Últimamente se ha extendido lo que llaman "economía del compartir", de la que
Uber
sería un paradigma. Claro que le llaman "compartir" de una forma un
tanto falaz, porque no hablan de compartir solidariamente, sino a
cambio de un pago en dinero,
De hecho, el compartir es algo muy antiguo, y racional: trabajadores
que comparten vehículo para ir y venir del trabajo, ahorrando así
gasolina y de paso contaminación; amigos o familiares que comparten
viviendas en vacaciones, etc. Lo nuevo es que el uso de Internet
permite generalizarlo entre desconocidos, posibilitando además su
mercantilización.
Contra esa "economía del compartir" se formulan dos tipos de críticas.
Una de ellas reproduce esquemas monopolistas de antiguos gremios, sean
de taxistas o de propietarios de hoteles, rechazando la competencia que
suponen los nuevos recursos. A veces ello se adoba con quejas a las
molestias producidas por un turismo masificado, como si ello no se
produjera también con negocios "clásicos". Dichas críticas tienen poco
recorrido: no puede impedirse que cualquiera transporte a otro en su
coche, o invite a alguien a su casa, y es difícil controlar si lo hace
a cambio de dinero. Sustituir la libre competencia por la restauración
de restricciones feudales tiene poco futuro.
Otras críticas, es cambio, son más sólidas, como las que denuncian,
como es el caso con Uber, la existencia de una explotación laboral
encubierta y con pérdida de derechos laborales. De hecho, ello es un
camino coherente con el desarrollo del capitalismo, desde pequeñas
empresas familiares con una relación personal entre patronos y
trabajadores hasta grandes corporaciones, en forma de sociedades
anónimas, en la que la explotación se despersonaliza. El uso de
Internet, en el caso que nos ocupa, permite dar un paso más, ocultando
a los capitalistas detrás de una aplicación informática.
Pero la respuesta frente a ello es la que ya planteó Marx: la
posibilidad de prescindir de los capitalistas, tanto mayor cuando éstos
se han separado de la gestión cotidiana de la empresa. Y tal como narra
la columnista de economía de la revista Time,
Rana Foroohar, en
http://time.com/4370834/sharing-economy-gig-capitalism/ ,
ello es lo que está planteando la Uber Drivers Network, una
organización de trabajadores de Uber y Lift, una empresa similar,
lanzando una cooperativa de compartición de vehículos,
Swift, poseída por los mismos trabajadores.
Foroohar inscribe este proyecto dentro del fuerte crecimiento del
cooperativismo en los Estados Unidos, lo que ella llama, en otro
artículo publicado en el número de Time del 11 y 19 de julio de este
año, "Cranberry capitalism", o "Capitalismo de frambuesa", en
referencia a una cooperativa que produce los dos tercios de la cosecha
mundial de frambuesa.
Claro que Foroohar habla de "salvar el capitalismo", pero para ello,
singularmente, propugna prescindir de los capitalistas. Por ello,
cuando twiteé su artículo, añadí un comentario: llamadle
socialismo.