Estos últimes meses se ha agudizado en EE.UU. la batalla sobre lo que se llama la
neutralidad de la red,
en lo que podría llamarse también "la batalla de los carriles":
determinadas empresas suministradoras de servicios de Internet
pretenden implantar lo que serían "carriles rápidos" en las autopistas
de la información para quien los pagara, de manera que el resto de la
información circularía por lo que serían carriles relativamente lentos.
Y más de 5 millones de personas hemos instado a la Comisión de
Comunicaciones Federal (FCC, por sus siglas en inglés) para que lo
prohiba, estableciendo una regulación estricta en defensa de la
"neutralidad de la red", de manera que pueda accederse con la misma
fluidez a cualquier página web o recurso de Internet, evitando que los
contenidos subidos por el común de los mortales estén sometidos a una
desesperante lentitud para quienes quieran acceder a ellos.
Ciertamente, y como dijimos en junio, una completa neutralidad de la
red debería afectar no sólo a la circulación de información en ella,
sino también a los accesos a la misma. Pero debemos participar
decididamente en la batalla de los carriles que actualmente se está
disputando, la cual en definitiva es un conflicto entre el interés
público y determinados intereses de lucro privado. En esta batalla,
hemos valorado positivamente que Tom Wheeler, el presidente de la FCC,
esté considerando tratar a la Internet de banda ancha no como un simple
"servicio de información", sino como un "servicio de
telecomunicaciones", con lo que estaría sometido a las normas que
regulan éstas (ver
http://thehill.com/policy/technology/218059-fcc-very-much-eyeing-web-rules-shakeup ).
Podría pensarse que ésto es una disputa ajena a nuestro país, en tanto
que cuestión interna de los EE.UU. Pero dado su papel en Internet,
tanto en su gobierno como en el suministro de servicios, lo que ocurra
en EE.UU. afectará a todo el mundo, tanto de forma directa como
indirecta. Ello justifica que desde fuera de EE.UU. participemos
también en los emplazamientos a la FCC a través de la firma de
peticiones en Internet, por ejemplo desde
http://www.freepress.net/ .
Pero al mismo tiempo ello debe hacernos reflexionar sobre la necesidad
de democratizar el funcionamiento de Internet, para evitar que esté
condicionado por un país y por un conjunto de grandes empresas en el
mismo. Como comentábamos en mayo, ésta es una batalla, por un Internet
Justo y Equitativo (ver
http://justnetcoalition.org/ ), en la que también debemos pelear.