Electroestimulación del suelo pélvico: revisión bibliográfica de esta modalidad y de su efectividad

Arántzazu Ruescas Nicolau. Fisioterapeuta. Cristina Aramburu de Vega Profesora titular Escuela Universitaria de Valencia. José Vicente Torrella Francés Profesor Asociado Escuela Universitaria de Fisioterapia de Valencia.

 

ABSTRATCT

Pelvic Floor Reeducation  is one of the working fields in Physiotherapy. Within it, the electric stimulation of the pelvic floor muscles has been used as a tool in the management of Urinary Incontinence. The raise of those patients at  Physiotherapy Units requires the professionals to  know about the sort of UI therapy treatment, as well as the ability to perform it. Through  a literature review, this paper shows the technique of the electrostimulation as a  treatment modality in UI as well as the successful rates gained with such  therapy.

 

 

KEY WORDS: Urinary Incontinence; Pelvic Floor Reeducation; Electrostimulation ; Efectivity.



 

INTRODUCCIÓN

La Incontinencia Urinaria (IU) es un problema que afecta a una gran parte de nuestra población, sobre todo a la femenina. En  países como Holanda, se ha estimado que esta condición afecta a un total de 500.000 mujeres  (23). Del mismo modo, en el Reino Unido, las cifras epidemiológicas se centran en un 6% de la población global adulta (Continence Foundation, 1993)(30), afectando más a la femenina (9%) que a la masculina (3%). En nuestro país, no existen datos epidemiológicos que reflejen  su prevalencia dentro de la población en su conjunto. Las cifras que se han encontrado conciernen a una población de mil mujeres españolas de edades comprendidas entre 15 y 65 años, entrevistadas en 1995. De éste grupo poblacional, el 1% de mujeres de 34 a 44 años refirió pérdidas de orina, aumentando este porcentaje al 8% en mujeres entre 45 y 54 años y al 12 % en mujeres de 55 a 64 años (31).

El tratamiento de elección de la IU, hasta hace poco tiempo, ha sido el quirúrgico por creerse altamente efectivo. Sin embargo, aunque los porcentajes de éxito de las diversas técnicas quirúrgicas se hayan cifrado en un 80-90 %  (43), otros estudios sugieren que, a largo plazo, los porcentajes de curación pueden ser inferiores al 33%, después de la primera operación. (42). Así pués, el tratamiento de la IU ha pasado a ser el objetivo de la Reeducación del Suelo Pélvico (RSP).

La RSP pretende, mediante el uso de varias técnicas, aumentar la fuerza de la musculatura perineal y mejorar el control de estos músculos en los casos de IU. Dentro de las técnicas fisioterápicas empleadas en la RSP, encontramos que se han empleado métodos como los ejercicios de suelo pélvico, los conos vaginales, la perineometría, el Biofeed-back y la electroestimulación.

El propósito de este trabajo se centra en realizar una revisión bibliográfica de las técnicas electroterápicas empleadas en el tratamiento de la IU, así como de la efectividad de estos métodos de tratamiento (tabla I).

 

Modalidad

Forma de aplicación

Colocación de los electrodos

Duración del tratamiento

Modo de acción

Condición imprescindible

Indicaciones y contraindicaciones

Resultados clínicos

Tabla I. Estructura de la revisión bibliográfica.

MODALIDAD

 

FORMA DE APLICACIÓN

La aplicación de electroestimulación en los casos de IU, puede clasificarse, a grandes líneas, en dos grupos: estimulación máxima aguda y estimulación crónica de larga duración (38,42). En ambos métodos, se emplean corrientes alternas, bifásicas de baja frecuencia. Veamos, separadamente, las características de cada forma de aplicación.

Estimulación máxima aguda.

La estimulación máxima aguda consiste en estimular la musculatura del suelo pélvico durante cortos periodos, con una intensidad de corriente máxima. En este modo de aplicación, la intensidad de la corriente alcanza valores de máxima tolerancia por la paciente, que normalmente oscilan entre 100 y 150 mA (17). El umbral de tolerancia estará en función de diversos factores que dependerán de cada paciente (tabla II).

