PROPUESTAS PARA EL XVI CONGRESO DEL PCE
Rafael Pla López
intervención en el Comité Federal del PCE del 17 de noviembre del 2001

Camaradas, las ponencias presentadas pueden ser una buena base para el debate del XVI Congreso. Encuentro en ellas aportaciones valiosas, aunque las ponencias estén mal hilvanadas y tengan reiteraciones, incoherencias e insuficiencias que deberían superarse en el debate congresual.
    Para contribuir a ello, presento formalmente como enmienda de adición el texto titulado "El comunismo, movimiento y objetivo global". Dicho texto pretende clarificar nuestros objetivos comunistas con la referencia del Manifiesto aprobado en el XIV Congreso, conectándolos con las nuevas realidades del movimiento contra la globalización capitalista, que es tanto anticapitalista como antiautoritario. Por cierto que la referencia a que "las posiciones comunistas no coinciden con los límites orgánicos" sólo se entiende en el contexto de la afirmación de que debemos estar en dicho movimiento "con nuestra personalidad y propuestas" comunistas.
    Habría que destacar también la crisis de legitimidad del neoliberalismo inducida por dicho movimiento, a la que ha respondido con una ofensiva militarista. Señalemos que habiendo  presentado el texto en cuestión en el Comité Federal del 30 de junio, lo ocurrido después del 11 de septiembre confirma lo que allí se planteaba frente al militarismo y el autoritarismo capitalista, como fenómeno global y no sólo de España. Y hace aún más perentorio que la legalidad democrática internacional que hay que restablecer, más que "consolidar", incluya el respeto al derecho de autodeterminación frente al intervencionismo imperialista.
    Habría también que superar el confusionismo entre democracia política y social (con una economía mixta de propiedad social y propiedad privada), socialismo (superadora del trabajo asalariado y con distintas formas de propiedad social, incluyendo propiedad individual) y comunismo (sin clases ni Estados). Señalemos que la distinción entre propiedad privada e individual, introducida por Marx, es fundamental: la primera es propia del capitalismo y queda efectivamente fuera de la planificación social; la segunda puede ser propia del socialismo con un carácter social insertado en dicha planificación.
    Hay que insistir también en que debemos articular más que "representar" a los sectores sociales populares.
    Debemos plantear con más precisión nuestra oposición a la mercantilización de una investigación que sigue siendo esencialmente pública frente a un capital escasamente comprometido con ella.
    Habría que corregir lo que se dice del último acuerdo de pensiones, dado que éste no incluye formalmente "el compromiso de ampliación del periodo de cálculo a toda la vida laboral a partir del año 2003".
    Respecto a la discriminación de género no se debería hablar genéricamente de una "tradición oriental": China es tal oriental como Afganistán, y la "tradición occidental" tampoco contemplaba la igualdad formal. Por otra parte, no habría que citar a Engels en vano, y en relación a las cuotas debería suprimirse un párrafo innecesariamente ofensivo para el conjunto de dirigentes del Partido, tanto varones como mujeres.
    Habría que matizar que IU, como movimiento político y social, no puede tener los mismos "fundamentos teóricos y organizativos" que un PCE que debe tener su propia identidad comunista.
    Respecto a la estructuración de la Secretaría de la Mujer, habría que cuidar la terminología hablando de los distintos niveles organizativos del Partido (no "provincial" y "nacional").
    Finalmente, propongo una enmienda alternativa a la presentada al artículo 20 de los Estatutos sobre la elección de delegados congresuales: "Su elección se hará mediante lista abierta respetando la proporcionalidad". El procedimiento y su argumentación se explican en mi "Propuesta de sistema electoral para el Partido Comunista de España".