RedRoj@

POR LA PROPIEDAD SOCIAL DE LOS PRODUCTOS CULTURALES

Rafael Pla López

El XVIII Congreso del PCE ha aventado las dudas sobre su estrategia política y sindical apostando inequívocamente por trabajar en IU y en CC.OO. Y también ha clarificado su estrategia cultural, singularmente a través de la única enmienda que se aprobó frente al texto defendido por un ponente. Con ello resolvió la contradicción que había en el texto original entre el pronunciamiento en favor de "la propiedad social del conocimiento" (tesis 120) y la prevención hacia la "gratuidad de la cultura" (tesis 111). Porque aunque el Comité Federal había aceptado suprimir dicha prevención, sorprendentemente el ponente del  apartado 5.2 sobre cultura continuó defendiéndola... para verlo sustituido por el texto alternativo propuesto por la organización de Asturias, el cual concluía que "la propiedad de los productos culturales es social, y ningún individuo o grupo puede reclamarla para sí, aún siendo responsable de su configuración concreta".

El Congreso, en definitiva, ha ratificado lo que venimos explicando desde hace años en los artículos de esta sección de Mundo Obrero, combatiendo los intentos de restringir la libre comunicación de la cultura en Internet en nombre de la "propiedad intelectual". Y este marco oponiéndonos a las privatización de la cultura abanderada por la SGAE, a la penalización del "top manta", al canon digital y a los proyectos de restringir las descargas en Internet.

De este modo, y como decíamos en la Fiesta del PCE, deberemos distinguir netamente entre los capitalistas de la cultura que pretenden vivir de rentas y los trabajadores y trabajadoras de la cultura, comprometidos con una cultura libre, y a los que la sociedad debe proporcionar los medios de vida y trabajo para poder desarrollar su actividad creativa junto al resto de la clase trabajadora, no a través del mercado sino a través de la gestión pública de la cultura como servicio público. Entendiendo que la creatividad no es un lujo ni una exclusiva de artistas, sino algo esencial para el trabajo en que ha de asentarse un desarrollo sostenible orientado a la innovación y a la calidad y no al consumo creciente de energía y materias primas.

Porque precisamente Internet, al facilitar la intercomunicación sin fronteras, permite desarrollar plenamente la cultura como un producto colectivo. Del mismo modo que el avance de la ciencia siempre ha descansado sobre el trabajo acumulado de investigaciones sucesivas, lo que ya a Newton le hiciera afirmar que su grandeza consistía en ir a hombros de gigantes, el software libre es resultado de la cooperación entre múltiples programadores, cuyos programas están abiertos a ser modificados y mejorados por otros. De la autoría individual se pasa así a la autoría colectiva. Y ello será también el futuro en el terreno de la creación artística, en la medida que se aproveche la potencialidad interactiva de lo que se llama Internet 2.0, desarrollando plenamente el principio de que, como ha planteado nuestro Congreso, "La cultura es un producto colectivo. La producción cultural es la resultante de una evolución y composición de materiales acumulados y elaborados a escala social y, por ello, no resulta atribuible a un solo individuo o grupo". Generando así la base material de la propiedad social de los productos culturales.