Hago
estas reflexiones desde el acuerdo básico con el documento
del
Comité Federal. Entiendo, en todo caso, que sería
conveniente una mayor
precisión en el apartado 4 para distinguir entre compromisos
tácticos y
alianzas estratégicas, algunas correcciones en los apartados 5,
6 y 8
para respectivamente evitar confusiones en relación al mundo del
trabajo, hacerse eco de las repercusiones del desarrollo
tecnológico y
clarificar nuestra posición respecto a la igualdad cultural y la
autodeterminación, y algunas adiciones en el apartado 7 y en las
propuestas organizativas para respectivamente explicar los valores
alternativos del feminismo y clarificar la acción en los
movimientos
sindicales y la correspondencia entre derechos y deberes. Todas esas
propuestas están contenidas en las enmiendas que he presentado
en mi
Agrupación y que pueden encontrarse en
http://www.uv.es/~pla/pce/enm17con.htm
.
Pero en estas
reflexiones querría referirme sobre todo a las
"Aportaciones" planteadas por Andrés Hidalgo, Javier
Alcázar, Rubén
Fernández, Marga Ferré (
http://www.pce.es/pcei_pl.php?id=565
). Dichas
Aportaciones se centran fundamentalmente en los apartados sobre el PCE
e IU, pero su contenido se refiere en ambos casos básicamente a
IU, y
se desarrollan lógicamente a partir de la premisa de que el PCE
habría
delegado en IU "las funciones electorales, programáticas,
institucionales y lo
fundamental de las relaciones internacionales y de la mediación
con la
sociedad", delegación que según ellos debería
mantenerse, frente a la
propuesta de asumir todas las funciones de un Partido Político
excepto
la representación institucional. Es de agradecer la claridad del
planteamiento, que explicita las opciones de fondo que se plantean ante
el Congreso.
Resulta, con
todo, sorprendente la afirmación de que el PCE
habría
delegado en IU las funciones programática y de mediación
con la
sociedad. De hecho, ello fue en su día la propuesta de los
ex-camaradas
que posteriormente formarían Nueva Izquierda, y que fue
rechazada por
la mayoría del PCE.
Delegar en IU la
función programática significaría
en la práctica
renunciar a tener objetivos programáticos propios, y por tanto a
nuestra identidad comunista específica. Por el contrario, tanto
en el
XIII como en el XIV Congreso se aprobó un "Manifiesto del PCE
para la
izquierda" cuajado de propuestas programáticas de fondo, por la
República Federal, por el Socialismo y por el Comunismo, parte
de las
cuáles serían posteriormente asumidas por IU. Porque una
cosa es que
hayamos ido vehiculando nuestras propuestas programáticas a
través de
IU, y otra cosa habría sido que hubiéramos renunciado
a nuestra
capacidad de elaboración de propuestas
programáticas, incluyendo el
mantenimiento y desarrollo de nuestros objetivos a largo plazo sin
supeditarlos a su asunción por IU, que en tanto que no es una
organización comunista no tiene por qué asumir objetivos
como el
comunismo en sí mismo, que para nosotros es irrenunciable y
consustancial a nuestra identidad.
Por otra parte,
delegar sin más en IU la mediación con
"la sociedad"
equivaldría a reducir el PCE a una corriente interna de IU. Pero
ello
sería una consecuencia lógica de haber renunciado a la
función
programática: sin objetivos programáticos propios, no
tendríamos nada
que decir directamente a "la sociedad". En particular, habríamos
renunciado a las labores generales de propagación de las ideas
del
comunismo y el socialismo, y a intervenir directamente en la lucha
ideológica. Deberíamos incluso renunciar a distribuir el
Mundo Obrero,
o en todo caso reducirlo a un boletín interno. Por el contrario,
en la
medida en que no hemos renunciado a nada de todo ello nos resulta
imprescindible dirigirnos directamente a "la sociedad", y en particular
a la clase trabajadora y el conjunto de los sectores populares que
pensamos pueden ser la fuerza motriz del cambio social.
Claro que
nuestra interlocución con la sociedad y con la clase
trabajadora se realiza en buena medida a través de todo un
conjunto de
"mediaciones", que en todo caso no se reducen a IU, sino que incluye
sindicatos y todo tipo de asociaciones y movimientos sociales
emancipatorios. De hecho, somos conscientes de que la
transformación
social que propugnamos requiere de la autoorganización social,
del
desarrollo de un tejido social con voluntad de alternativa a los
existente y que permita ir articulando la reflexión y la
acción
colectiva. Y queremos situarnos de igual a igual junto a y en
relación
con los demás colectivos, sin prepotencias pero también
sin
subordinaciones, desde nuestra soberanía y desde el respeto a la
soberanía de los demás. Y propugnamos que IU haga otro
tanto: nada más
lejos de nuestro proyecto de movimiento político y social que
una IU
encerrada en las instituciones.
Porque el
razonamiento de los citados camaradas es asombroso cuando del
hecho de que sólo renunciemos a las funciones institucionales
deducen
que queremos "a IU únicamente como una plataforma electoral".
Todo lo
contrario: queremos que tanto IU como el PCE incidan en los movimientos
y en el tejido social organizado. Lejos de nosotros entender dicha
incidencia conjunta como una "competencia". Todo lo contrario: muchas
veces habríamos deseado una mayor implicación de IU en
movimientos
sociales en los que trabajamos.
Probablemente
haya sido el tema del Tratado Constitucional Europeo un
ejemplo paradigmático: el PCE asumió su responsabilidad
definiéndose
contra el mismo sin pedirle permiso a nadie, y en consecuencia
participando en las plataformas creadas al efecto. Y no pudimos sino
congratularnos cuando por fin el conjunto de IU se sumó a dicha
dinámica.
Claro que
sólo si encuadramos a IU dentro de un proyecto de
movimiento
político y social entenderemos que la soberanía del PCE
no es un
obstáculo, sino un coadyuvante necesario de dicho movimiento.