RedRoj@
PIRATAS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS
Rafael Pla López
Esperemos que cuando esto salga impreso en papel se haya resuelto
favorablemente el conflicto del Alakrana y todos los secuestrados,
vascos y somalíes, hayan sido puestos en libertad. Porque unos y otros
son las víctimas de un orden injusto contra el que precisamente se
subleva la piratería. Un orden injusto que esquilma los bancos
pesqueros de Somalia y que pretende dominar los océanos y el
ciberespacio, apropiándose de los bienes de la tierra, del mar y de la
cultura. Un orden injusto que actúa globalmente, con flotas de guerra
plurinacionales protegiendo el latrocinio en las costas de Somalia y
con multinacionales discográficas y cinematográficas que pretenden
dictar las leyes en el Estado Español persiguiendo el intercambio de
archivos que supuestamente sufraga el malhadado "canon digital" que se
embolsa la SGAE. Naturalmente, los proletarios de la pesca y de la
cultura a los que dicen defender no son sino los instrumentos que
utilizan para llenar sus bolsillos.
Pero dicho orden global debe ser enfrentado globalmente: igual que los
Hermanos de la Costa del siglo XVII trascendieron las identidades
nacionales, Internet permite sortear las restricciones estatales y debe
ser un canal de solidaridad internacional. Frente a los corsarios al
servicio de las multinacionales, la piratería libertaria en Internet ha
de oponerse al lucro privado y enarbolar la bandera de la libre
difusión de la cultura. Y hay que esforzarse por distinguir entre los
patrones que pretenden engrosar la cuenta de beneficios de
discográficas y piscifactorías y los trabajadores que cantan, actúan o
pescan a su servicio, y cuya vida e integridad personal deben ser
respetadas.
Pero en vez de respetar la intimidad de las comunicaciones y las aguas
territoriales, los poderosos pretenden la militarización del
ciberespacio y de los océanos, llenando los tribunales con demandas
contra la libre comunicación y los navíos con soldados o con esbirros
de un empresario fascista y proxeneta.
Frente a ellos, hay que levantar la bandera de la solidaridad entre
quienes resisten a un orden injusto a lo largo y a lo ancho del mundo,
desde los tugurios al ciberespacio, de modo que resuene, como un eco de
la vieja proclama de Marx y Engels, el grito de ¡Piratas de todos los
países, uníos!