 

  Calidad de la musculatura estriada perineal

  Impedancia vaginal y edad

  Humedad de la membrana mucosa vaginal

  Estado del ciclo menstrual

  Tolerancia de la paciente / Ansiedad ante la corriente

  Posición de la sonda y electrodos

  Volumen del contenido rectal

  Estado de los tejidos vaginales

 

Tabla II. Factores de los que depende el umbral de tolerancia.

 

Respecto a la amplitud del impulso, y dado que las fibras nerviosas a estimular están situadas profundamente en la cavidad pélvica, se recomienda aumentar la amplitud, excitando así las fibras nerviosas adicionales, lo que resulta en una estimulación máxima del  suelo pélvico. Se ha observado que impulsos de larga duración (1 ms) producen la estimulación selectiva de las fibras sensitivas, mientras que impulsos de baja duración (200 ms) estimulan selectivamente las fibras motoras  (45). Esto es así porque los impulsos de baja duración “imitan” el potencial fisiológico de los grupos musculares pequeños (1). La amplitud del impulso recomendada en los casos de IU para que la estimulación sea óptima es de 150 a 500 ms (29).

 

La frecuencia de la corriente es otro de los parámetros a controlar para buscar los resultados que queremos obtener con este tipo de terapia. Varios trabajos han comprobado que la estimulación con frecuencias entre 20 y 50 Hz es efectiva para aumentar el tono de la musculatura periuretral, mejorando así el cierre uretral (27). Fall y Linström (15) observaron que con frecuencias de 50 Hz las unidades motoras rápidas de la musculatura del suelo pélvico parauretral responsables del mantenimiento de la continencia, se recluían primero. El empleo de frecuencias entre 5 y 10 Hz tiene un efecto de inhibición sobre la musculatura vesical (12-14) . Para obtener una contracción tetánica óptima y cómoda con mínima fatiga, se ha recomendado el empleo de frecuencias entre 35 y 40 Hz (42).

 

En cuanto al ciclo de trabajo, la selección natural del tiempo de estimulación debe ser determinado a partir de la valoración muscular digital de la musculatura del suelo pélvico. El tiempo de estimulación eléctrica durará 1 ó 2 segundos más que la contracción activa. Este tiempo se aumenta progresivamente hasta los 10 segundos (42). Además, se ha de tener en cuenta que cambios en el ciclo de trabajo, hace que se trabajen más especificamente  las fibras de contracción lenta o las fibras de contracción rápida. Eccles y cols (1958) (9) recomiendan la estimulación de las fibras lentas con ciclos de trabajo de 10-20  ciclos por segundo para los casos en que exista un bajo tono y resistencia. La  estimulación de las fibras rápidas con ciclos de trabajo de  5-10 ciclos por segundo, es recomendable en los casos de bajo tono de la musculatura responsable del mecanismo de cierre uretral. El periodo de reposo debe ser de 20-25 segundos. En esta línea, se ha observado que es necesario utilizar una corriente intermitente (2 segundos de estimulación con 5 segundos de reposo) para que la contracción de la musculatura estriada pélvica sea de máxima eficacia.

 

Los tipos de corrientes empleados en la estimulación máxima aguda han sido las farádicas y las interferenciales. Las corrientes farádicas se han dejado de emplear porque, por una parte, se producían lesiones sobre el tejido alrededor del electrodo; y, por otra parte, su aplicación era dolorosa para la paciente. A parte, las corrientes interferenciales se han sugerido como medio para superar el problema de estimulación de estructuras situadas en capas profundas de forma selectiva.

 

Por último, la estimulación máxima aguda presenta dos inconvenientes: primero, ocasiona dolor al alcanzar el umbral de máxima tolerancia; y, segundo, produce fatiga de la musculatura estimulada.

