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INTERNET Y LA LIBRE COMPETENCIA

Rafael Pla López

Hemos escrito diversas veces sobre Internet como instrumento para la libre cooperación en un sentido socialista, y el sentido comunista de la exigencia de abolición de la propiedad intelectual. Pero dicha abolición puede también ser defendida desde un punto de vista capitalista en pro de la libre competencia. Es en ese sentido precisamente que Karen Tumulty and Michael Scherer aportan argumentos en el Time del 22 de octubre de 2009 ( http://www.time.com/time/politics/article/0,8599,1931595,00.html ) contra el intento de los lobbys biofarmacéuticos de alargar la vigencia temporal de las patentes sobre biomedicinas: "La Comisión Federal de Comercio (FTC por sus siglas en inglés), sin embargo, argumentó en Junio que dar a los fabricantes de productos biológicos cualquier período de exclusividad puede realmente ahogar la innovación. Los productos biológicos son tanto mucho más complejos y caros de producir que los medicamentos tradicionales que las barreras para lo que serían competidores 'biosimilares' ya son elevadas, dice la FTC. Dar a los productos biológicos mayor protección -particularmente los 12 años de exclusividad que quiere la industria- simplemente animaría a las firmas a jugar con lo que ya tienen en vez de orientarse hacia 'nuevas invenciones para aplicarlas a necesidades médicas insatisfechas'".

Dicha argumentación puede resultar chocante, dada la frecuencia con que se escucha decir que respetar las patentes es necesario para estimular a las empresas correspondientes a seguir investigando. Pero ello se entiende si tenemos en cuenta que quienes ello dicen, incluso desde prestigiosas cátedras o plumas, están generalmente pagados por dichas empresas, como destaca el mencionado artículo del Time.

Lo cierto es que el desarrollo basado en la libre competencia capitalista parte del supuesto de que una empresa introduce mejoras tecnológicas para conseguir ventajas sobre sus competidores, forzando a éstos a adoptar dichas mejoras y estimulando así el desarrollo tecnológico general. Ello se produce siempre con un cierto retraso, dado que el uso de nuevas tecnologías requiere personal adiestrado para ello, para lo que parte con ventaja la empresa que las introdujo en primer lugar, ventaja que es mayor cuanto más compleja es la tecnología. Pero para mantener la ventaja competitiva es necesario seguir investigando para introducir nuevas mejoras tecnológicas. Ahora bien, reivindicar la exclusividad de las nuevas tecnologías mediante patentes no se hace para defender la libre competencia, sino por el contrario para impedirla, forzando un monopolio que permite dormirse en los laureles sin seguir investigando.

Ello ha sido así desde el origen de la revolución industrial, que tuvo que esperar al fin de la patente de Watts sobre la máquina de vapor para eclosionar. De hecho, el origen de las patentes es más feudal que capitalista, y la expresión proviene de las "letras patentes", que eran decretos reales que garantizaban derechos exclusivos a determinados individuos en los negocios (al modo de los privilegios de los antiguos gremios). Por ello, aunque la extensión del concepto de propiedad de las cosas a las ideas es congruente con la tendencia capitalista a convertirlo todo en mercancía, su negación, apoyada en la potencia de Internet para la libre difusión de la información, tiene al mismo tiempo un sentido comunista como de defensa de la libre competencia... de las pequeñas y medianas empresas frente a los monopolios, permitiendo así la confluencia del movimiento comunista y antimonopolista.