TRAS RUANDA, ZAIRE: CRONICA DE UN GENOCIDIO ANUNCIADO. Empecemos por lo general. Entre 1960 y 1988 Africa no ha dejado de descender escalones a nivel internacional. Sus exportaciones, petróleo incluido, pasaron de suponer el 5,8% del comercio mundial, a tan sólo el 2,4%. Algo similar sucedía con sus importaciones. En resumen, Africa dejaba de interesar a Occidente y comienza a ser considerada por el Nuevo Orden Mundial como un "continente prescindible", población incluida. Hace cinco años, Tshimpanga Matala Kabangu, profesor de la Universidad de Lubumbashi, Zaire, escribía en "Cuadernos de Africa- América Latina" (SODEPAZ) un articulo titulado "Zaire, al borde del caos", describiendo la quiebra del estado zaireño y sus causas. Desde entonces la situación lejos de aliviarse, no ha hecho sino agravarse. Por si fuera poco, tras la crisis de Ruanda en 1994 y la entrada en el Zaire de más de un millón de refugiados, la zona donde ha estallado el conflicto era una bomba de relojería de la cual lo único que se desconocía era el momento concreto en el que la misma iba a estallar. Zaire, -antiguo Congo Belga-, a pesar de sus abundantes riquezas (cobre, cobalto, uranio, diamantes, petróleo,...) es uno de los países más pobres del mundo. La razón de mello tiene mucho que ver con el saqueo colonial y post-colonial realizado por Bélgica y Francia, y el sostén político y militar dado por éstos durante 30 años a la dictadura de Mobutu, régimen sanguinario que ha colocado a Zaire en los primeros lugares del ranking mundial de violación de derechos humanos. Por otro lado, en los últimos años, su valor estratégico se ha depreciado mucho. Cuando la URSS y Cuba apoyaban in situ al régimen angoleño, Zaire fue un muro de contención y una base desde la que la pro-capitalista UNITA organizó sus ataques contra el régimen pro- soviético de Angola. Pero hace ya años que la URSS dejó de existir, que los cubanos se fueron y que Angola no es lo que era. Y Zaire, una dictadura en descomposición sacudida por fuertes conflictos internos, se había convertido en un polvorín a la deriva. En el otro extremo del conflicto, las causas que dieron origen al genocidio de cientos de miles de tutsis y al éxodo de más de dos millones de hutus seguían en pie. Hoy en Zaire, al igual que ayer en Somalia o Ruanda, la explicación oficial internacional que se da de estos horrores se fundamenta en el atraso de estos países, a quienes se sitúa poco menos que en un estadio de civilización inferior: tribalismo, atavismo, salvajismo...Por eso luego, cuando el conflicto estalla, se vende la imagen de la incapacidad evidente y congénita de éstos países para dar solución a estos problemas. Es aquí cuando surge el bueno de la película, Occidente, que será el encargado de ayudar económica (comida, medicinas) y políticamente(mediación de la ONU, envío de tropas...) a estos pueblos incapacitados para salir de la situación por ellos creada. Tras el llamado de los gobiernos y medios de comunicación, entrará también en escena la sociedad civil -iglesias, decenas de ONGs,...- y hasta la misma Banca aportará su red de sucursales para difundir el mensaje solidario y recaudar las humanitarias ayudas de la sociedad. Sin embargo, esta versión "étnico-racista" del conflicto deja mucho que desear. En un interesante articulo de Dominique Franche, antropóloga (revista Debats, nov-95) se desvelan muchas de las razones socio políticas de aquel, apuntando que el mismo tiene mucho que ver con los 60 años de colonialismo: "la importación de una antropología bíblica y racista, la deformación de las categorías de identidad como razas, la asimilación de estos modelos extranjeros por las élites locales y la feudalización de la sociedad a través de un sistema colonial impuesto por la administración y las misiones", estarían en la base de lo que, con la descolonización produciría los conflictos tutsis-hutus que hoy conocemos. Así que, como en los western, los buenos no son tales, sino más bien lo contrario. Y Occidente sigue echando leña al fuego, pues no es sino él el responsable de que sea más fácil encontrar en la zona armas que medicinas; porque es él el responsable de la marginación global de Africa de la economía mundial y de la deuda externa que asfixia a estos países; porque es él el responsable de crear en la zona estados artificiales uniendo a la fuerza a pueblos diferentes, o separando a otros según su conveniencia política y porque en última instancia, es él quien ha contemplado impasible los últimos hechos que han hecho de nuevo saltar el conflicto: la desposesión de la nacionalidad zaireña a la población tutsi de la zona oriental de este país; la protección francesa de los genocidas de las matanzas de tutsis en Ruanda en 1994 y de su asentamiento como mafias en los campamentos de refugiados hutus; el apoyo a la dictadura de Mobutu hasta sus últimos momentos; la pasividad, a pesar del embargo formal, ante la situación creada en Burundi tras el reciente golpe de estado de Ndadaye y el genocidio a ritmo lento que allí se da, etc. Así pues, aunque pueda parecer cruel, antes de comenzar a hablar de parches para hoy, es preciso referirse a las soluciones a adoptar mañana: prohibición total de la venta de armas a estos países y consideración como criminales de guerra a los gobiernos y personas que la practiquen; anulación total de su deuda externa y uso integro de su importe en la atención a necesidades sociales; trato comercial preferencial con el Africa pobre; cese radical de la injerencia francesa y belga en la zona; impulso firme de procesos democratizadores que pongan fin a las dictaduras locales y permita el acceso democrático al poder y garantías de seguridad para los grupos minoritarios; desactivación de las concepciones étnico-racistas introducidas y fomentadas por la colonización,... Solamente después de esto habrá que referirse a las medidas a plantear para hoy, afirmando en primer lugar que cualquier intervención militar (EE.UU., ONU), lejos de solucionar el problema, contribuiría agravarlo, debiendo recordar a estos efectos como la intervención francesa en 1994 fue utilizada por el gobierno hutu de entonces para retrasar su huida y consumar el genocidio de los tutsis. Así pues, cabe ahora únicamente el inmediato impulso por la comunidad internacional de un proceso de negociación política multilateral en la zona ligado a las soluciones de fondo antes comentadas y, mientras tanto, en vez de huir de la zona, garantizar la apertura de corredores humanitarios que permitan evitar la muerte anunciada de cientos de miles de personas y el gangrenamiento de la situación política local. KOMITE INTERNAZIONALISTAK