Salinas y Viserda (1995) (38) proponen utilizar amplitudes de corriente inmediatamente por debajo del umbral de máxima tolerancia como solución al primer inconveniente.

En cuanto a la segunda desventaja, algunos autores proponen frecuencias de estimulación de 7-10 Hz en sesiones cortas diarias para evitar este “agotamiento” muscular.

 

 Estimulación crónica de larga duración.

La estimulación crónica de larga duración consiste en la aplicación de sesiones de electroterapia de larga duración, con un estímulo de baja intensidad, que no necesariamente debe llegar al umbral de tolerancia sensitivo. En este caso se utilizan frecuencias de 10 Hz durante varias horas. Fall y Linström (1991) (15) hablan de aplicaciones diarias de 8 horas durante 6-8 meses. Generalmente se utilizan generadores portátiles para que la paciente pueda recibir el tiempo de estimulación necesario sin necesidad de acudir a la Unidad de Incontinencia.

 

En cuanto al tipo de corriente, se trata de corrientes bifásicas asimétricas (1). A diferencia de la farádica e interferencial, este tipo de estimulación permite una fase de recuperación antes de la siguiente estimulación, evitando de este modo, la fatiga muscular.

 

COLOCACIÓN DE LOS ELECTRODOS

 

En la electroestimulación perineal, al igual que en cualquier otra terapia con estimulación eléctrica, la corriente es trasmitida a los tejidos mediante electrodos. Para la estimulación en IU, podemos identificar, básicamente, dos tipos de electrodos(37): los superficiales y los profundos. Los primeros están situados en el exterior del organismo en contacto con piel y mucosas. Son los electrodos cutáneos (monopolares de caucho o autoadhesivos), los anales y los vaginales. Los electrodos profundos, o de aguja, implantados en la raíz nerviosa. Dado que éstos últimos se salen fuera del campo del fisioterapeuta, nos centraremos en los electrodos superficiales.

 

Independientemente del método de estimulación empleado, la colocación de los electrodos es de gran importancia para obtener una máxima contracción muscular. En este caso deben ser colocados tan próximos como sea posible a la musculatura del suelo pélvico. Por ello, la colocación de los electrodos cutáneos ha sido objeto de varios estudios. Laycock y Green (1988) (25) compararon la técnica bipolar con la técnica tetrapolar durante la estimulación con corrientes interferenciales. Encontraron que la técnica tetrapolar producía menor corriente, permitiendo menores niveles de modulación de la amplitud, mientras que con la técnica bipolar, conseguían mayor actividad de la musculatura del suelo pélvico con los mismos parámetros. Su técnica bipolar consistía en la colocación de un electrodo sobre el cuerpo perineal (aproximadamente a 3,5 cm del introito), dado que es el centro de actividad del suelo pélvico (2); y otro electrodo colocado inmediatamente por debajo de la sínfisis púbica (figura 1). Por problemas de incomodidad, se ha sugerido que la colocación de este último electrodo sea por encima de la sínfisis púbica, puesto que se ha comprobado que en esta colocación, la intensidad media de estimulación es menor con la misma magnitud de contracción. (7).


 

Figura 1. Colocación de los electrodos según la técnica descrita por Laycock y Green (1988).

 

En cuanto al tamaño de los electrodos cutáneos, la anchura mínima efectiva es de 5 mm (29). Idealmente, se considera el electrodo de 15 mm el adecuado, teniendo siempre en cuenta la longitud de los brazos musculares.

