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VIVIR DE UN TRABAJO CREATIVO

Rafael Pla López


La falta de sintonía del gobierno Zapatero con las exigencias de un desarrollo sostenible basado en la creatividad del trabajo se ha revelado claramente, por un lado en su pretensión de recortar los presupuestos en I+D, y por otro en la chapuza realizada con el proyecto de Ley de Economía Sostenible, que entre otras cosas incluía una Disposición Final creando una "Comisión de Propiedad Intelectual" para la aplicación de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información. Ante la previsión de que dicha Comisión pudiera cerrar páginas web sin resolución judicial alegando "vulneración" de la "propiedad intelectual", se ha levantado un amplio movimiento de internautas alrededor de un Manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en Internet, reproducido rápidamente en miles de páginas web, entre otras http://www.uv.es/pla/alteritat/maninternet.htm

El Manifiesto pone el dedo en la llaga en su punto 5, que afirma "Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo".

Subrayemos que el derecho es a vivir de un trabajo creativo "vivo", no a cobrar por un trabajo muerto llamado "propiedad intelectual". Ahora bien, en una economía basada en la creatividad del trabajo ésta no está restringida a una élite de artistas y científicos, sino que impregna la innovación cotidiana en cada puesto de trabajo. En ella el arte, como estimulante de tal creatividad, es un servicio público imprescindible que debe ser sostenido en el marco de la función pública. Y probablemente la producción de obras de arte se compagine con la educación en las prácticas artísticas, al modo como en las universidades actuales debe compaginarse investigación y docencia, marco que propicia el florecimiento del software libre y la creación colectiva.

Con todo, durante un período de transición hay que contar con la existencia de quienes pretenden vivir específicamente de la producción de obras de arte, reclaman una retribución por la misma, y nos retan a proponer una alternativa al obsoleto control de las copias y al desquiciado "canon digital". Ahí va, pues, dicha alternativa:

Todo autor, "nacional" o "extranjero", de obras de arte (musicales, fílmicas, literarias...) podría inscribirse en un registro del Ministerio de Cultura para la asignación de un código público. Y cada usuario que se haya "descargado" gratuitamente en Internet una obra de arte y disfrutado con ella podría recompensar a su autor "votando" por él en una página web de dicho Ministerio, identificándose, por ejemplo, mediante su DNI electrónico para evitar repeticiones. En cada ejercicio presupuestario la sociedad, a través del Parlamento, decidiría la cantidad que quiere dedicar a recompensar la producción artística pública, y dicha cantidad se distribuiría proporcionalmente a los "votos" recibidos. De este modo, además, la retribución no dependería de la venta de productos eventualmente decepcionantes, sino de la gratificación efectivamente producida por los mismos...