Nos hacemos eco de dos noticias esperanzadoras:

La primera es que la Generalitat Valenciana, gobernada por el PP, ha anunciado el lanzamiento de un proyecto, LLIUREX, para utilizar programas libres en el sistema educativo valenciano, incluyendo una implementación propia de Linux.

La segunda es que la Oficina para la Informatización de la Sociedad, un organismo del gobierno de Cuba, ha diseñado una estrategia para la capacitación y el cambio paulatino de los sistemas de Windows a Linux.

Esa confluencia práctica de gobiernos tan dispares es una clara señal de la pujanza de la programación libre, que tiene en el sistema operativo Linux su buque enseña.

Ciertamente, el plan de la Generalitat Valenciana, con un gobierno de derechas, es mucho más limitado que el plan del gobierno revolucionario de Cuba, dado que parece limitarse al sistema educativo. Pero no debe desdeñarse su importancia, dado que el aprendizaje desde la escuela del uso de Linux y otros programas libres, no propietarios, es una base importante para liberarse de la tiranía de Microsoft, que viene utilizando su omnipresencia en la mayoría de los ordenadores personales para perpetuarse. En este caso no nos deben doler prendas para aplaudir una medida de un gobierno de derechas. Y habrá que ver si desde la derecha tienen la misma apertura de miras para aplaudir la política del gobierno cubano.

En sentido contrario, habrá que lamentar que desde instituciones universitarias, incluso caracterizadas como progresistas, se doble la cerviz ante las presiones de organismos defensores de las patentes como la SGAE que, en nombre de la "propiedad intelectual", pretenden ilusoriamente introducir la censura en el ciberespacio.

De lo que se trata, en definitiva, es de ir generando hegemonía y consenso social y político en favor de la programación libre frente a las multinacionales de la informática, al tiempo que establecemos firmemente su defensa como una seña de identidad de la izquierda y de las fuerzas progresistas.