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INTERNET Y EL FINAL DE LA UTOPÍA (II)

Rafael Pla López
(la primera parte se publicó en Enero)
 
Tanto la revolución industrial como la revolución científico-técnica se realizaron bajo la dirección de la burguesía, y esa dirección ha condicionado su desarrollo preservando el sistema capitalista. Así, la burguesía ha venido utilizando las crisis y el desarrollo desigual para dividir a la clase trabajadora, que ha tenido que luchar en condiciones de inferioridad, viendo recurrentemente amenazadas las conquistas que obtenía con su lucha. Y ha utilizado la reducción del tiempo de trabajo directo en la producción posibilitada por la automatización para ahorrar salarios incrementando el paro y colateralmente la precariedad laboral.

Pero Internet se ha desarrollado inicialmente al margen del mercado capitalista, como obra de profesionales (trabajadores científicos y técnicos), y en buena medida en el marco de Universidades y centros públicos de investigación. De alguna manera, es un producto de la revolución científico-técnica que ha promovido el protagonismo del trabajo de investigación, y su mismo diseño, orientado a una circulación de información libre de controles y de propietarios, es ajeno a la lógica del capitalismo. Pero al mismo tiempo también es ajeno a la lógica del poder centralizado propia de los Estados. La lógica propia de Internet es la lógica característica del comunismo tal como lo definiera Marx en la "Crítica del programa de Gotha", una sociedad sin clases y sin Estado, en el mismo sentido en que Engels concluía en "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado".

Internet juega así un papel singular en relación a la noción de Utopía.

Siglos después de la inicial "Utopía" de Thomas More, Engels utilizaría el término en el sentido peyorativo anteriormente indicado para referirse a diversos intentos o propuestas de construir una sociedad ideal, socialista o comunista, en un ámbito local. Marx y Engels insistirían no sólo en la necesidad de determinadas condiciones objetivas de base económica para tal construcción, sino en la necesidad de su carácter internacional. En ese sentido, y aunque pudiera resultar paradójico, la propuesta de Stalin de construir el socialismo en un sólo país encajaría en ese tipo de propuestas "utópicas".

Pero a finales del siglo XX nos encontramos con una forma distinta de utilización del término. Se hablará del comunismo como  "horizonte utópico" en el sentido de un ideal hacia el cuál avanzar. Esa utilización en sentido positivo de la noción de utopía como horizonte o "sueño" se daría en ámbitos diversos. Aparece al final del apartado "El socialismo y el comunismo al que aspiramos" del "Manifiesto del PCE para la izquierda" aprobado en el XIV Congreso del PCE (singularmente, al final del apartado "Una propuesta federal para la socialización del Estado" del mismo texto se declara en sentido contrario que ésta "no será así un horizonte lejano que se aleje a medida que vamos avanzando, sino un proceso de transformación desde la realidad actual"). Aparece en un texto para la VII Asamblea de IU firmado por notorios dirigentes del trostkismo español. Aparece en un texto de Eduardo Galeano según el cuál la utopía sirve para caminar. Y singularmente, la vía estalinista de construcción del socialismo reduciría también el "comunismo" a una perspectiva utópica en tanto que alejaba indefinidamente la eliminación comunista de las clases y del Estado en unos regímenes fuertemente autoritarios y con notorios privilegios para la casta burocrática.

(el texto íntegro, con enlaces y bibliografía, puede consultarse en http://www.uv.es/pla/intfinut.htm  )