INTERVENCIÓN PARA EL
COMITÉ FEDERAL DEL PCE DEL 6 DE FEBRERO DE 2011
Rafael Pla López
Desde
el acuerdo global con el Informe, quería plantear algunas aportaciones
y correcciones:
- Cuando plantea correctamente "asumir la defensa de la
democracia como una seña de identidad de la izquierda"
(página 5) sería oportuno añadir "En
esa línea, exigimos el fin de las exclusiones amparadas en la Ley de
Partidos".
- Habría que sustituir "la aplicación del llamado
Proceso de Bolonia" (página 6) por "de la llamada Estrategia
Universidad 2015 en el marco del proceso de Bolonia" para
ajustarse a lo que se dice. Habría también que suprimir la referencia
al Proceso de Bolonia como un "plan" que "acompaña" al Tratado de
Lisboa (página 9), por no ajustarse a la realidad.
- Después de "fortalecimiento del sindicalismo
de clase" (página 6) habría que añadir "y reivindicativo",
para mayor precisión.
- La expresión "implantar un nuevo sistema
social, político y económico en la que la economía no este supeditada a
ningún control político, sino que se ponga en manos de los
profesionales o técnicos al servicio directo del capital"
(página 7) es muy confusa: ni es "nuevo"
ni se pone en manos de los técnicos, sino de los financieros. Habría
que sustituirlo por "consolidar
un sistema social, político y económico en que la economía no está
supeditada a un control democrático sino que la política se supedita al
control del capital financiero".
- Cuando habla de "los que han estado en la huelga
general" (página 11) habría que añadir "y quienes se oponen al recorte
de las pensiones".
- Y en varios párrafos habría que sustituir "Para ello" (páginas
4 y 5) por "Por ello"
para ajustarse al sentido de lo que proponemos.
Y habría que profundizar en las repercusiones del acuerdo
sobre
pensiones, que supone un punto de inflexión negativo en la resistencia
frente a la ofensiva neoliberal. Y debemos comenzar asumiendo nuestra
propia responsabilidad en la debilidad de la clase trabajadora. La
huelga del 29S fue un éxito como huelga general del proletariado
industrial, pero fracasó el intento de convertirla en una huelga
nacional de la ciudadanía, y no se extendió más allá del ámbito de
incidencia directa de los sindicatos, mostrando la debilidad de la red
social y política que la apoyaba. La debilidad institucional y de
implantación social de la izquierda real ha conducido a una sensación
de soledad de la clase obrera que no ha facilitado su resistencia a las
agresiones, sino propiciado una rendición de las direcciones sindicales
mayoritarias, temerosas de no poder frenar desde la calle y las
instituciones medidas aún más dañinas. En este contexto, es correcto
centrar las críticas en el Gobierno y no en las direcciones sindicales
mayoritarias, pero ello sólo será sostenible si éstas renuncian a
descalificar la resistencia a los recortes y no convierten la rendición
en una apología de las medidas a las que hace sólo un mes nos oponíamos
conjuntamente. Y, en un marco de creciente descrédito de los sindicatos
entre la mayoría no sindicada de la clase trabajadora, aunque debamos
seguir trabajando dentro de los sindicatos relativamente mayoritarios,
buscando mantener puentes para restablecer la unidad de clase, habrá
que reforzar las relaciones y el trabajo con y en los sindicatos y
otras organizaciones minoritarias que se oponen a los recortes: a corto
plazo, la refundación de
la izquierda no la haremos con quienes se resignan, sino con quienes
resisten. Y aunque no podamos descartar un estallido
social en un país con casi 5 millones de parados, y de hecho nadie
previó lo ocurrido en Túnez y Egipto, no podemos confiar en que ello
ocurra, y debemos contar con que previsiblemente la resistencia sea
minoritaria a corto plazo, siendo nuestra tarea central consolidarla e
impulsar su expresión política, después de que se hayan mostrado
claramente las limitaciones de una movilización exclusivamente social y
sindical.