Poesía en el umbral de la palabra.
MANUEL TAMARIT
QUIZÁS HAN HUIDO LOS SENTIDOS
Quizás han huido los sentidos
cuando tomo el desayuno
en medio de la ciudad,
y aunque sucediera en el campo,
han huido los sentidos,
que veo los trenes en su recorrido,
y me siento diluido
en ningún medio,
quizás han huido los sentidos
por no atraparlos a tiempo.
Han huido, estoy seguro.
Si me encuentra el sol en el amanecer,
que me encuentren ellos,
cuando hablo, cuando escucho,
cuando veo, cuando quieran,
que estoy cansado.
Si me encuentran los alientos
de los que viven a mí alrededor,
que me encuentren ellos,
cuando viaje el viento,
cuando lleguen pasos del mar
a las orillas.
Cabalgan entre las historias,
entre las líneas de versos de poetas,
en especiales lugares, pero que no cuentan con laberintos.
Solo están ahí, huidos,
cabalgan sin jinete.
Quizás, con la guía de algún destino.
Que me encuentren ellos,
no será preciso ninguna llamada,
ni lugares definidos.
Que me encuentren ellos.
Cabalgan, claro que sí.
Solo los míos han huido.
Si veo la luz del mediodía me ciego.
Si me alcanza la noche:
Deja que busque el sentido
en lo sublime, o incluya
en ella lo que parecía insignificante.
Su oscuridad tranquila me conmueve.
Y me pregunto porque sin respuesta.
Me ha vencido el viento
hoy en la mañana,
y a los árboles desnudos del otoño,
viendo como transcurren, transitan,
se detienen: hechos, objetos,
historias sin nombre.
Me ha vencido el viento,
hoy,
para el pasado o el futuro,
para la lujuria, o la contemplación,
con una imagen:
El vuelo de una pluma
desde el cielo al árido suelo.
He contemplado las estrellas,
las nebulosas, constelaciones completas,
difuminadas en el cielo de noches
que no recuerdo, y su luz, que por lejana
viene del pasado, me deja inmerso
en los lugares, en los sucesos
que reconocen mi memoria.
¿ Y dónde está la paz, expresión:
escrita o palabra?
En este mismo instante
deteniendo mi línea.
¿ Y dónde está, la traducción de mis sueños,
el ir y venir de mis circunstancias,
cumulo del tiempo?.
Cuando necesito que surjan,
como la lava del volcán,
Respuestas cercanas.
Hoy que necesito que formen surcos
mis pies al caminar,
que desaparezcan los edificios y
surjan verdes valles,
hoy que necesito que las caricias
se detengan en mi piel,
como jamás antes se detuvo
el mar frente a las costas, y
la música me deje sin más
imaginar.
Sonríeme cuando la luna no desee salir,
y la lluvia aturda la tarde.
Déjame escuchar juntos los rumores
de aquella tarde, junto a la ventana
en la casa vieja.
Aquella tarde en la que los platos
quedaron cubiertos
con almendras y miel, y el mar
nos hablaba con un murmullo
de olas.
Sonríeme aunque no tengas deseos
de nuevo, junto a aquel rompeolas,
en las rocas desgastadas y luminosas
por las caricias del mar.
La luna formo una noche
distinta con su silueta,
en el horizonte.
El espíritu de la luz que cambiaba
cabalgo sobre mis recuerdos,
cabalgo por mis venas,
y hoy tengo sus sombras.
Aquellos contravientos que ocultaban
la luz se han ido,
y me voy quedando unido
a la risa, o al llanto
en un dulce tránsito,
sin deseos de abandonarlo,
convertido en un especialista
de la nostalgia,
tomando lección de la experiencia
en cada espacio que las nubes
pasean el cielo.
CONSUELO SANAHUJA
LOS GATOS NEGROS
El gato negro
Bosteza dientes amarillos.
La noche amarilla duerme
Estrellas negras
Que sueñan en la noche
Como gatos amarillos
Deseando ser vidrieras
Granates de deseo
Desde siglos vigilantes
De amores azules.
Una vez derrotados
Todos los asombros.
Cierra la ventana, amor
Que entra el frío
Y hiela las gardenias
De la colcha.
El gato negro bosteza
Dientes amarillos.
Y allá en el firmamento
Se ha caído una estrella
Desahuciada de la noche.
