LENINISMO Y MARXISMO

Rafael Pla López

suplente del Comité Central del PCE

Francisco José Martínez publica el 25-11-18 en el Mundo Obrero digital un artículo titulado “El debate del leninismo en el PCE (1972-2018)”. Pero singularmente, a pesar del título, pasa casi directamente del IX Congreso del PCE en 1978, al XX Congreso en el 2017, con tal sólo una breve referencia al XIX en 2013. Y en su referencia al XX Congreso cae en una contradicción: si en el primer párrafo afirma que “el PCE ha decidido volver no tanto a definir de nuevo el PCE como un partido marxista-leninista como a afirmar que su análisis de la realidad y su práctica política se van a basar en “las aportaciones del marxismo-leninismo y del socialismo científico””, lo cual se corresponde con lo que realmente se aprobó, posteriormente afirma que “el XX Congreso del PCE celebrado el pasado diciembre ha vuelto a definir el PCE como marxista leninista”, lo cual no se corresponde con el texto de los Estatutos que cita a continuación, en el cual se declara que “el PCE es un partido revolucionario, internacionalista y solidario, feminista, ecologista, republicano, antifascista, federalista y laico”, aunque sí con el artículo publicado el 29-1-2018 por Enrique Santiago en el Mundo Obrero digital.

Afirma Francisco José Martínez que “Definir el partido como marxista-leninista es más restrictivo que definirlo como marxista revolucionario y privilegia una forma específica de entender la doctrina y la practica comunista frente a todas las demás existentes, por lo que en ese sentido es más un empobrecimiento que un enriquecimiento, un estrechamiento de la propia tradición al menospreciar las tradiciones no leninistas del movimiento obrero revolucionario que van desde el consejismo a la socialdemocracia de izquierdas”. Esa afirmación no tiene sentido, dado que la definición del Partido como “marxista revolucionario” en su IX Congreso pretendía también distinguirlo de otras opciones de izquierdas, sean estas “consejismo” o “socialdemocracia”, lo cual no supone menospreciarlas ni excluirlas de la confluencia de la izquierda que encarnó el proyecto de Izquierda Unida.

Pero al pasar por alto la historia del Partido entre 1978 y 2013-2017 está ignorando que el abandono del leninismo en el IX Congreso no condujo a una ampliación del Partido, sino más bien a una serie de escisiones. Y hay que recordar que se abandonó el “leninismo”, pero no el “centralismo democrático”, y bajo la dirección de Santiago Carrillo se produjeron una cadena de expulsiones, tanto de “marxista-leninistas” como de “eurocomunistas”, y una drástica reducción de su militancia, conduciéndole a la marginalidad política, especialmente a raíz de su hundimiento electoral en 1982.

Y precisamente cuando el PCE, encabezado por Julio Anguita (que por cierto había defendido el leninismo y criticado el “eurocomunismo”), comenzó a recuperar influencia social, se recuperó el marxismo-leninismo en 1989 en un congreso de fusión del PCE con parte del PCPE, una escisión “marxista-leninista” de 1984. De manera que no es cierto que el leninismo se haya recuperado en el 2017 después de 40 años…

Francisco José Martínez también pasa por alto otros episodios de la historia del PCE, como la aprobación (por cierto, con el voto a favor de Enrique Santiago) en su XIII Congreso de la propuesta presentada por la Plataforma Comunista Libertaria de la que yo formaba parte, y que entre otras cosas declaraba que «Nuestra perspectiva socializadora debe ser a un tiempo anticapitalista y antiautoritaria, fundiendo las tradiciones comunista y libertaria con las aportaciones de los movimientos actuales en una nueva síntesis emancipatoria». Puede encontrarse un amplio relato de los acontecimientos de la historia del PCE desde mi ingreso en 1968 hasta 2016 en mis “Memòries Disperses”.

Pero Francisco José Martínez también se confunde al intentar distinguir el “marxismo revolucionario” del “marxismo-leninismo”. Así, afirma que “Nuestro marxismo es revolucionario, decían los eurocomunistas, porque se opone a otros tipos de marxismo que no lo son, como el socialdemócrata o incluso y de forma paradójica el marxismo-leninismo, ya que sobre esta doctrina no se puede fundamentar hoy la revolución en nuestras sociedades, ya que hoy no se trata de destruir el Estado capitalista sino de transformarlo”. Pero precisamente la propuesta de destrucción del Estado capitalista no fue formulada por Lenin sino por Marx, en particular en su obra “La Guerra civil en Francia” escrita en 1871 a raíz de la Comuna de París. De modo que lo que realmente parece propugnar Francisco José Martínez no es el abandono del leninismo sino del marxismo, lo cual ciertamente se corresponde con la práctica reformista del PCE a raíz del IX Congreso, centrándose en la lucha institucional en el marco de lo que ahora llamamos “régimen del 78” y renunciando incluso a luchar por la república, cuya reivindicación no se recuperó hasta el XIII Congreso, por cierto a través de la aprobación (también con el apoyo de Enrique Santiago) de una enmienda que presentamos desde el País Valencià. El Comité Federal del PCE ya aprobó una autocrítica por ello.

De modo que la especifidad del leninismo en relación al marxismo no era la lucha por la conquista del poder político (sin excluir que se haga por vías democráticas, pero requiriendo romper la estructura jerárquico-autoritaria del Estado burgués para desarrollar una democracia participativa que empodere a los pueblos otorgándoles la capacidad efectiva de decidir). Y tampoco lo era un “centralismo democrático” que de hecho es consustancial al funcionamiento de cualquier organización democrática en la que la minoría debe aceptar los acuerdos adoptados por mayoría.

La aportación esencial de Lenin, que continúa plenamente vigente, es destacar la relevancia del factor subjetivo para la lucha por el socialismo y el comunismo, no descansando únicamente en la base económica (sin dejar de tenerla en cuenta) sino impulsando también la lucha teórica-ideológica. Si Marx afirmó que “No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia” (Prefacio a la “Contribución a la Crítica de la Economía Política”), Lenin enfatizó que no debe esperarse a la formación espontánea de dicha conciencia, sino que es necesario un “partido de vanguardia” que precisamente encabece esa lucha para desarrollar la conciencia emancipatoria del pueblo explotado y oprimido. Y en la actualidad, cuando la crisis económica del capitalismo ha propiciado el ascenso de posiciones fascistas de extrema derecha, ello se hace especialmente relevante, y por tanto también una auténtica asunción del leninismo.