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MUNDO GOOGLE

Rafael Pla López

Google se ha convertido en la más poderosa herramienta de obtención de información que nunca ha existido. Combinada con Wikipedia y Youtube, permite a cualquier persona con acceso a Internet un rápido acceso a información sobre casi cualquier tema, desde definiciones de conceptos hasta audiciones de música clásica. Ello tiene un enorme potencial de democratización del conocimiento, posibilitando que pierda su carácter elitista y restringido a minorías culturalmente privilegiadas.

Esa es la cara de la cuestión. La cruz es que Google, que actualmente es ya en la práctica un servicio público esencial de alcance universal, es al mismo tiempo, a fin de cuentas, una empresa privada.

Ciertamente, el éxito de Google está vinculado a su adhesión a la programación de código abierto y acceso libre, que permite que programadores de todo el mundo contribuyan a su desarrollo y que cualquiera pueda incluir en su web recursos de Google como sus mapas o su buscador, como ha hecho la comunidad que desarrolla el navegador libre Mozilla. Pero su carácter de empresa privada permite a sus directivos introducir discrecionalmente sesgos o incluso censuras, aunque sea a petición de determinados gobiernos. Algo semejante ocurre también en Wikipedia, donde con la excusa de una sesgada "neutralidad" se ha pretendido descalificar a Rebelion.org como "fuente no neutral ni verificable", cosa que no parece haberse hecho con medios conservadores.

La contradicción entre la función pública y el carácter privado de Google y otros recursos de Internet se incrementará a medida que se amplia el ámbito de sus servicios. Y éste es precisamente el caso de Google, que junto a su buscador, su servicio de correo electrónico o sus mapas, está en proceso de incorporar un servicio de salud para permitir el acceso de enfermos y eventualmente médicos a su historial clínico, así como un servicio de redes sociales del estilo de MySpace o Facebook con la programación de código abierto que le caracteriza.

El quid de la cuestión es que esa tecnología puede corresponderse con la base material de una sociedad liberada de la propiedad privada, pero en la práctica se está desarrollando en el marco del sistema capitalista, lo cuál acrecienta los temores por la acumulación de poder informativo en manos privadas. Pero esta contradicción sólo puede resolverse con la superación del sistema capitalista. Éste es, pues, el problema de fondo, y el reto imbricado con el futuro de Internet.