Una estrella que habla de
Penélope y Ulises
Cuando ambos tejían
Una colcha sin gardenias
-sólo Machín sabía de estas cosas-
No nos digamos nada
Hasta que no amanezca
Para entonces yseremos otros.
Fue a las cuatro de la tarde
Desde un balcón,
Cuando descubrí sobre el asfalto
El gato de una sola vida.
Bostezaba negra nostalgia
Con sus amarillos ojos
Y reflexionaba sobre su
Inmediato futuro,
Sobre la extrañeza del mundo
Fue a las cuatro de la tarde
Cuando el sol aplastaba
Las sombras contra el asfalto
Y el cielo contra las piedras.
A las cuatro de la tarde
Y yo sólo tenía cuatro años.
CARMEN SALAZAR
Entre el sonoro susurro del reloj y la penumbra de la tarde, se oye el silencio de las palabras por llegar. Porque... ¿qué son las palabras sino el sonido del silencio desdoblado, descubierto, descorrido... ?
Perseguimos ese no saber qué decir, ese minuto vestido de blanco, esa mano que se escurre entre la tiniebla del vacío y el ocaso. Tan sólo basta deslizarnos, en el más completo abrazo, hoja y lápiz, mano y movimiento, palabra y silencio. ¿Quién esconde cosas por decir que no dijo? ¿Quién hablará de desamor o de esperanza? ¿Quién ocultó entre el cuadrado perfecto de un cajón sus desafíos? ¿No es el papel la piedra por pulir o el ladrillo que apilar?
Sin embargo, las palabras se espesan antes de salir y la mano se entorpece al escribirlas. Y ese largo recorrido por encontrar el momento exacto, por emborronar el morondo papel, es nuestro destino.
Tal vez, el único.
Y SI...
¿Y si el mar izara sus olas
y las cumbres, sus alas?
¿Y si nuestro vuelo fuera
sólo
plumas y chiflón?
¿Y si al declinar la tarde
la borrasca dormitara?
¿Y si en el otoño
el sol abrillantara sus rayos?
LO QUE NUNCA FUE.
Nada hay tan patético
como el desaliento.
Nada más inútil
que la nostalgia.
Nada tan perecedero
como el deseo.
Nada,
tan engañoso,
cual la romanza.
Si
acaso
me preguntas y
deshaces con tus ojos los sentidos,
y ves esa gota que resbala por mi llanto;
si acaso
en el atardecer de un viento roto,
izas las velas del naufragio,
no olvides retirar,
al alejarte,
ese velo que cubre tus ensueños,
pues es
apenas
mármol y piedra lo que
nunca
fue tierno y cálido
amor
humano.
TE DEBO UNA CANCIÓN.
Te debo una canción,
Adriano,
que plasmaste como nadie
la pureza de las formas
y el contraste de los torsos.
Que izaste la piedra
entre áridos desiertos
y angostas plazuelas urbanas.
Que diste al rostro amado
la forma de la piedra
e inmortalizaste el rostro humano.
La muerte de Antinoo
apagó tus ojos de mago,
pero avivó las brasas
de tu corazón de algunos años.
Te sentí vivir entre búsquedas,
errores y desengaños.
Inmortalicé a través de los siglos
una foto de tus ojos
y entre historia y mentiras
llegué a tu alma de antaño.
Y supe que fue grande
quien apagó el fuego del miedo
y se enfrentó cara a cara al fin de los tiempos,
con los ojos abiertos.
¿Quién levantará tu nombre
como tú hicieras en otros tiempos
con tu bienamado?
¿Quién elevará tu alma
más allá de tiempos y distancias?
¿Quién pondrá tu epitafio
cuando cese la llama?
Una breve sombra
recitará un último verso
y éste será como otrora
una incógnita para la historia.
ROSTRO HIERÁTICO.
Te alzas como cumbre
y respiras como río;
te miro como viento
y te siento como muerte.
Te oigo cómo callas
y te toco sin palabras.
Te alzas como estatua
y eres frágil como ola.
No ceso de moverte en tu asistolia
y si te empujo vuelas como globo.
Te estudio como mapa
y viajas como humo.
Te llamas como astro
y no hay estrella que te guíe.
Te inmortalizo con la foto
y ni te inmutas ni te enojas.
Me alejo
y te reencuentro
sin lugar ni hora concertada.
No sé cómo te llamas.
Sólo intuyo que mientras hablo,
tú escuchas mis palabras.
A un adiós respondes
con un breve parpadeo de la mirada.