 

El inconveniente de la estimulación cutánea es que al requerir mayor voltaje y, dado que el umbral de sensibilidad cutánea es menor que el vaginal o rectal, la intensidad de corriente es menor. Por ello, se ha propuesto la vía vaginal o anal para alcanzar mejor la zona a estimular (42) (figura 2 y 3). Además, existen informes clínicos donde se ha demostrado que la estimulación anal o vaginal proporciona una mejor conciencia cortical de la contracción del suelo pélvico. Estas vías de estimulación no están exentas de inconvenientes, siendo le primero y principal la higiene. La adaptación anatómica de los electrodos vaginales puede ser dificultosa debido a las diferentes formas de la vagina. Además, su colocación debe ser estable ya que su deslizamiento hacia el introito vaginal puede producir sensaciones desagradables puesto que existe mayor número de fibras dolorosas. Por su parte, la tolerancia de los electrodos anales es baja ya que la distensión de la ampolla rectal resulta desagradable.


 

 

 

 

 

Figura 2. Colocación del electrodo vaginal.

 


 

 

 

 

 

 

 

Figura 3. Colocación del electrodo anal.

 

 En general, los electrodos vaginales se emplean para mujeres y los anales para los hombres, reservándose la estimulación cutánea para mujeres mayores, vírgenes y niños (42).

 

 DURACIÓN DEL TRATAMIENTO

 

La duración de una sesión   es variable en función del tipo de estimulación empleada.  Plevnik y cols (1986)(35) obtuvieron resultados beneficiosos con sesiones diarias de terapia interferencial de 20 minutos durante 1 mes. En esta línea, otros autores, han conseguido resultados beneficiosos estimulando durante 30 minutos al día, pero con una duración mayor del tratamiento en conjunto (26). En cuanto a la estimulación crónica de larga duración, se ha sugerido comenzar con sesiones de 30 minutos al días para ir aumentando hasta las 3 horas o más.

Respecto a la duración del tratamiento, no se ha comprobado cuál debe ser el periodo óptimo para conseguir los resultados esperados. Hesse y cols (1990) (19) comprobaron que la fuerza muscular de la musculatura del suelo pélvico en mujeres incontinentes aumentaba hasta transcurrida una media de 20 semanas durante la reeducación del suelo pélvico (26).

Se ha comprobado que, por lo menos, es necesario un periodo de 6 meses para aumentar la fuerza de la musculatura del suelo pélvico con un tratamiento global, aunque es posible que las pacientes refieran mejoría de sus síntomas antes incluso de los 3 meses (42). En general, se ha encontrado que la electroestimulación perineal se aplica durante una media de un mes con sesiones diarias o en días alternos (29). Algunos autores proponen que se emplee la electroestimulación perineal hasta que la paciente pueda realizar una contracción voluntaria de grado 3 y la mantenga durante 4 segundos (42).

MODO DE ACCIÓN

El modo de acción de la electroestimulación está todavía sujeto a debate. Se conoce muy poco sobre el  mecanismo exacto de actuación de la electroestimulación en los casos de IU. En principio, la estimulación eléctrica se supone que es una técnica de entrenamiento muscular artificial, donde se produce una hipertrofia muscular y un aumento del tono en reposo de los músculos estimulados (42). Junto a esto, se han propuesto varias hipótesis , sujetas a discusión, sobre  los efectos de la electroterapia  en los casos de IU. Aunque probablemente el mecanismo de acción sea una combinación de todos ellos.

Una primera hipótesis propone que la electroestimulación perineal aumenta la actividad de las fibras de contracción lenta mediante la conversión de las fibras de contracción rápida en fibras de contracción lenta. Existen estudios donde se ha comprobado que la estimulación repetida de las fibras de contracción rápida hace que cambien sus características contráctiles , aumentando la resistencia a la fatiga y mejorando el tono en reposo (34,39). En este sentido, la electroestimulación aumenta el número y tamaño de las fibras musculares tónicas, aumentando así la resistencia muscular. Además, se ha comprobado que la terapia interferencial produce un incremento de la fuerza muscular ocasionado por la actividad de las fibras de contracción rápidas  (5).

