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¿QUIEN TEME AL TWITTER FEROZ?

Rafael Pla López
 
De un tiempo a esta parte menudean las acciones penales por el uso de Twitter. Tras el acoso al concejal Guillermo Zapata de Ahora Madrid, el caso reciente más escandaloso ha sido la petición fiscal de más de dos años de cárcel por unos tweets con chistes sobre el vuelo de Carrero Blanco.

Ciertamente, estas actuaciones vienen favorecidas por una legislación penal que adolece de falta de seguridad jurídica por la ambigüedad de figuras como el enaltecimiento del terrorismo (aplicada mayormente en referencia a una organización que ya es historia, aunque el Gobierno de Rajoy se obstine en obstaculizar la entrega y destrucción de su arsenal) o la ofensa a sus víctimas (que no distingue entre víctimas inocentes y torturadores o dictadores, denostados no por víctimas sino por verdugos).

Pero puede resultar sorprendente la especial saña contra el uso de Twitter, no utilizada contra textos similares publicados en medios tradicionales impresos. Y no parece que la razón sea su mayor difusión: normalmente, los tweets en cuestión solamente han empezado a ser ampliamente conocidos a raíz de su denuncia.

Posiblemente una razón sea que haya otros medios para controlar la prensa impresa, como la supresión de publicidad que ha llevado al cierre a algún medio molesto, aunque en su defecto jueces como Baltasar Garzón o Juan del Olmo han estado prestos a implantar la censura.

Y lo que probablemente molesta a los guardianes de la injusticia es que Twitter, por su facilidad de uso y su gratuidad, puede ser utilizada por cualquier persona, permitiendo así la proliferación incontrolada de informaciones y opiniones divergentes. Y tales guardianes parecen ser la antítesis de Voltaire, el auténtico liberal que declaraba estar dispuesto a dar su vida para defender la libertad de palabra de sus discrepantes.

Frente a ellos, y también con independencia de que estemos de acuerdo con lo que dicen, es esencial defender la libertad en Twitter: con ello estamos defendiendo la libertad de expresión no sólo del gremio periodístico, sino del conjunto de la ciudadanía.