Y es tu imagen
la sombra que esconde el misterio
del alma humana.
A UN AMIGO SIN TIEMPO.
Allí,
en ese punto,
ya no hay retorno.
Allí,
en esa barca,
ya no hay regreso.
Simples columnas de hormigón
con médula de hierro,
albergan voces y sombras,
rostros sin tiempo.
Allí,
en la pared de alertas,
un rojo vino escupe su miedo.
Sobre el mármol desnudo,
pasos detenidos y un silencio que aterra,
puertas que se cierran en un vaivén de indiferencia
y un gotero que vuela como pájaro en una hoguera.
Blanco mezclado de niebla.
Pasos firmes entre voces secas.
Una mano
con olor a hiedra-
deambula sin rumbo y deja atrás una quimera.
Y el sexo que oye las doce en la miseria.
Pasos sin voces
-afuera-
y una doble imagen
adentro-
con la ventana abierta.
Allí,
en esa barca,
ya no hay regreso.
Allí,
en ese punto,
ya no hay retorno.
ENTRE LA LUZ Y LAS SOMBRAS.
La palabra ha de llevar el lenguaje al punto cero,
al punto de la indeterminación infinita,
de la infinita libertad.
J. Ángel Valente.
En el punto cero;
entre la palabra y la ausencia;
en la indeterminación del instante;
en el fin del comienzo;
ahí,
tan sólo ahí,
el inicio.
En el punto sin luces;
en el cruce sin sombras;
ahí,
tan sólo ahí,
donde la duda se embosca y anida.
Donde ojos que vuelan
y sueños que tiemblan;
entre la luz y las sombras;
ahí,
tan sólo ahí,
radica la esencia:
el perfume que no espira
y la sombra que no quema;
el dolor que se extingue
y la voz que timbrea;
blanco y negro,
en el espejo
-sin luna-
de la espera.
AL AQABAH
Movemos tierra y viento
galopando entre arena
y fuego.
Arrastramos furia
y perseguimos un sueño.
Vivimos entre guerras,
fuerza y miedo.
Somos quimera
en medio del viento,
buscando un venero en el yermo,
ansiando el oasis
y muriendo en silencio.
EL ALMA DEL VALLE VACÍO.
Tocas el aire en el vacío
y rasgas la piel
de la quebrada.
Escuchas el sonido
en la penumbra
abrazando el alma
que se fuga;
y notas del amor su melodía
y timbreas con tu voz
el desaliento,
sabiendo que el otoño
es flor de un día
y el fuego,
la espesura de la noche.
Y el alma del valle vacío
es tu destino,
la madre que esculpió
tu desamparo,
el ojo donde beber
tanto desierto
y la mano
donde encontrar un pueblo.
La voz que encendió
tu lamento.
SOMOS ESPEJOS INSOMNES EN LA NOCHE.
Somos...
Espejos insomnes en la noche,
Tiempo sin medir.
Miedo sin lugar para el eco,
Trazos isoeléctricos,
Pulsos,
Reflejos...
Cae en la noche el último destello.
El pulso con ritmo y el miedo sin tiempo.
La voz que se apaga en un cuerpo de hielo.
Pasos sin rumbo caminando al destierro.
La tierra que cae cerrando voz y misterio.
DA IGUAL LA CALLE
Ahora.
Si las cosas nos sucedieran ahora
cuando la boca
saborea los errores.
Cuando la voz
pronuncia las palabras.
Cuando los nombres
son lacres
en la memoria.
O sal en la penumbra.
Ahora.
Cuando el tiempo de silencio
se nos abre.
Cuando el mar
choca en el rompeolas
y escuchamos del amor
su desaliento.
No antes,
ni después,
Ni ayer, ni mañana.
Ahora.
Tan sólo
en este instante.
EMILIO SÁEZ
AHORA ESPERO
Espero para que el pasado no se vuelva insatisfecho de sí mismo.
Que el océano de segundos acumulado en las profundidades abisales
de la memoria, permanezca calmo y no amenace desbrozar en dudas
las anheladas brisas futuras.
Espero que tu llegada sea siempre larga, así será más intensa.
Sí mi paciencia se agota al punto preciso en el que rompe
el horizonte la luz de tu sonrisa, me reiré de mi vana ingratitud
con el giro de los astros.