También se ha propuesto que la estimulación eléctrica produce la inhibición refleja de la hiperactividad del detrusor a través del III reflejo de Mahoney . La estimulación de los nervios hipogástricos y la consiguiente secreción de catecolaminas (4), mediante mecanismos reflejos espinales, los cuales tienen su parte aferente en los nervios pudendos (14), producen la activación reflexogénica de las neuronas inhibidoras hipogástricas y pélvicas, y la inhibición central de las neuronas excitadoras hacia la vejiga (28). Esta liberación de catecolaminas también tiene un efecto de depresión directa sobre el músculo liso vesical (4), sin que, como comprobaron  Kaneko y cols. (22), la inhibición del músculo detrusor, debilita su fuerza muscular.

 Janez y cols (21) observaron un  aumento de la actividad beta-adrenérgica en el músculo detrusor después de la estimulación del suelo pélvico, mientras que la actividad de los receptores colinérgicos disminuía.

Otros efectos que produce la electroestimulación perineal son, por una parte, la activación de las aferencias del SP y las conexiones reflejas de los músculos (reflejo bulbocavernoso), con el consiguiente cambio de la actividad refleja (15). Así mismo, la electroterapia perineal mejora la reinervación mediante la facilitación del crecimiento axonal de los músculos uretrales y del suelo pélvico, parcialmente denervados. Finalmente, con esta terapia también se produce un fortalecimiento de los ligamentos de soporte de la uretra y vejiga (ligamentos pubouretrales y pubovesicales).

CONDICIÓN IMPRESCINDIBLE

Como hemos visto, la estimulación eléctrica del suelo pélvico produce la contracción de la musculatura esfinteriana anal y uretral, que se acompaña de una inhibición refleja del músculo detrusor. Esta actividad depende de la preservación de un arco reflejo a través del centro sacro de la micción, luego es imprescindible que no exista una lesión del nervio pudendo para obtenerse   resultados con la electroestimulación perineal (37,42).

Paralelamente, la aplicación de la electroestimulación debería cumplir dos requisitos (42): por una parte, debe ser de fácil aplicación y no ocasionar dolor. Y por otra, es imprescindible la estimulación directa de la musculatura que se desea tratar, en concreto, la musculatura del suelo pélvico.

INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONES

Teniendo en cuenta la condición imprescindible para la utilización de la electroestimulación, este tipo de terapia se ha indicado para los casos de Insuficiencia  Esfinteriana (42).

La electroestimulación produce la contracción de la musculatura del suelo pélvico y, por tanto, aumenta la fuerza muscular de dichos músculos, cuya debilidad es responsable de las pérdidas de orina. Al mismo tiempo, esta contracción conlleva una inhibición refleja del músculo detrusor, por lo que está indicado en los casos de I.V.. También se ha recomendado en los casos de IUGE.

Otros autores así mismo recomiendan el empleo de la electroestimulación para educar a la paciente acerca de la localización y acción de su musculatura del suelo pélvico. En ocasiones, se ha comprobado que, cuando la actividad voluntaria puede verse disminuida o perdida, la estimulación eléctrica puede servir de ayuda para mantener o establecer la conciencia de aquellos músculos relevantes y para mejorar la habilidad para contraerlos correctamente (26,42).

En cuanto a las contraindicaciones, la tabla III recoge aquellos casos en los que no se recomienda el uso de la estimulación eléctrica perineal.

 

  Dispositivos intrauterinos

  Disiuria

  Retención urinaria

  Reflujo uretérico

  Denervación total

  Menstruación no sangrante

  Razones psicológicas durante la menstruación

  Infección vaginal o urinaria

  Embarazo

  Cáncer

 

Tabla III. Contraindicaciones de la electroestimulación perineal.

