Camaradas, las ponencias presentadas pueden ser una buena base para
el debate del XVI Congreso. Encuentro en ellas aportaciones valiosas, aunque
las ponencias estén mal hilvanadas y tengan reiteraciones, incoherencias
e insuficiencias que deberían superarse en el debate congresual.
Para contribuir a ello, presento formalmente como
enmienda de adición el texto titulado "El
comunismo, movimiento y objetivo global". Dicho texto pretende
clarificar nuestros objetivos comunistas con la referencia del Manifiesto
aprobado en el XIV Congreso, conectándolos con las nuevas realidades
del movimiento contra la globalización capitalista, que es tanto
anticapitalista como antiautoritario. Por cierto que la referencia
a que "las posiciones comunistas no coinciden con los límites
orgánicos" sólo se entiende en el contexto de la afirmación
de que debemos estar en dicho movimiento "con nuestra personalidad y
propuestas" comunistas.
Habría que destacar también la crisis
de legitimidad del neoliberalismo inducida por dicho movimiento, a la que
ha respondido con una ofensiva militarista. Señalemos que habiendo
presentado el texto en cuestión en el Comité Federal del
30 de junio, lo ocurrido después del 11 de septiembre confirma lo
que allí se planteaba frente al militarismo y el autoritarismo capitalista,
como fenómeno global y no sólo de España. Y hace aún
más perentorio que la legalidad democrática internacional
que hay que restablecer, más que "consolidar", incluya el respeto
al derecho de autodeterminación frente al intervencionismo
imperialista.
Habría también que superar el confusionismo
entre democracia política y social (con una economía
mixta de propiedad social y propiedad privada), socialismo (superadora
del trabajo asalariado y con distintas formas de propiedad social, incluyendo
propiedad individual) y comunismo (sin clases ni Estados). Señalemos
que la distinción entre propiedad privada e individual, introducida
por Marx, es fundamental: la primera es propia del capitalismo y queda
efectivamente fuera de la planificación social; la segunda puede
ser propia del socialismo con un carácter social insertado en dicha
planificación.
Hay que insistir también en que debemos articular
más que "representar" a los sectores sociales populares.
Debemos plantear con más precisión
nuestra oposición a la mercantilización de una investigación
que sigue siendo esencialmente pública frente a un capital escasamente
comprometido con ella.
Habría que corregir lo que se dice del último
acuerdo de pensiones, dado que éste no incluye formalmente "el compromiso
de ampliación del periodo de cálculo a toda la vida laboral
a partir del año 2003".
Respecto a la discriminación de género
no se debería hablar genéricamente de una "tradición
oriental": China es tal oriental como Afganistán, y la "tradición
occidental" tampoco contemplaba la igualdad formal. Por otra parte, no
habría que citar a Engels en vano, y en relación a las cuotas
debería suprimirse un párrafo innecesariamente ofensivo para
el conjunto de dirigentes del Partido, tanto varones como mujeres.
Habría que matizar que IU, como movimiento
político y social, no puede tener los mismos "fundamentos teóricos
y organizativos" que un PCE que debe tener su propia identidad comunista.
Respecto a la estructuración de la Secretaría
de la Mujer, habría que cuidar la terminología hablando de
los distintos niveles organizativos del Partido (no "provincial" y "nacional").
Finalmente, propongo una enmienda alternativa a
la presentada al artículo 20 de los Estatutos sobre la elección
de delegados congresuales: "Su elección se hará mediante
lista abierta respetando la proporcionalidad". El procedimiento y su
argumentación se explican en mi "Propuesta
de sistema electoral para el Partido Comunista de España".