Comunismo, democracia
Rafael Pla López
intervención en la reunión del Comité Federal del 17 de marzo del 1

        Camaradas, en nuestra anterior reunión me "lucí" haciendo un llamamiento a la unidad que la práctica demostró estar alejado de la realidad: en dicha reunión se expresó la división más grave del Partido desde hace tiempo, que además parecía tener más que ver con lealtades personales que con confrontación de ideas, y a raíz de una convocatoria que según el dictamen de la Comisión de Estatutos los incumplía. ¿Qué hacer a partir de ésto? ¿Seguir dando vueltas al tema o intentar avanzar en el debate? Aunque la reunión anterior me obliga a ser más escéptico, os pido que apostemos por lo segundo, aprovechando además que hemos recibido previamente los informes.
        Encuentro, además, que en dichos informes hay muchas cuestiones estimables, como las referencias al movimiento de antiglobalización capitalista y por un espacio democrático internacional, a la evitación de las obras hidráulicas faraónicas, al reparto de la población, al requerimiento de partir de las necesidades reales de la gente, a la dinámica neoimperialista y a la participación posibilitada por las nuevas tecnologías, así como el método propuesto para el Congreso.
        He encontrado a faltar, especialmente en la mención de fechas importantes, la cita de junio en Barcelona contra la globalización capitalista, que debería incorporarse para tensionar al Partido hacia ella.
        Y en el temario para el Congreso, considero que debería retomarse y actualizarse nuestro Manifiesto. Coincidiendo con que la identidad comunista sólo se realiza en la práctica cotidiana, dicha realización requiere de su proclamación pública, como hicieron Marx y Engels en 1848. Pero si dicha proclamación estaba también clara en nuestro Manifiesto, adaptada a las condiciones de finales del siglo XX, resultó muy confusa en los documentos publicados tras el 15 Congreso, y debería ser restaurada, actualizándolo además en el contexto de nuevo movimiento contra la globalización capitalista, atendiendo a la relevancia estratégico de un movimiento que es cada véz más directamente anticapitalista, antiautoritario, internacional y alternativo.
        Y sobre la situación en España encuentro un grave déficit: el gobierno, lejos de tener una "actuación formal moderada", manifiesta claros síntomas de un creciente autoritarismo: su negación de las libertades políticas de los "sin papeles", su condecoración póstuma a un torturador, su negativa a condenar el golpe de Franco, su descalificación de los discrepantes, incluídos la Conferencia Episcopal y la Audiencia Nacional cuando no se pliegan a sus designios, las amenazas a la autonomía universitaria, y como colofón el aznarazo contra los derechos laborales, configuran un panorama que, desde la prepotencia de la mayoría absoluta, representa una amenaza contra la democracia e incluso contra el equilibrio de poderes establecido en la Constitución.
        Siendo importante conectar la estrategia y la táctica, nuestra lucha global por un espacio democrático internacional debería completarse con un llamamiento a la unidad de todas las fuerzas democráticas en el Estado Español en defensa de la democracia frente a su principal amenaza, procedente actualmente del partido gobernante.