Las asociaciones de internautas ha condenado la detención por la
policía de los gestores de unas páginas web que enlazaban
a lugares para el intercambio de archivos (música,
películas...). Debemos sumarnos a dicha condena: se trata, lisa
y llanamente, de una agresión contra la libertad de
información, que incluye tanto textos como sonidos e
imágenes.
Hay que recordar que en el Estado Español es legal el
intercambio privado de música o películas sin
ánimo de lucro, a pesar de todas las intoxicaciones que realiza
la llamada "Sociedad General de Autores de España" (SGAE),
entidad que además de practicar un auténtico latrocinio
con el "impuesto reaccionario" sobre los CD vírgenes
actúa como el más conspicuo enemigo de la libertad de
circulación de la información. Por lo tanto, desde las
páginas web que han sufrido la referida represión
inquisitorial lo único que se hacía era facilitar, a
través de enlaces, una actividad legal.
Porque hay que recalcar que dicho intercambio de archivos era
estrictamente gratuito, y que quienes lo practicaban no debían
pagar nada por el uso de los enlaces. Si los gestores de dichas
páginas web ganaban dinero, era únicamente a
través de la publicidad expuesta en las mismas, dentro de las
puras reglas de juego del mercado capitalista: la SGAE, que
pretende imponer las reglas del mercado en un
ámbito, la circulación de información en Internet,
en el que son inaplicables, se opone a ellas en otro ámbito, el
de la publicidad, para el que sí son propias.
Es dudoso que el proceso abierto pueda prosperar judicialmente, pero lo
que sí hace es poner piedras en el camino a un futuro
inesquivable, o que sólo podría evitarse con un
régimen policial parafascista que vigile todos los domicilios y
encarcele a los centenares de miles que practican el intercambio de
archivos. Pero ello parece más un relato futurístico
distópico al estilo de "
1984" o "
V"
que una propuesta viable. La SGAE es una entidad obsoleta, que no
entiende que en el mundo de Internet la cualidad de "autor" ya no
está restringida a una élite, y que, como escribía
Lev Grossman en el Time del 20 de marzo, la innovación tiende a
ser un fenómeno masivo que se apoya en el "altruismo
intelectual" de quienes comparten libremente sus creaciones, superando
con mucho la capacidad de quienes se encierran en unos "derechos de
autor" que expresan el obstáculo que es el capitalismo para el
progreso de la humanidad.