porque ya habrán pasado cuando este artículo se publique
en papel en Mundo Obrero. Pero de nuevo la inmediatez de Internet nos
ha permitido estar puntualmente informados del conjunto de las
convocatorias.
Se repite aquí, a una escala mucho más limitada, el
fenómeno que se dio cuando la primera manifestación
global de la historia el 15 de febrero de 2003: el masivo seguimiento
de la misma requería que su convocatoria se extendiera
ampliamente fuera del ciberespacio, pero era éste el que nos
permitía adquirir conciencia de su histórico
carácter global. Y esa conciencia multiplicaba su fuerza, al
asumir cada manifestación local como parte de una
movilización mundial.
También en este caso, la difusión de las convocatorias
por Internet ha permitido que los republicanos y republicanas de cada
localidad fuéramos conscientes de que no estábamos solos,
que formábamos parte de un pujante y creciente movimiento
republicano general. Internet favorece así el desarrollo de una
conciencia colectiva.
Conciencia colectiva que es, a su vez, un componente importante de la
identidad republicana. Ésta supone, en efecto, la prevalencia
del principio de
soberanía popular,
por encima de cualquier institución y norma, incluyendo la
Constitución. Pero la soberanía popular no puede hacerse
efectiva más que a través de la actuación
colectiva como pueblo. Sin ello, se reduce a una declaración en
un papel, y aunque las instituciones democráticas afirmen basar
su legitimidad en tal soberanía popular, en la práctica
la sustituyen en la cotidianeidad de la vida política: la
soberanía popular se reduce a una lejana referencia fundante o
como mucho es invocada ritualmente en elecciones periódicas que
con frecuencia la gente ve como ajenas. Un creciente abstencionismo es
el resultado de ese "extrañamiento" de la política.
El ideal republicano es justo lo contrario. Un ideal que requiere el
control democrático de los poderes públicos. Sin
excepciones. Sin exceptuar tampoco la jefatura del Estado. Son los
presupuestos participativos basados en la gestión popular de los
fondos públicos. Son las movilizaciones sociales que fuerzan
cambios de gobierno y de política, como en Argentina, Bolivia y
Ecuador. Es la cotidianeidad del protagonismo popular, que requiere del
desarrollo de una
red de comunicación
no controlada por los poderosos. Internet puede ser su instrumento. Un
instrumento que, tanto por su contenido como por su forma, podamos
llamar una Internet Republicana.