EL CÍRCULO SE

CIERRA












Un círculo luminoso que va transfiriendo y proyectando en imágenesoníricas las posiciones "materializadas" o visualizadasde cada uno. Tras la conjunción final, una pasión común.


Un resplandor difuso fué concentrando su esplendor azulado; cercandocada vez más las intenciones, los quebrantos, las angustias y lasansiedades. El agujero azul, concentraba en un círculo la terriblefuerza de todas las páginas escritas en estado de levedad existencial.


El círculo azul surgió del tintero que habitaba en nuestroscorazones de papel. En aquel encuentro la pasión azul se alimentaría,libando palabras de nuestros labios, rascando con su fina uña lacorteza de la viejas ideas para succionar la ambrosía que lubricanuestras ilusiones, el combustible explosivo de la pasión.


En aquel encuentro la humedad de nuestras miradas traslucía la emociónque nos inspiraba la presencia, siempre exigente, del círculo enigmático.
La danza de la luz fijó un rostro y los orificios de la nariz, delos oídos, de la boca y cada por de la piel se vio invadido por luz,por el azul de la pasión.




El anfitrión de la luz habló llenándonos de gozo.



Ahora ya no tengo límites, mi rostro será la gárgolade mil cabezas que todas las esencias deja fluir por sus múltiplesfauces. El amor no estará vedado a mis personajes que saciaránsu perpetua insatisfacción interpretativa. El órdago constantese amparará a mis pies y la presentación y representaciónserá insaciable.... y placentera. Los dedos se me escaparánde bufones de palacios de papel, con balaustradas sostenidas en estilográficasrománicas. Seré el más devoto fraile de mi congregaciónapasionada y os llevaré al huerto, para abusar de vosotros y contaros,lo que nunca me atreví y vosotros siempre deseásteis.






El orador comenzó a desprender vapor azul y su presencia se hacíamás tenue. La carne languidecía volviéndose atmosférica,hasta que en el momento en que una tenue mariposa nocturna se posóen la luz de su hombro, deshaciendo el espejismo y borrando una imagen queya no era cuerpo.





¡Qué sensación!, ante la sorpresiva desapariciónde la atmosfera azul, el rojo del asombro comenzaba a formar un nuevo aurade premonitoria presencia. El rojo fluía como un ser vivo y circulabaen espiras hacia una nueva protagonista. El rojo vivo quiso habitar en ellaberinto de su melena y su esencia se perdió iluminando las infinitasgeometrías capilares.





Te vendo unas palabras amables a cambio de un paseo por el mar. Por dentro,por arriba, por la orilla, por donde quieras. Estaré más cercade poner las palabras justas en mis labios y en mis dedos, si la tinta tienela profundidad de un agua marina.
Los cabellos se me hicieron caracolas y sólo cuando sumerjo mi seren las profundidades, se van a saludar a los hipocampos, o a montarse unparipé con las ostras perlíferas.
La delicia de los baños bajo la luna llena, acabaron sin remediocuando mis amigos descubrieron que Venecia se hundía un centímetromás, cada noche que volvía con la humedad aún pegadaal cuerpo y la luna resplandeciendo, reflejada en cada una de las gotasen mi piel.






La luz quedaba tenue entre los brazos que se amontonaban en mi espalda.Sobre las piedras torturé mis rodillas suplicando ayuda. Y aúnsintiendo el peso que aplastaba mi rostro hacia la tierra inmisericorde,me quedó un resquicio de vista para observar una mano amiga que elevómi conciencia al conocimiento de su ciencia amistosa.







Quisieran mis manos y mi pluma orillar un surco donde sólo discurrieseel dorado bálsamo de la concordia.
Fuí sembrando frondosos melocotoneros para obsequíaros conla fruta que os acariciaría antes de comerla.
Y mientras nos deleitábamos con tus obsequios, te sentaste sobreuna roca y sencilla desnudabas el torso de tus sentimientos, hasta que laroca creció tanto de satisfacción que ya en las alturas perdíamosla compostura de tus palabras.
La roca no dejó de crecer y ahora deleitas a las aves con palabrasque se transforman en mariposas e hipnotizan sus vuelos.





El tiempo pasaba y el fluir de los escritores andantes era continuo. Losilustres visitantes vaciaron sus vasos con solo mirarlos. Se quedaron enla casa de las letras almendradas, lamentando no haber llegado con el hambrede dulce literatura pegada a los talones.
Llegaron las damas y los caballeros a proteger un castillo para que jamás,como hasta entonces, tuviese defensas, ni espuelas en las plumas de susguerreros.


Tres reinas de corazones nos mandaron sus tronos por carta, la corte seriamosnosotros, los vasallos, las sonrisas sospechosas del delito de genuflexiónmetafórica.






Resplandores hay azules como el forro de nuestros bolsillos celestiales;como el del rayo que no cesa de huir de un trueno cachondo que se sale porsus fulgores y aunque todos los resplandores, son luz de fuego hechos esenciatemporal, yo vi una vez la prolongación de un resplandor azul, hastaque me olvide de que estaba contando.












De los ojos del cielo a la indecisión en la Tierra, sólo existela indefinición de una materia que no se atreve a reformarse, portemor a herir la sensibilidad de las criaturitas que juegan a armar rompecabezasimposibles, de sinuosas caligrafías y concupiscentes presunciones;hasta que la delicada mano, roza con ligereza el punto de la i latina ycomienza la sinfonía.




Todas las palabras sangran bajo la afilada punta de mi estilográficaapasionada. Rasgo la piel de un pergamino, que suplica clemencia a la espinade mi escritura y aunque ya dejé de escribir con uñas y dientes,no puedo dejar de devorar las esquinas de unos escritos, que poco a pocome sumerjen en veladas ensoñaciones azuladas.





Alargo las As tan alto que pinchan las ventrudas panzas de las nubes, paraque en su irritación me envíen toda la fuerza de sus truenos,las maldiciones de sus relámpagos, y así, incendiar el papelcon cada letra, carbonizar las ventanas de los sentimientos en cada acento,volviendo a sentirme viva cada segundo que la pluma flota libre en el interiorde mi mano.









Y así volveremos al principio.

Llevame de la mano, a degustar los frutos que maduran en el jardínoculto de tu privilegiada cabeza. Quiero paladear las rimas con sabor achocolate que anoche me dedicaste. Añoro los tiempos en los que leercomiendo, o comer leyendo era la norma obligatoria. Y en los que comer leyéndotey leer comiéndote, era una muestra de refinada educación.Malos tiempos para una lírica, que si no es electrónica, noes. Sólo nos queda la gastronomía literaria, últimorecurso del escribidor apasionado; de la palabra a los labios, de los labiosa los tonos rojizos del caldo armonioso que nos alegrará y abrillantaránuestras miradas.




Nuestras palabras, nuestras palabras sí, fueron las hijas adoptivasde aquel, que por generoso, no dijo más noes que los escritos, yapostó por el si con libro de instrucciones graciosas, al compásde la trompetas amables y el himno a la alegría de la creatividadbien recibida. Muchos años son más que muchos, si la compañíaenriquece y yo, ya me siento viejo de tan bien acompañado.




Y a quién me lee y me ha leido, le contaré que comencéa soñar, que escribía mientras perseguía corriendo,una voz que me leía historias magníficas, poemas desgarradosy todo tipo de fabulaciones extraordinarias. Me acostumbré a escribircon el sudor que me producía el correr, y perseguí todas lasnoches en sueños, aquella voz que me dictó esta historia ymuchas otras que os contare cuando vuelva a llover.

Emilio Sáez Soro