 

RESULTADOS CLÍNICOS

Los resultados clínicos de los trabajos que se han recogido durante los últimos años, cifran los porcentajes de éxito entre un 50 % y 92 %, independientemente del tipo de estimulación (37, 42). Si ésta es tenida en cuenta, estudios sobre varios protocolos de máxima estimulación han demostrado índices de éxito subjetivo y objetivo de hasta el 87% en pacientes tanto con IUE, como con inestabilidad del detrusor (3). Laycock y Jerwood (1993) (26), al tratar de comprobar la efectividad de la terapia interferencial encontraron que en el 66,3% de los casos mejoraba (entendiéndose ésta como la disminución en un gramo en la prueba de la compresa) , aumentando  la fuerza muscular - media de 5,4 mmHg con el perineómetro- y disminuyendo la frecuencia miccional. Eriksen (1989) (11) tras emplear un tratamiento de electroestimulación por vía anal en 121 mujeres con diagnóstico de IUE, IUU e IUM durante 9 meses, obtuvo un índice de cura del 64% en los casos de IUE, y el 54 % en los casos de IUU. Schiotz (41), utilizando frecuencias de 50 Hz en los casos de IUE, obtuvo mejorías del 71% en IUE de grado ligero, 33% en IUE de grado moderado y 25% en los casos graves, con un mes de tratamiento diario. Esta mejoría se mantuvo al año del tratamiento.

Del mismo modo, se ha comprobado que la estimulación crónica de larga duración aplicada en el tratamiento de la IU, disminuye los síntomas de estrés y de inestabilidad del detrusor (11,14,35). Doyle y cols (1974) (6) y Edwards y  Malvern (1972) (10)  encontraron que el porcentaje de cura en los casos de inestabilidad del detrusor era ligeramente superior (media del 70 %) que en los casos de IUE (media del 55%). Fall y cols (1977) (14)  obtuvieron, tras 9 meses de tratamiento con estimulación de larga duración, que 7 de 9 pacientes con IUE, y 6 de 6 pacientes con IUE e IUM, eran totalmente continentes al final del mismo.

En cuanto a la vía de estimulación,   Plevnik y cols (1986) (35) obtuvieron un índice de cura del 48% cuando la estimulación se realizaba por vía anal o vaginal. En el estudio de Sand y cols (40), diseñado a doble ciego con un grupo placebo, se observaron mejorías del 50% en las pacientes con IUE que usaron un electrodo intravaginal, a las 15 semanas de tratamiento. No obstante, otros autores refieren resultados similares independientemente de la vía de estimulación (11,16).

Generalmente, la electroestimulación pélvica se emplea combinada con otras técnicas fisioterápicas. De hecho, los resultados más efectivos se han obtenido mediante la terapia combinada de ejercicios del suelo pélvico y electroestimulación (24,37). En algunos estudios, donde se comparó la efectividad de los ejercicios perineales frente a la combinación de ejercicios y electroestimulación, se encontraron índices de cura objetivos y subjetivos similares (3). En esta línea, Blowman y cols (1991) (1) en sus resultados, refieren una reducción de los accidentes de incontinencia del 100% con aumento de la fuerza muscular (de 5 a 9 mmHg) en el grupo de mujeres tratadas con electroestimulación y ejercicios de suelo pélvico. Dumoulin y cols (1995) (8) estudiaron un protocolo de electroestimulación y ejercicios perineales y encontraron que la presión máxima uretral aumentó sistemáticamente con el tiempo hasta un 92 % y que las pérdidas de orina y la frecuencia de episodios de incontinencia disminuyeron. Por otra parte, en muchos estudios se ha confirmado el efecto beneficioso del ejercicio muscular perineal asociado a biofeed-back y a la electroestimulación, con un índice medio de cura o recuperación social del 65% (44). Con la asociación de biofeed-back y electroterapia, los resultados encontrados no son tan significativos. Meyer y cols (1992) (32) obtuvieron porcentajes de cura objetiva del 5,5 % y de mejoría subjetiva del 8,9 %, sin cambios significativos en los parámetros urodinámicos.

