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INTERNET LAICA

Rafael Pla López

En Internet no hay dioses, reyes, ni tribunos. Y aquí radica la fuerza de la libertad de expresión en su seno. En la prensa impresa, por el contrario, la crisis provocada por las caricaturas supuestamente de Mahoma ha hecho patentes las amenazas a la libertad de expresión frente a dioses propios y ajenos, teniendo que escoger entre practicar la autocensura o aparecer como "provocadores". Naturalmente, dicha crisis tiene como trasfondo la política agresiva del imperialismo contra una serie de países de población mayoritariamente musulmana, política que por una parte ha aumentado la susceptibilidad frente a "Occidente" en dichos países y que por otra parte puede manipular las reacciones en los mismos para hacer más digeribles nuevas agresiones, como la que amenaza a Irán. Pero en este artículo no vamos a profundizar en dicho análisis, sino que nos centraremos en la dinámica de los medios de comunicación involucrados.

Lo singular es cómo unos medios de prensa de carácter estrictamente local han podido provocar una respuesta de carácter global pero que se focalizaba contra los países de su publicación. Ciertamente, las caricaturas han sido posteriormente reproducidas a lo largo y ancho del mundo, ¡hasta en Nueva Zelanda!, pero sólo después de que la protesta contra ellas diera a conocer su existencia. El resultado práctico de la circulación global de la información es que la censura sobre la prensa impresa va más allá de los valores dominantes en su ámbito de difusión directa. Si antes debían preocuparse por las presiones de las instituciones religiosas dominantes en sus países (no es casual que el diario danés que inició la polémica se hubiera negado poco antes a publicar imágenes satíricas sobre Jesucristo), ahora han de atender también a las consecuencias de ofender a creencias religiosas dominantes en otros países, consecuencias que pueden padecer sus conciudadanos o sus instituciones diplomáticas.

Por el contrario, el carácter extraterritorial de Internet conlleva que sus contenidos puedan desvincularse de un país concreto: el Ciberespacio no tiene embajadas que puedan ser incendiadas. Su propia globalidad facilita eludir los intentos de imponer restricciones locales o globales por motivos religiosos a la libertad de expresión. Es su independencia de ámbitos territoriales concretos lo que blinda la laicidad de Internet.