INTERVENCIONES EN EL COMITÉ FEDERAL DEL PCE DEL 5 DE MARZO DE 2017
Rafael Pla López

Desde el acuerdo global con la mayor parte de lo que se plantea en el Informe, considero que algunas afirmaciones deberían modificarse para ajustarse a la realidad.
 
Así, habría que sustituir en la página 1 "la existencia de una America Latina independiente será prácticamente imposible" por "habrán herido de muerte la independencia de América Latina": continuaría siendo un futuro posible por el que luchar.

Y sustituir en la página 2 "la presentación de un único pensamiento" y "esta hegemonía del pensamiento único" por "la ausencia de alternativa de izquierdas": la emergencia de movimientos fascistas como el que encabeza Trump suponen precisamente una alternativa de derechas a la quiebra del pensamiento único de la globalización neoliberal. Igualmente, sustituir "que se oponen al TTIP o a la UE para defender los intereses de las burguesías locales, no de la clase trabajadora" por "que se oponen al TTIP o a la UE desde un discurso xenófobo y de división de la clase trabajadora entre nativa y foránea": no está claro que defiendan los intereses de las burguesías locales, especialmente en Estados Unidos.

Añadir en la página 3, tras "con derechos que no se recuerdan en ningún otro procedimiento judicial", "hasta su aplicación a Blesa y Rato", recalcando el carácter de clase de la supuesta Justícia.

Sustituir, en la página 4, "para que no se consolide el pensamiento único, por el que la  clase trabajadora y las capas populares asumirían la nueva situación" por "frente al pensamiento único neoliberal y el fascismo, evitando que las capas populares asuman la nueva situación", por las razones antedichas.

Sustituir también "la Reforma Laboral" por "las Reformas Laborales": son dos distintas.

Por otra parte, en la página 5, hay que destacar que la marcha de mujeres en defensa del trabajo digno debe impulsarse desde los marcos unitarios del movimiento feminista, posiblemente uniéndolo a otras revindicaciones del mismo, y potenciando así el empoderamiento de las mujeres en dicho movimiento, siguiendo el ejemplo de la Marcha de Mujeres contra Trump que ha unificado a todos los sectores progresistas. En particular, sería importante vincularlo a la lucha por un mundo sin fronteras, como ha hecho el Movimiento Feminista de València para el 8 de marzo.

En este marco, nuestro apoyo al Paro de Mujeres del 8 de marzo debería incluir el apoyo a los paros laborales parciales (entre 12 y 14, 18 y 20 y 21 y 23 horas) a los que ha dado cobertura legal la Confederación Intersindical (http://www.intersindical.es/comunicados/2017/007_Comunicado_OM_huelga8M_27022017.pdf), y en los que también pueden participar solidariamente los hombres. La convocatoria no debería centrarse en el trabajo doméstico, afectando únicamente en la práctica a las mujeres con pareja heterosexual que no comparta adecuadamente las tareas domésticas, y que no podría extenderse al cuidado de niños, ancianos y enfermos a menos que pudieran ser sustituídas en dicho cuidado.

El Paro debe plantearse en el marco de la lucha de clases, no sustituyéndolo por una lucha dentro de la clase, que no debería calificarse como "feminismo de clase". Habría que destacar que, según los datos aportados por la Secretaría de la Mujer, las mujeres con trabajo fuera de casa trabajarían en total 10 horas y 29 minutos diarios, mientras que los hombres trabajarían en total 10 horas y 16 minutos, es decir, únicamente 13 minutos menos.  Por tanto puede deducirse que la causa de la desigualdad en la dedicación a las tareas domésticas es en buena parte la discriminación laboral de las mujeres, y por tanto la lucha debería centrarse sobre la causa más que sobre los efectos, como sugeriría centrar la movilización del 8 de marzo en un paro de delantales colgados.

Claro que habría que evitar caer en la falacia estadística, según la cual si mi vecino tiene 2 vacas y yo no tengo ninguna, estadísticamente tenemos 1 vaca cada uno. Aunque según los datos aportados ha habido un avance considerable en la participación de los hombres en las tareas domésticas, limitado fundamentalmente por la discriminación laboral de las mujeres, puede suponerse que existen aún hombres absentistas en las tareas domésticas que dedican a ellas menos que el promedio, pero en tal caso debe haber también otros que dedican más que el promedio, hasta niveles prácticamente igualitarios. Por ello, sólo tendría sentido una reivindicación en el ámbito doméstico frente a los primeros, pero no limitándose al 8 de marzo, sino exigiendo la realización igualitaria cotidiana de las tareas domésticas, siendo conscientes de que ésta sólo podrá realizarse plenamente cuando se supere también la discriminación laboral, que debería ser el objetivo central.

Respecto a la propuesta de protocolo contra el acoso sexual dentro del Partido, habría que comenzar preguntándose sobre su necesidad, dado que la condición de comunista de sus miembros debería excluirlo. Si hay datos de lo contrario, debería informarse de ello, dada su gravedad. Pero en todo caso el protocolo debería evitar caer en la sexofobia: lo rechazable no es el carácter "sexual" de una actitud, sino que tenga un carácter intimidatorio, degradante u ofensivo, como correctamente estipula la Ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. No tiene sentido referirse genéricamente a miradas y bromas calificadas como "sexuales", o a comentarios sobre el aspecto aunque sean laudatorios en vez de ofensivos. Si se concluye que hace falta un protocolo, podríamos adoptar el de la UJCE, que está formulado en unos términos mucho más adecuados.

Y respecto a la resolución contra la transfobia, debería plantearse como una lucha contra la discriminación, sin entrar en el espinoso terreno de los límites a la libertad de expresión, frecuentemente enarbolados por los liberticidas y defensores de la Ley Mordaza.