En tiempos del franquismo, la batalla de la comunicación se
reducía fundamentalmente a la difusión de "Mundo Obrero"
en círculos afines, a las emisiones de "Radio España
Independiente" y a la realización de "panfletadas"
relámpago en lugares públicos. En el proceso de
transición a una democracia política, a medida que se
abría la posibilidad de acceso a los medios masivos de
comunicación (fundamentalmente prensa), la política de
comunicación fue desplazándose a los mismos, abandonando
más o menos los medios anteriores (el mismo "Mundo Obrero"
sospecho que tiene una menor difusión que la que tuvo en la
clandestinidad bajo el franquismo, como resultado de una militancia
menguante que en su mayoría a dejado de ser difusora y en muchos
casos incluso lectora del mismo). De modo que la política de
comunicación tiende a reducirse a las escasas declaraciones que
los máximos dirigentes pueden hacer en radio y TV, a los
artículos que nos quieren publicar en la prensa diaria, y al eco
que se quieren hacer de nuestros comunicados. El resultado es un
déficit de medios propios de comunicación que nos deja
inermes ante la marginación y tergiversaciones en medios al
servicio del poder político o económico.
Pero quizá más llamativa es la inadecuación de la
política de comunicación usual a las condiciones de
Internet: frente a la comunicación "de muchos a muchos" propia
de Internet, se tiende a descansar únicamente en gabinetes de
comunicación centralizados, propios de las tecnologías
del siglo pasado. Naturalmente, éstos son necesarios, y su labor
es importante. Pero es notoriamente insuficiente: una
comunicación alternativa sólo será posible con
miles de militantes ejerciendo como generadores y transmisores de la
misma... como hacíamos en buena medida bajo el franquismo,
pero amplificado por las condiciones de legalidad y las posibilidades
de Internet. Los comunistas profesionales de la comunicación
tienen un papel importante que jugar orientando al respecto al conjunto
de los comunistas y personas de izquierdas, pero la comunicación
no puede ser sólo cuestión de un puñado de
profesionales: todo el mundo tiene que poner su grano de arena, bien en
papel, editando o distribuyendo Mundo Obrero, boletines o volantes,
bien en Internet, a través del correo electrónico,
participando en foros de discusión, mediante blogs o no-blogs
(como mi página
http://alteritat.net/pla/noblog
).
Naturalmente, hay que aprovechar también todas las oportunidades
de publicar nuestros análisis y propuestas en medios ajenos de
comunicación tradicionales (intervenciones en la radio,
artículos en prensa, etc.). Pero el desarrollo de una
alternativa, también en comunicación, exige la
construcción de una red alternativa de comunicación, que
es un componente esencial de la construcción de tejido social
con voluntad de alternativa a lo existente. Teniendo en cuenta
además que una comunicación alternativa es también
un instrumento esencial de organización, y una vía para
la incorporación de más gente a la lucha contra el
sistema, como ya explicara Lenin hace un siglo en el "
Qué hacer". Sólo
de este modo la comunicación podrá ser no sólo
"masiva" sino "de masas": la batalla de la comunicación
sólo podremos ganarla con la participación activa de una
militancia creciente.