RedRoj@
CIBERGUERRAS
Rafael Pla López
Singularmente, desde el Partido Demócrata norteamericano están
centrando sus ataques a Trump
en las eventuales conexiones de su campaña electoral con los hackers
rusos, más que en su xenofobia o su negacionismo del cambio climático
(aunque también). Quizá pretenden así buscar la complicidad de
representantes del derechista Partido Republicano reviviendo una guerra
fría que ya ganaron hace 25 años.
En el fondo de esa campaña está la denuncia por la eventual
interferencia de Rusia en las elecciones norteamericanas, mediante
filtraciones y manipulaciones a través de Internet. Y pasan por alto
que Estados Unidos ha estado interfiriendo y manipulando en múltiples
países desde hace décadas, primero a través de medios convencionales y
después también a través de Internet (curiosamente, recientemente hemos
sabido que los recortes de gastos exteriores que propone Trump afectan
a las millonarias subvenciones a la oposición en Cuba y Venezuela).
Claro que esa hipocresía no nos puede extrañar cuando vemos a la
primera potencia nuclear, y la única que ha usado armas nucleares
contra ciudades, protestar porque otros Estados se doten de dichas
armas (jugando además a la tergiversación de llamar "pruebas nucleares"
al lanzamiento de misiles balísticos sin armas nucleares).
Curiosamente, las primeras denuncias contra Rusia vinieron al atribuir
a hackers rusos el origen de la filtración difundida por Wikileaks de
correos electrónicos que demostraban la parcialidad de la dirección del
Partido Demócrata en favor de Hillary
Clinton y contra Bernie Sanders.
Es decir, les acusaban de haber difundido una información verídica,
podríamos decir, parafraseando a Al
Gore, una verdad inconveniente.
Porque precisamente la credibilidad de Wikileaks radica en que difunde
información verídica. Tanto es así que han acusado de revelar secretos
a sus fuentes, como Chelsea Manning,
finalmente liberada in extremis
por Obama.
Y es que precisamente lo singular de las "Ciberguerras" es que pueden
ser llevadas a cabo no sólo por Estados u otras organizaciones
terroristas, sino también por entidades civiles y pacíficas, que en
muchos casos lo que hacen es difundir la verdad frente a las
tergiversaciones del Imperio, como las que pretenden presentar como
héroes democráticos a sus títeres violentos en Venezuela. En ese
contexto, no puedo menos que hacer mía la recomendación final de un
artículo de la revista Time del 29 de mayo sobre el hackeo de la
democracia: decir la verdad.
Ésta es, en efecto, nuestra arma definitiva en la ciberguerra en marcha.