Esperar sobre el giro convergente de los planetas la sinrazón
de la inevitable destrucción transgrede los cánones de la memoria
biológica. Yo, prefiero sentarme en el árbol caído y ver como
reverdece la vida en los nudos carcomidos por la humedad. Así
es, en todo caso, posible soportar el cíclico y cansino deambular
del tiempo por las arrugas de mi piel.
Sigo esperando el temblor de la larga linea de acero del ferrocarril.
Cuanto tiempo queda por emplear mirando paneles de horarios, salidas
de portezuelas entreabiertas, mareas humanas que inundan andenes,
pasillos y siempre con la intención de atravesarla con la mirada
buscando el código reconocido en los ojos ansiados.
Cada aliento se precipita arrastrándose por mi cuerpo, descargando
toda el agua de los flujos y reflujos que te atraviesan.
La lluvia marca el tiempo de la espera.
Cuando crepita el agua sobre las baldosas, sientes más ese reloj
interno que destroza mi paciencia, ya fría y húmeda.
Aterido me refugio en un rincón, subiendo a un mínimo escalón
que me pueda salvar de las impertinentes salpicaduras. Cada gota
suena al rumor del olvido que corre entre la filigrana del adoquinado
hacia el sumidero de mis sueños.
Espero agarrado a la luz que se dibuja sobre el arco irisado de
una esperanza que quiero ver surgir entre las nubes, a lomos de
una sonrisa que polarice la angustia de la duda.
Cada gota es un segundo que inunda de tiempo húmedo mis zapatos.
Cada segundo lanza sobre mi cara las frías agujas de la soledad.
Ya, aquí, una hora al abrigo helado de otra desesperada cita de
esperanza.
EL TIEMPO EN LAS PASIONES DEL CUERPO E INCLUSO EN LAS DEL ALMA.
Sí tu cuerpo te pide que mates el tiempo,
es que estás cerca de la pasión.
Sí horadas con la mirada el cuero despellejado de tu inmenso reloj de pulsera,
es que estás deseando matar,
matar el tiempo de los otros,
ese
que te distancia del placer
y llena de segundos de arena
tus ojos
tu respiración.
Así anegado de abrasivo, crujiente tiempo de espera,
intentas sacar la cabeza para descubrir desesperado
que el vidrio de una realidad más fuerte que tu voluntad,
permanece justo unos milímetros más acá que el límite de tus sueños.
Vamos, lo de siempre y resumiendo:
la desesperación de la espera.
Amigo, amiga, ante las lindeces que nos juega la pasión,
de estirarnos el tiempo hasta enrojecernos os propongo lo siguiente:
Que ateis los brazos del amante a las manecillas del reloj de vuestra vida para que el rodar, sea un lento lamido de carne ansiada en la dermis de vuestro ser.
Dormid, al final dormid, así burlareis al gran cerdo de Cronos, concupiscente devorador de energías y de la materia celeste de vuestro amor. Y entre sueño y sueño, tentad al destino levantando las telas, al viento de los jadeos, al son de los temblores de vuestra tierra.
AMPARO LÓPEZ
INCERTIDUMBRE
Ahora que he descubierto el dialogo,
cuando se que hablar no son solo palabras.
Un esfuerzo para dos,
una hoja afilada en la garganta,
cortante sensación que provoca la hemorragia,
no de sangre,
de conciencia, de inconfesables confesiones, de sentimientos.
Hoy que nos queremos en la ciénaga de las dudas,
cuando transcurre en cortejo exasperante la desconfianza,
así te quiero mas mi vida,
y es que presiento la perdida mas estúpida.
Y te añoro en contradicción,
porque siento la laguna inmensa de los celos,
como un muro entre nosotros,
negras aguas de espera,
desesperación al filo de un adios.
Roce de pieles,
paseo de miradas mas allá del corazón,
ya sabemos que la perdida es tan solo una posibilidad
en un inmenso mar de plenitud.
La lucha ha comenzado,
sígueme mas allá del infinito,
que yo seguiré tus pasos como un lazarillo
en busca de la luz,claridad que alumbre nuestro universo de confusas emociones.
NOSTALGIAS
Crece el mar,
hoy que nadie lo reconoce.
Rompen las olas libremente
en el paisaje de los solitarios,
es el suyo un grito de esperanza,
ahora que el sol se esconde pronto.
Vive en la orilla el gemido de algas verdes,
atisbando en un pausado amanecer.
Rugido eterno,
rugido natural, de este mar que hoy toca a difuntos
por una playa que marchó con los tórridos vientos de Agosto.
