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INTERNET PARDA

Rafael Pla Lòpez

De cuando en cuando se publican denuncias sobre la presencia de contenidos fascistas, racistas, xenófobos u homófobos en Internet. La lógica indignación ante tales contenidos va frecuentemente acompañada de la exigencia de su erradicación. Pero tal erradicación es tan inviable como la erradicación de los contenidos críticos con el sistema capitalista: como hemos explicado muchas veces, la naturaleza de Internet hace inviable su control centralizado y convierte la libertad de expresión en una cuestión de hecho más allá de consideraciones éticas o políticas: en la práctica, los contenidos suprimidos en un lugar reaparecen en otro, alojados en servidores situados en cualquier lugar del mundo y cuyos gestores pueden incluso desconocer la lengua en que se expresan y, desde luego, no asumen ninguna responsabilidad sobre ellos.

Ello no obliga a resignarse ante la presencia de contenidos éticamente rechazables en Internet, pero conforma las vías posibles de actuación ante los mismos.

Hay que distinguir en primer lugar el caso de los contenidos alojados en servidores con una especial significación social o política, com es el caso de las webs institucionales, a las que puede acusarse de connivencia con la presencia de páginas ofensivas contra determinados colectivos humanos. En dicho caso las críticas deben centrarse en dicha connivencia, teniendo claro que la exclusión de dichos contenidos en ellas no impedirá su difusión en otras ubicaciones, pero sí el apoyo implícito a los mismos desde instituciones democráticas.

En segundo lugar, el carácter público de los contenidos expuestos en web hace que si describen actividades delictivas realizadas puedan facilitar su persecución, y si incitan a su realización puedan facilitar su prevención. Naturalmente, los organismos públicos para la prevención y persecución de delitos pueden ayudarse de la exploración de webs para su tarea, con la colaboración de la ciudadanía que detecte, por ejemplo, incitaciones a la agresión contra inmigrantes. En todo caso, habría que tener claro que el objeto de la represión ha de ser las actividades delictivas, no su reflejo en la web, que es en la práctica irreprimible y que por el contrario por su carácter público puede coadyuvar a dicha represión.

Y más allá de lo señalado, la recomendación genérica debería ser evitar la denuncia pública de contenidos indeseables en web, dado que el principal efecto de dicha denuncia sería darles publicidad y por lo tanto ampliar su capacidad intoxicadora. Teniendo claro que la única forma de erradicar, por ejemplo, webs racistas es erradicando el racismo, mientras subsistan lo que procede es aislarlas, ponerlas en cuarentena, sin enlazarlas ni difundirlas, de manera que sólo quienes ya se mueven en ambientes racistas accedan a ellas. Y, naturalmente, extender, enlazar y difundir webs antirracistas para contrarrestar dicha intoxicación y contribuir a la construcción de un mundo donde el racismo haya desaparecido de la faz de la Tierra y por tanto del ciberespacio.