Vicenç Navarro sí nos representa: su texto
http://actuable.es/peticiones/pide-referendum-ratificar-reforma-la-constitucion
fue apoyado por el movimiento 15M, los sindicatos, IU, el PCE, etc, y a
finales de agosto había recibido (con un sistema especialmente riguroso
que requiere previamente registrarse y confirmar la dirección de
correo) más de 100.000 adhesiones. Cuando esto se publique
previsiblemente habrá recibido muchas más.
Ciertamente,
Gaspar Llamazares,
que defendió la misma posición en el Congreso de los Diputados, también
nos representa. Pero no nos representan los diputados del PSOE y del PP
que votaron la reforma constitucional en un Congreso caducado. Ni a
nosotros ni a buena parte de quienes les eligieron hace cuatro años.
En tiempos de Internet, con redes sociales que permiten recoger
rápidamente la posición de miles de personas sobre distintos temas,
limitar la participación democrática a votar cada cuatro años es
claramente obsoleto. Ello se hace especialmente patente cuando los
diputados elegidos actúan al margen o en contra de sus propios
programas electorales, como ocurre en este caso: no se presentaron a
las elecciones prometiendo recortes sociales, ni remacharlos cambiando
la Constitución para satisfacer a los especuladores financieros. Que
no, que no nos representan.
Es por ello que la negativa a someter a Referéndum la reforma
constitucional ha levantado tan amplio clamor popular. No puede
aceptarse que la decisión soberana de la ciudadanía se vea sustituida
por unos diputados cuyo mandato además está finalizando. Una
Constitución modificada de esa forma carece de legitimidad y no merece
ningún respeto.
Ciertamente, hay que cambiar la Ley Electoral para mejorar la
proporcionalidad. Pero no es suficiente. Una ciudadanía que ha
aprendido a expresarse cotidianamente a través de Internet y
reapropiándose de la plaza pública requiere poder realizar referéndums
vinculantes sobre las cuestiones más decisivas para su futuro, así como
mecanismos de control y revocación de los cargos electos. Exige poder
decidir en cada momento quien le representa y quien no.