Finalmente, comentar que existen pocos trabajos donde se haya comprobado la efectividad de la electroestimulación aisladamente. Henella y cols (1987) (18), en un estudio donde compararon la efectividad de diversas técnicas fisioterápicas usadas aisladamente, observaron un índice de efectividad del 32% de las pacientes tratadas con terapia interferencial, con un mantenimiento del 28% a los 9 meses. También observaron una disminución significativa de las pérdidas de orina y un aumento significativo de la presión uretral. Laycock y Jerwood (1993) (26) compararon la terapia interferencial  frente a los ejercicios de suelo pélvico y conos vaginales. Encontraron que el 43,5 %  del grupo tratado con terapia interferencial presentaba cura o mejoría de manera objetiva; y que el 60 % refirió cura o mejoría de manera subjetiva. En otro estudio de estos mismos autores, se comparó la efectividad de terapia interferencial con un grupo placebo. En los resultados se obtuvo una disminución significativa de las mediciones realizadas con la prueba de la compresa y de la frecuencia y severidad de la incontinencia. También se observó un aumento significativo de la fuerza muscular del suelo pélvico.

CONCLUSIONES

En la última década, el tratamiento de la IU ha sido objeto de mayor atención y dedicación de la Fisioterapia. Dentro de este campo, el fisioterapeuta ha empleado diferentes técnicas de tratamiento, entre ellas la electroestimulación. El objetivo de este trabajo era hacer una revisión bibliográfica sobre la técnica de aplicación y la efectividad de este tipo de terapia aplicada en los casos de IU. Como resultado podemos decir que la electroestimulación pélvica puede ser aplicada de diversas formas (estimulación máxima aguda y estimulación crónica de larga duración) diferenciadas, principalmente, por la intensidad del estímulo, la frecuencia de la corriente y el tiempo de aplicación. En ambos casos, la vía de estimulación puede ser bien la cutánea, bien la anal o vaginal. Los efectos que obtenemos con este método terapéutico es el aumento de la fuerza muscular del suelo pélvico y la inhibición del músculo detrusor, aunque no están claros los mecanismos de acción a través de los cuales se llega a estos resultados. Es evidente, que se necesita la integridad total o parcialdel nervio pudendo para que se obtengan los resultados deseados, así como una duración mínima del tratamiento  global de 6 meses.

En cuanto a la efectividad, se han encontrado índices de cura entre el 50% y el 92%. La gran diversidad de resultados clínicos de éxito puede deberse, a que existen varios factores que influyen en el resultado de esta terapia. Principalmente, es determinante el estado en el que la musculatura del suelo pélvico se encuentra previo al tratamiento, así como su relación con la edad.

Otros aspectos,  de acuerdo con Susset y cols (1995) (44),  como el nivel de estrógenos, la insuficiencia del esfínter intrínseco de la uretra, la inestabilidad del detrusor y la adherencia de la paciente al tratamiento interfieren de manera significativa en el resultado de la electroestimulación.

 A pesar de que varios autores recomiendan la asociación de la electroestimulación a otras técnicas fisioterápicas como los ejercicios de suelo pélvico o el biofeed-back, existen pocos estudios donde se compruebe la efectividad de esta técnica aisladamente, lo que podría suponer una mejor comprensión del mecanismo de acción de este método. Tampoco se han encontrado trabajos donde se estudiaran los índices de éxito a largo plazo de esta modalidad de tratamiento. Esto puede deberse a la necesidad de continuar con el ejercicio muscular una vez finalizada la terapia eléctrica, hecho que distorsionaría los resultados a largo plazo. Quizá se evidencia aquí que la electroestimulación perineal debería emplearse como terapia complementaria de, por ejemplo, los ejercicios de suelo pélvico.

No obstante, la carencia de conocimientos en este campo requiere que se desarrollen proyectos de investigación cuyo fin sea establecer las bases científicas de la electroestimulación en la IU.  

Como resumen, podemos decir que la electroterapia puede ser una técnica efectiva en el tratamiento de la IU, aunque existen diversos aspectos de este método que necesitan ser aclarados para obtener los mejores resultados posibles.

 

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