Estamos comprobando una vez más cómo los amos del mundo, quienes encarnan al Gran Capital y al GloboImperio, violan su "democracia" cuando sus resultados no les interesan. Igual que hicieron en Chile, cuando Allende resultó electo, igual que hicieron en Angola y Mozambique cuando sus respectivos movimientos de liberación consiguieron la independencia y fueron refrendados en las urnas, lo mismo que hicieron en Nicaragua ante la victoria primero popular y luego también electoral del Frente Sandinista, lo mismo que en Panamá con el secuestro de su presidente Noriega, igual que hicieron en el 36 en España ante la victoria electoral de la República, los poderosos hacen migas sus propias leyes, y se ríen de sus "derechos" y sus constituciones.
Los procedimientos siempre son los mismos: desconocimiento de los resultados que les han sido adversos, demanda de repetición (daneses e irlandeses saben de eso por lo que respecta a su entrada en la UE) o de abandono de quien el pueblo eligió o/y apoyó con su acción cotidiana (a menudo incluso con su propia vida). Y si no es así, comienzan "los hechos": sabotaje y devastación de la economía del país (esto incluye desde la destrucción de cosechas e infraestructuras, hasta el colapso industrial o incluso la contaminación bacteriológica de la cadena alimenticia) acompañados o no de bloqueo externo según los casos, desatamiento de un clima social de exasperación que promueva la ingobernabilidad, acciones terroristas a centros de producción y comerciales o a simples lugares públicos, provocación de muertos y, por último, si el caso lo requiere, intervención militar directa (golpe militar local y/o ejército "gendarme" externo) o indirecta ("contras").
En Venezuela Chávez llegó a la Presidencia con el 56.20% de los votos emitidos, a pesar del absoluto control mediático y de las continuas amenazas de golpe por parte de la oligarquía. Porcentaje que aumentó hasta casi el 60% en las elecciones del 2000, ya bajo una nueva Constitución ("Bolivariana") que se aprobó en referéndum con el 71.21% de votos después de haberse consultado, en un proceso constituyente sin precedentes en el mundo, barrio por barrio, localidad por localidad, aldea por aldea.
Chávez representa una experiencia nueva para la izquierda (ni caudillo popular a lo Pancho Villa, ni populista -por más que se empeñen en presentarlo así- a lo Perón, ni "comandante en jefe" tipo Frente revolucionario, ni líder guerrillero triunfante a lo Ché o Fidel), que ésta tendrá que aprender a interpretar, más allá de esquemas tópicos.
Chávez es una construcción colectiva propia de la por más tiempo imposible cohabitación nacional entre un sistema representativo totalitario que privatizó la política para la burocracia oligárquica, y una "sociedad excluida" sin cauces de expresión ni de acceso a ningún beneficio de la enorme riqueza del país. Una población que según las propias fuentes oficiales estaba en la pobreza en más de un 60%, siendo a la vez la más desarticulada de todo el continente (sin apenas organizaciones sociales o políticas).
Chávez es en cierto modo el parto de esas circunstancias propias de un modelo corrompido hasta el tuétano, que se desgasta a sí mismo, y es incapaz también de ofrecerse a sí mismo por más tiempo la alternancia. Se trata del mismo capitalismo periférico que empieza a estallar en Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia y poco a poco en todas partes.
Chávez es el producto de mil luchas, y de otras tantas brutales represiones de una población cansada de vivir en la miseria mientras los petrodólares inundaban las cuentas de la oligarquía económico-política del país [que se adueñó privadamente de todo el ciclo de producción, distribución y consumo]. Una oligarquía que alternándose en dos partidos, COPEI y ADECO, evadió del país en treinta años el equivalente a 5 planes Marshall, que se embolsó en torno a 300.000 millones de dólares, y que hizo cómplices suyas a las burocracias de unos sindicatos totalmente verticalizados, las mismas que hoy hacen huelgas para la patronal contra la democracia (por eso mismo, ¡qué asombroso!, sin perder el salario).
