CUATRO MOMENTOS
EL COMIENZO
A veces
quiero sentirme indiferente
dar de bofetadas a la gente,
y rendir tregua,
a esta vida
que no es mía.
A veces los impulsos
queman mis solapas
cargando polvora en los botones
de la pertrechada sonrisa.
Encias sudadas de alientos
ahogaron los últimos besos
los últimos guiños.
Que inventaremos ahora
sobre las carnes impolutas de nuestros traseros.
La turgencia ahoga,
pero no aprieta,
mata y no perdona.
Tenemos la agenda contada
y los compromisos estiran de mi bocamanga.
Tu me dejarás tus labios,
yo imprimiré con ellos la firma de mis días
y tus noches.
Avestruz, busco el hueco que perdí.
La huida hacia el ELLO.
Quizás sea sólo el comienzo.
PASION
Sólo irregular, inundaste mi visión del horizonte. Sólo
en escasas
ocasiones desgarrastes los tendones del raciocinio,
mi raciocinio.
Tres, dos, uno, fuego... y pasión.
Vuela, corre, grita, grita y fuego. Todo es, todo puede ser y por lo tanto
será.
Pasión y TODO ES MIO. Tu eres mía, aquello que existe en mi
visión, es mio,
¡y como no!
todo tuyo, yo, aquí y pasión.
Movimiento y celeridad, mil besos por minuto, el abrazo de cienmil kilopondios
que reduciran nuestra tiranía al deseo, de un dulce beso.
Sólo lo que tu me das valdrá para que yo no lo tome.
Pasión, ¡ja!, ya vuelo en torno a tí en picado de seducción.
Todo es mio pues yo lo vi y mi deseo es voraz, hambriento y desesperado.
Sólo así, me saciarás, así como tu sabes..........
y respiraré el aire de vida, que los días me prometieron;
el acero ya se quebró y mis músculos yacen doloridos, vencidos
por ella, la tierna y salvaje, pasajera, que fusionó mis sentimientos
sobre la remota oscuridad de mi pasado, animal.
LA LUCHA
Es sin duda mi mayor afrenta,
la obcecación en la recaida,
la disipación de lo vivido y conseguido.
"Nada vale nada y lo que valió, ya no lo vale".
Negras y retorcidas palabras.
Ruines y miserables pensamientos.
Metálica mezquindad cubre la visera de mi casco de plomo.
Pero la sangre sigue siendo roja.
Y caliente
y fuerte.
Ya empezó la contienda, como tantas otras veces.
La pasión combate a la mezquindad.
Los golpes estremecen mi mundo, el mundo, ¿qué mundo?.
Por las hendiduras, se asoman los sentimientos y el yelmo acorazado se resquebraja,
llevandose adheridos trozos de mi carne, de mi dolor.
El dolor y el placer se abrazan sobre mis circunvoluciones cerebrales,
chispeando sinapsis desconcertadas.
En el campo de batalla dos guerreros miran sus mutuas heridas,
uno se aleja portando su pendón.
El otro, lame su sangre dibujando una sonrisa insatisfecha.
- Volveré, volveré, no te quepa duda. Volveré y como
antaño te venceré.
El aire palpita con los últimos ecos y el guerrero que quedó,
el vencedor que fue vencido y que aún habrá de luchar,
clava su pendón en el erial de las laberínticas formas de
mi mente.
Ahora es tiempo de esperanza.
EL FINAL
Con el destino a cuestas, sentí rodar por la cuesta. Pero rodé
hacia delante, contra la fuerza de una graciosa gravedad.
Antes todo me lo habían dicho a medias, ahora ya lo se. Ahora todo
es mentira, sólo quedaron dos o tres sentimientos, por lo demás
demasiado confusos para distinguirlos con claridad. El odio y el amor me
susurran que siempre me engañaron y que tan sólo me moví
en un vacio inexistente, guiado por la locura de lo sutilmente inútil.
No se que pensar, un cosquilleo me alerta ante la falsa trascendencia de
las últimas decisiones y el pecho, el pecho pesa.
Una vez me dijeron que los pensamientos flotaban en el universo, en forma
de ondas de bajísima frecuecia, será esa la solución
a la inmortalidad, el formar parte de una lista de favoritos, de los mejores
pensamientos interestelares. Siempre pensé que el demiurgo ordenador
de la geometria de nuestras vidas y alrededores, debía ser un fetichista
de cuidado.
Respirar, expirar, respirar, expirar,..., el final llega y a pesar de las
concienzudas campañas de asesoramiento a las que he sido sometido,
en esta vida que no es vida, aún no se a donde voy, si es que voy
a alguna parte. Sólo el cambio de mi SER se hace patente, mi última
esperanza es que al final del trayecto no haga demasiado frio pues olvidé
mis calcetines en el cajón de la mesita.
Emilio Sáez Soro.
