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PATENTES Y SOFTWARE

Rafael Pla López

Los patentófilos atacan de nuevo en la Unión Europea. Si hace poco fue derrotado un intento de patentar programas informáticos desde la Agricultura, ahora el Consejo de Competitividad ha ratificado, con el honroso voto en contra del Gobierno Español, su propuesta, planteada inicialmente por un tal Bolkenstein (¿os suena?) de patentar las invenciones "técnicas" ejecutadas por equipos informáticos, desoyendo la resolución del Parlamento Europeo de septiembre de 2003 que excluía la posibilidad de patentar programas informáticos como tales, y demostrando así cuál és el "respeto democrático" que les merece el tal Parlamento. Con todo, la batalla en las instituciones europeas aún no ha finalizado, y la propuesta sigue pendiente de una segunda lectura en el Parlamento Europeo.

El meollo de la cuestión está en la posibilidad o no de separar patentes "técnicas" y programas "informáticos". Los adversarios de la propuesta, secundados por el Gobierno Español y apoyados por el Parlamento Europeo, pretenden deslindar claramente "patentes" y "software", de manera que, como hemos indicado, nunca un programa informático pueda ser patentado. Los partidarios de la propuesta, por el contrario, entienden que tal separación es en la práctica inviable, y pretenden por el contrario establecer una separación entre programas informáticos que aportan contribuciones técnicas y los que no lo hacen, separación de la que desconfían profundamente tanto la comunidad del Software Libre como las pequeñas empresas informáticas, que temen que múltiples recursos informáticos que utilizan cotidianamente pasen a ser considerados patentables como utilidades técnicas y queden fuera de su acceso, bajo el control de grandes compañías como Microsoft.

Pues bien: ambos tienen, en cierto modo, razón: siendo difícil deslindar entre "software técnico" y "software no técnico", resulta también cada vez más inviable el deslinde entre "software" y "técnica". El quid de la cuestión está en que, a medida que la producción se automatiza, sus especificidades técnicas no residen tanto en los manuales o en los cerebros de los técnicos como en los programas informáticos que la controlan. Pero la otra cara de la cuestión es que, en la medida en que las técnicas se encuentran en soporte informático, pueden difundirse fácilmente a través de Internet, en un Ciberespacio sin fronteras. Por ello, a medio plazo, su bloqueo mediante patentes resultaría ineficaz. Pero tal como van las cosas, la obsolescencia de las patentes tiende a abarcar al conjunto de las técnicas. Y eso es una buena noticia para los marginados de la Tierra, que también lo son de la tecnología punta: la defensa a ultranza de las patentes deviene utópica, y el futuro está en la libre circulación de información, que es además la vía que mejor permite el fomento de la investigación y la innovación. Si ello resulta duro para la "competitividad" capitalista, quizá haya que concluir que el también el capitalismo tiende a hacerse utópico. Los realistas somos nosotros.