Prologo de D. Angel López
García-Molins
a las II Jornadas Internacionales
de Rusística
Como Director del Departament de Teoria dels Llenguatges de la Universitat
de València quiero expresar mi satisfacción por el éxito
de estas II Jornadas Internacionales de Rusística. Parece
que la cultura española empieza a no estar condenada al triste sino
de las visiones de campanario y del desinterés por todo lo que trasciende
nuestras fronteras. Fuera de Madrid y de Barcelona hasta hace muy poco
las universidades españolas no solían estudiar lenguas extranjeras
modernas distintas de los cuatro idiomas (inglés, francés,
alemán e italiano) que se imparten en el Bachillerato. También
es verdad que las lenguas clásicas tampoco abundaban: latín,
griego, algo de árabe o de hebreo clásicos y poco más.
Este panorama ha ido cambiando conforme se abrían Facultades de
Traducción e Interpretación, un poco por todas partes. Así
se llegó a que en algunas ciudades en las que la enseñanza
de segundas lenguas gozaba de tradición - Granada y Salamanca sobre
todo, además de las dos grandes capitales - empezaron a surgir idiomas
importantes, que sustentan una vasta cultura y que cuentan con millones
de hablantes: chino, japonés, ruso. En este panorama aperturista
no podía faltar Valencia, la tercera ciudad española y seguramente
la primera en la que la mezcla de lenguas de eso que ahora se llama Europa
fue algo habitual en sus calles y mercados, según refleja el teatro
medieval y renacentista. Sin embargo, no ha sido fácil. Privados
en su momento de una Facultad de Traducción e Interpretación,
por incomprensible dejadez de quienes debieran haberla aprobado y promovido,
nos hemos encontrado con que este tipo de centro ya existe en las universidades
de Castellón y de Alicante, por lo que la Administración
sigue manteniéndose tan reticente a concederla en Valencia como
hace años. Sin embargo, el mercado, en lo fundamental, está
aquí, los estudiantes, también. Así que la historia
de estos estudios en Valencia ha sido un caso de puro voluntarismo. Desde
el Decanato dc la Facultad de Filología se logró la contratación
de una profesora de ruso. Esta profesora resultó ser un ciclón
humano que, lejos de conformarse con un modesto pasar académico,
empezó a entusiasmar a los alumnos por la lengua de Pushkin, a reclamar
nuevas dotaciones a soñar ( !) ... con una especialidad de Filología
Eslava. Muchos creyeron que estaba -estábamos- poniendo el carro
delante de los bueyes. Es posible. Lo cierto es que la matrícula
creció, que hubo nuevos profesores y que hoy estamos más
cerca que nunca de ofrecer estudios de Rusística en nuestra universidad.
Estas Actas son la mejor prueba de ello. Desde luego, no le faltará
a la sección de Ruso el apoyo del Departamento para que dicho proyecto
se haga pronto realidad.