Chávez es el resultado del descabezamiento de las escasas organizaciones y movimientos populares, de la eliminación sistemática de líderes y opositores llevada a cabo por los gobiernos que se llamaron "democráticos". La autodenominada Coordinadora Democrática que hoy sabotea el país, agrupa o representa a los mismos que masacraron o aplaudieron las masacres de Caracas ("caracazo") en 1989 y los asesinatos estudiantiles de 1991, los mismos que dejaron a un país exhausto tras vender todos sus recursos a las multinacionales de la OCDE. En ella está la escuálida burguesía venezolana, que se benefició con la miseria de todos los demás.
Chávez es la propuesta del pueblo cuando el pueblo, desangrado, ya no pudo ir más lejos por sí mismo, y militares "nacionalistas" se levantaron para tomar el relevo y proponer una alianza cívico-militar prácticamente sin precedentes en la historia latinoamericana.
Por eso poco importa lo que Chávez-persona sea. Lo importante es que fue modelado por esa población que empezaba a ser pueblo, a ser sujeto social, y él tuvo que expresar su discurso, tuvo que aprender a ser ella. Lo importante es que por primera vez en la historia venezolana Chávez-pueblo abre la posibilidad de que la "sociedad excluida" de siempre se autoorganice, abre la esperanza de que en breve ya no se necesite de él, como la mariposa ya no precisa de la crisálida, que sólo tiene sentido para posibilitarla.
La "revolución bolivariana" ha comenzado a sentar los cimientos de esa metamorfosis: los círculos bolivarianos, los círculos de producción, los sindicatos bolivarianos, la Asamblea de Barrios, la Asamblea Popular, empiezan a poder significar eso. Por primera vez hay posibilidades para la población venezolana de una "cultura política", de una formación social.
Algunas de sus medidas también comienzan a ser esperanzadoras: transformación institucional sin par, racionalización y conversión progresiva de la política fiscal, acuerdos con las comunidades indígenas para que recuperen el control de sus tierras, aguas y subsuelos, alfabetización y programas de nutrición infantil, reivindicación nacional de los recursos, fijación estatal de las tarifas eléctricas, creación del Banco de las Mujeres, Ley de Tierras para comenzar a distribuir las mismas a costa de los latifundios, "siembra del petróleo" para invertir buena parte de sus ganancias en el campo…
Demasiadas cosas para que los poderosos de la Tierra se queden de brazos cruzados. El gobierno y las multinacionales españolas, que junto con el PSOE, se apresuraron a saludar el "derrocamiento" de Chávez (los primeros en el mundo) y el "triunfo de la democracia frente al populismo" tras el fallido golpe de abril, han vuelto a la carga*. La "TV privada" del PP, Antena 3, y en conjunto todo el aparataje mediático, carga de nuevo baterías para decirnos quién debe gobernar en Venezuela.
Chávez, que ha permitido que los media queden en manos de la burguesía, tiene que vérselas con lo mismo, sólo que en su propia casa (¿qué gobierno europeo permitiría eso?). Un presidente que se propone la tarea de distribuir la riqueza y al mismo tiempo no puede permitirse el lujo de incumplir de golpe con el FMI, juega en la cuerda de la muerte (y no precisamente en sentido metafórico).
La "democracia" de los poderosos, ya se sabe, sólo vale cuando les vale a ellos. Cuando a nadie se le ocurre desafiar a las diferentes versiones de lo mismo que han preparado.
Con la Guerra contra Irak como horizonte inmediato, el petróleo de Venezuela cobra cada vez más importancia. Con las luchas extendiéndose por toda América Latina, un gobierno hecho por el pueblo es un peligro intolerable.
Especialmente cuando detrás de los poderosos, dirigiéndolos, fuerte entre los fuertes, siempre está EE.UU.
MRG-Valencia; Espai Alternatiu PV; SOdePAU PV.
* Para una versión documentada sobre la implicación del gobierno español en el fallido golpe a Chávez de abril, ver http://www.pce.es/mundoobrero. Documento del 24.05.02.