Una figura,
un paseo sin pausa y sin prisas,
mientras el mundo prosigue su loco caminar
mas allá de estas arenas.
Lugares abandonados,
cuando se busca el refugio invernal
en ciudades de hormigón.
TIEMPOS
Y era así, un sonido cercano,
lejano en el alma.
Un sonido de pájaros hablando en el mediodía.
La torre del reloj habla también, las tres,
y suena como a campanas.
El silencio de un sol de primavera,
y la paz de la soledad momentánea,
calma plácida, que produce excitación.
Es agradable la impresión de sentirse así,
tan enteramente humana.
... Y no hay agua de río,
ni casitas blancas de cal,
ni carros arreando por el camino... Son los ojos.
Los ojos que, al abrirse, traicionan,
porque descubren la realidad inmediata.
Y el sonido, que se escucha cercano,
parece lejano en el alma,
mas cada vez,
cuanto mas percibimos ese rumor intenso,
rumor de tráfico y fábricas,
rumor de fin de siglo loco.
Y, mientras los pájaros siguen parloteando,
los ojos traidores muestran ese canto ancestral
encerrado en domésticas jaulas de hojalata.
DÍA DE SANTOS
Es el día en que el sol parece no querer despedirse nunca,
un sol caliente de verano,
pero es ya Noviembre,
y las frías noches apremian la llegada del invierno.
Y hoy cae el calor como plomo,
sobre la tortuosa avenida polvorienta y desnuda,
vestida tan solo por el paso de las gentes,
gentes en procesión,
gentes en tradición.
Van y vienen, vienen y van,
como cada noviembre de todos los años,
cuando, precisamente, ronda la muerte con mayor saña
al son de timbales invisibles,
llega prendida en las hojas del otoño,
y la vida es un guerrero,
inútilmente armado contra ella.
Pero, las gentes van y vienen,
que este primero de noviembre es como un salmo rogatorio,
mas allá de la visita a los difuntos,
es un recuerdo a los recuerdos,
es un encuentro morboso entre viejos y jóvenes,
poderosos y humildes,
tristes y alegres.
Es la reconciliación, por un día, con el miedo,
quién sabe en busca de que identidad.
Y al anochecer el cementerio recobra su faz tenebrosa,
y los hombres el eterno pavor,
y las flores, tantas y tantas, semejan un intento vano,
el de evitar lo inevitable,
romper lo inexorable.
DESEO
Se siente, se presiente: Llegando a
lomos de un vistazo, de un roce, de
una casualidad. Detalles insignificantes,
cuyas riendas conduce, sin embargo, la
fuerza poderosa del instinto.
Se siente, se presiente: Creciendo
inperceptiblemente ante los ojos; un
"Noseque", un "Nosedonde", demasiado evidente
para el corazón que la razón se empeña
en ocultar. Es el impulso atávico de
engañar al corazón, pieza clave en el
complejo engranaje de este juego.
Se siente, se presiente: Culminando su obra,
acabando de tejer las redes de su trampa
mortal; trampa anhelada, buscada, temida,
querida. Y es la muerte misma la que danza ante
los ojos de la mente, en una extraña catarsis
de la vida: Creyendo morir, cuanto más queremos
vivir.
Aquí llega, el momento exacto en que, por fin,
se libera al corazón de la carga absurda
y convencional de la razón; y fluyen las
emociones, precisas y ligeras: Bajo los
poros, entre las venas, junto a la sangre
febril de una carne definitivamente rendida
ante el deseo; afortunadamente así.
Cuando el sentir ya es una convulsión
de la piel y el presentir una certeza en
los labios temblorosos, el deseo ya lo es
todo y el juego vive: Entre dedos
ansiosos que sobrevuelan , apenas sin posarse,
el desierto más extenso, el más profundo océano;
entre apéndices húmedos y grutas acogedoras. En
el principio y el fin de todas las cosas, el juego
encuentra su filosofía.
Ni se siente, ni se presiente, cuando el deseo
alcanza la más alta cota del amor, cuando
resulta que el juego no tiene solución posible;
cuando ambos se confunden en el ritmo y la
melodía de una canción que debiera ser
eterna.
MARÍA JOSÉ CHORDÁ
ENTONCES AMAR
Detenerse frente al mar
como una letanía
observar la belleza inabarcable
como la impotencia...
ENTONCES AMAR.
