La prensa refleja la confrontación de clase en el campo de la
comunicación. En el
Time
del 8 de octubre se señala la actuación de determinados
gobiernos potenciando redes públicas de comunicación
inalámbrica a través de la teconolgía WIMAX y
plataformas Wi-Fi, frente a la privatización que había
caracterizado la introducción de la telefonía
móvil. La revista menciona al gobierno de Catalunya, a Singapur,
North Yorkshire y los ayuntamientos de Praga, Paris,
Norwich, Dublin y Chicago. La cuestión está en que si una
zona está cubierta por una red inalámbrica
pública, la ciudadanía puede conectarse a Internet, e
incluso telefónicamente a través de ella, sin necesidad
de pagar cuotas a compañías privadas de telefonía
móbil. Lo lamentable es que la Comisión Europea, en su
línea neoliberal, ha salido en defensa de las
compañías privadas pretendiendo que las redes
inalámbricas públicas sólo puedan tener un
carácter subsidiario, es decir, extenderse en zonas donde las
compañías privadas no lleguen. Éste es un nuevo
terreno donde es necesario dar la batalla de lo público frente a
lo privado.
Por su parte, en el diario
Público
del 8 de noviembre se informa del proyecto del gobierno bolivariano de
Venezuela de fabricar 120.000 ordenadores al año con
tecnología china y el sistema operativo libre Linux, para
superar la dependencia tecnológica respecto a EE.UU.: es lo que
llaman "computadoras bolivarianas" (
http://www.vit.com.ve/
), que se venderían a "precios justos". Lo interesante de
iniciativas como éstas es que extienden al hardware el
movimiento que en el terreno del software ha venido
desarrollándose como alternativa libre frente a las
multinacionales de la informática. De hecho, China fabrica ya
sus propios PC de menos de los 200 dólares que se estima
costarán los ordenadores XO del proyecto "Un portátil
para cada niño" promovido por Nicholas Negroponte para extender
la informática en los países "periféricos".
La otra cara de la moneda es lo que ocurre en países que
renuncian al plan de utilizar Linux en las administraciones
públicas y se pasan al Windows de Microsoft (ello ha pasado en
Chile y ha estado a punto de pasar en Nigeria). Señalemos que en
dichos países Microsoft parece abstenerse de defender la
"neutralidad tecnológica" entre software libre y propietario que
propugna demagógicamente en aquellos lugares donde las
instituciones optan por GNU/Linux y el software libre, como parece
haber pasado finalmente en Nigeria.
Un proyecto socialista, para el socialismo del siglo XXI, debe dar la
batalla de la comunicación en todos esos terrenos: redes
públicas, ordenadores autóctonos y software libre.
Siguiendo este camino, ni Reyes ni Bill Gates nos harán callar.