REFLEXIONES PARA EL XVII CONGRESO DEL PCE
Rafael Pla López

Hago estas reflexiones desde el acuerdo básico con el documento del Comité Federal. Entiendo, en todo caso, que sería conveniente una mayor precisión en el apartado 4 para distinguir entre compromisos tácticos y alianzas estratégicas, algunas correcciones en los apartados 5, 6 y 8 para respectivamente evitar confusiones en relación al mundo del trabajo, hacerse eco de las repercusiones del desarrollo tecnológico y clarificar nuestra posición respecto a la igualdad cultural y la autodeterminación, y algunas adiciones en el apartado 7 y en las propuestas organizativas para respectivamente explicar los valores alternativos del feminismo y clarificar la acción en los movimientos sindicales y la correspondencia entre derechos y deberes. Todas esas propuestas están contenidas en las enmiendas que he presentado en mi Agrupación y que pueden encontrarse en http://www.uv.es/~pla/pce/enm17con.htm .

Pero en estas reflexiones querría referirme sobre todo a las "Aportaciones" planteadas por Andrés Hidalgo, Javier Alcázar, Rubén Fernández, Marga Ferré ( http://www.pce.es/pcei_pl.php?id=565 ). Dichas Aportaciones se centran fundamentalmente en los apartados sobre el PCE e IU, pero su contenido se refiere en ambos casos básicamente a IU, y se desarrollan lógicamente a partir de la premisa de que el PCE habría delegado en IU "las funciones electorales, programáticas, institucionales y lo fundamental de las relaciones internacionales y de la mediación con la sociedad", delegación que según ellos debería mantenerse, frente a la propuesta de asumir todas las funciones de un Partido Político excepto la representación institucional. Es de agradecer la claridad del planteamiento, que explicita las opciones de fondo que se plantean ante el Congreso.

Resulta, con todo, sorprendente la afirmación de que el PCE habría delegado en IU las funciones programática y de mediación con la sociedad. De hecho, ello fue en su día la propuesta de los ex-camaradas que posteriormente formarían Nueva Izquierda, y que fue rechazada por la mayoría del PCE.

Delegar en IU la función programática significaría en la práctica renunciar a tener objetivos programáticos propios, y por tanto a nuestra identidad comunista específica. Por el contrario, tanto en el XIII como en el XIV Congreso se aprobó un "Manifiesto del PCE para la izquierda" cuajado de propuestas programáticas de fondo, por la República Federal, por el Socialismo y por el Comunismo, parte de las cuáles serían posteriormente asumidas por IU. Porque una cosa es que hayamos ido vehiculando nuestras propuestas programáticas a través de IU, y otra cosa habría sido que hubiéramos renunciado a  nuestra capacidad de elaboración de propuestas programáticas,  incluyendo el mantenimiento y desarrollo de nuestros objetivos a largo plazo sin supeditarlos a su asunción por IU, que en tanto que no es una organización comunista no tiene por qué asumir objetivos como el comunismo en sí mismo, que para nosotros es irrenunciable y consustancial a nuestra identidad.

Por otra parte, delegar sin más en IU la mediación con "la sociedad" equivaldría a reducir el PCE a una corriente interna de IU. Pero ello sería una consecuencia lógica de haber renunciado a la función programática: sin objetivos programáticos propios, no tendríamos nada que decir directamente a "la sociedad". En particular, habríamos renunciado a las labores generales de propagación de las ideas del comunismo y el socialismo, y a intervenir directamente en la lucha ideológica. Deberíamos incluso renunciar a distribuir el Mundo Obrero, o en todo caso reducirlo a un boletín interno. Por el contrario, en la medida en que no  hemos renunciado a nada de todo ello nos resulta imprescindible dirigirnos directamente a "la sociedad", y en particular a la clase trabajadora y el conjunto de los sectores populares que pensamos pueden ser la fuerza motriz del cambio social.

Claro que nuestra interlocución con la sociedad y con la clase trabajadora se realiza en buena medida a través de todo un conjunto de "mediaciones", que en todo caso no se reducen a IU, sino que incluye sindicatos y todo tipo de asociaciones y movimientos sociales emancipatorios. De hecho, somos conscientes de que la transformación social que propugnamos requiere de la autoorganización social, del desarrollo de un tejido social con voluntad de alternativa a los existente y que permita ir articulando la reflexión y la acción colectiva. Y queremos situarnos de igual a igual junto a y en relación con los demás colectivos, sin prepotencias pero también sin subordinaciones, desde nuestra soberanía y desde el respeto a la soberanía de los demás. Y propugnamos que IU haga otro tanto: nada más lejos de nuestro proyecto de movimiento político y social que una IU encerrada en las instituciones.

Porque el razonamiento de los citados camaradas es asombroso cuando del hecho de que sólo renunciemos a las funciones institucionales deducen que queremos "a IU únicamente como una plataforma electoral". Todo lo contrario: queremos que tanto IU como el PCE incidan en los movimientos y en el tejido social organizado. Lejos de nosotros entender dicha incidencia conjunta como una "competencia". Todo lo contrario: muchas veces habríamos deseado una mayor implicación de IU en movimientos sociales en los que trabajamos.

Probablemente haya sido el tema del Tratado Constitucional Europeo un ejemplo paradigmático: el PCE asumió su responsabilidad definiéndose contra el mismo sin pedirle permiso a nadie, y en consecuencia participando en las plataformas creadas al efecto. Y no pudimos sino congratularnos cuando por fin el conjunto de IU se sumó a dicha dinámica.

Claro que sólo si encuadramos a IU dentro de un proyecto de movimiento político y social entenderemos que la soberanía del PCE no es un obstáculo, sino un coadyuvante necesario de dicho movimiento.