Bajo la piel
los sentimientos,
en la sonrisa
las miradas traspasan la piel
nos cuentan...
todo un laberinto incierto
bajo la piel.
Desciende el temor
por el cuerpo y por la duda.
Resbalan los días
uno tras otro, como agua
aumenta el caudal
me desborda.
Tu voz
bajo mi piel
golpea el deseo.
Enmudezco
como la ausencia.
Tal vez el amor
en algún lugar
pasa
Se escapa como un pez
que se eternizara entre dos aguas.
De este modo fluye
aferrándose a una luz
que como luz
tintinea y nos redime
de una oscuridad
que siempre acecha.
El haz y el envés,
la vida.
Iluminar
nunca fue tan solo un gesto
ni amar
una predisposición
tal vez por ello
te quiero.
Tu silencio es de isla
infinito y abierto
las olas se debaten
frente a él
Tu silencio es de vida
y de recuerdo.
Amo ese silencio
desde esta isla
me acoge
como la fuerza.
Tu silencio es tan tuyo
cuando el paso del tiempo
se devana en distancia
Te quiero por lo que callas
nunca la ausencia
Tu silencio será de isla
cuando vuelvas.
Tan cerca
como el vuelo rasante
de alguna gaviota
te acaricio
por perpetuar el gesto que se desvanece
besarte
o acaudalar todos los silencios
observo
y tu cuerpo se ofrece
y el delirio
te presiento
tras esta fuerza
sin cauce
La distancia
olvidó ya su causa
Acaso la noche te tenga
perdido
en una ensoñación cualquiera.
Tal vez el cansancio
te invada
como la benevolencia.
Mientras
el tiempo inasible
reconstruye paso a paso
la vida.
Ajena a esta suerte
reinvento siquiera un gesto
detenida en un cuerpo amigo.
Los instantes reaparecen
uno tras otro,
intangibles.
Acaso la noche te tenga...
perdida
intento asimilar
tanta gracia.
Besarte largamente
sin fin
reinventar el roce
y libar la ternura
poco a poco
encontrar tus labios
que sin pausa
logran el compás
más acorde.
Presentir juntos.
Detenerse
en todas las palabras.
Incluso los adalides
huyan a las montañas,
en busca
de los más intrincados senderos
para sobrevivir.
Quizá las musas
que en un tiempo
inundaron
todos los pasadizos de la palabra
reaparezcan.
Siquiera el profundo enigma
del amor
siga creando oquedades.
Entonces,
la búsqueda inmediata,
la conversación sincera
los naufragios
llevados a buen puerto
donde reposados,
deambular por ellos,
adentrarnos
con el mejor propósito
hasta sus últimos hálitos.
Tras todo,
la vida
que indolente
nos ofrecerá sus días
y el arduo deber
de darle significado.
SUSANA ALFONSO
FUEGO ETERNO
Olvidemos las pasiones eternas
transitemos las sonrisas efímeras,
los encuentros inconstantes,
los vértigos repentinos,
deslicémonos por esas otras pasiones desatadas
aquellas que nos liberan y esclavizan al mismo tiempo.
Olvidemos las pasiones eternas
y sumerjámonos en la pasión más incontrolable
que podamos ensoñar jamás.
Vivamos el fuego eterno de la pasión
ahoguémonos en el amanecer de sus ojos
en la sinuosa y repentina mirada de la felicidad
asomándonos al precipicio del amor, una vez más.
Vivamos las estrategias inesperadas del placer
abandonándonos a la locura del deseo
a la inquietud del mañana
consumiéndonos en el fuego eterno de la pasión.
Absorbamos el elixir que abrasa el alma
aprehendamos el roce que desconcierta nuestro ser
ardamos en las llamas de la fascinación
en la inestabilidad de la confusión
y dejemos deslizarse por nuestro interior
el hormigueo de la aventura.
Y así, rondaremos los límites de lo prohibido
franquearemos el erotismo de los cuerpos
la excitación de los espíritus
enajenándonos en el fuego eterno, de la Pasión.
ESPACIOS DE TIEMPO ROBADOS AL TIEMPO
No deseo momentos robados al tiempo,
ratos perdidos, ocasiones de ocio.
Quiero la plenitud de tu ser y para siempre.
Quiero sentir que me perteneces y que yo te pertenezco a tí.
Pero sólo podemos poseernos en intervalos cortos;
sin promesas ni esperanzas, ni alegrías, ni llantos.
Simplemente, espacios de tiempo robados al tiempo.