Los cucos de Villavaliente

Utilizando la técnica de la piedra seca, se han construido una amplia gama de refugios y albergues temporales conocidos con diferentes nombres según zonas (cucos, bombos, chozos, etc). Estas construcciones tienen gran valor etnológico e histórico. Son una respuesta a la necesidad de refugio para hombres y animales, y nos hablan de la manera de trabajar y subsistir de sus gentes.No es una arquitectura monumental y a veces se considera de segunda fila, pero representa el trabajo y el esfuerzo realizado  para sobrevivir. Por eso debe hacerse todo lo posible para conservarlas. La provincia de Albacete cuenta con un amplio conjunto de ejemplares que podemos encontrar desde Villarrobledo al oeste hasta la parte más oriental de Alatoz.

Estas construcciones nacieron a partir del Neolítico, cuando las comunidades humanas dejan de ser exclusivamente cazadoras y relolectoras y se convierten en agricultores y ganaderos con la necesidad de asentarse en un determinado lugar para desarrollar sus actividades encaminadas a obtener los recursos necesarios que aseguren la subsistencia. Una vez proyectadas, se han reproducido en el transcurso de los siglos como soluciones definitivas.

Se suelen construir sobre partidas rurales alejadas de los núcleos habitados y, normalmente, coincidiendo con épocas de expansión económica o ligadas a la generalización del monocultivo. El por qué de los cucos está ligado a actividades como la agricultura y la ganadería. El agricultor limpiaba el campo de piedras para mejorarlo y las depositaba en las lindes. De ahí la utilización de la piedra como material de construcción. Utilizan este material, sin más recursos que la propia piedra y una gran habilidad.

Estas construcciones están hechas con técnicas muy primitivas. Casi todas son de forma circular, construidas con piedras encajadas en seco sin utilizar ninguna clase de material de unión o cubiertas con una falsa bóveda realizada por aproximación de hileras de piedra.

Los bloques se aglutinan por su propio peso, recurriendo al perfecto anclado de cada pieza inmovilizándolas por medio de cuñas. Es una antigua tradición que afortunadamente ha pervivido a lo largo de los siglos.

Las utilidades de estas construcciones son diversas. Servían como refugio para agricultores y ganaderos, como pesebres para las bestias, para cubrir un pozo e incluso, a veces, se les adosaba un corral para el ganado mientras que el interior se dedicaba al hogar y a los camastros.

A menudo, los lienzos murales de piedra seca se blanqueaban con cal. Era una medida higiénica relacionada con su utilización estacional, para evitar la presencia de insectos entre las juntas abiertas de las piedras.

En la foto, una muestra de un aljibe/cuco.  Está situado en las orillas del pueblo (en el camino de la sierra). Es de grandes dimensiones, superando los 7 metros de altura y los 5,80 de diámetro exterior. En el interior hay un depósito bajo el nivel del suelo que recibe el agua a través de una tronera que sirve de boca de entrada. Se utilizaba para dar de beber al ganado. (De la galería de fotos corresponden a este cuco las fotos 1 a 5).

LOS POZOS

En la comarca manchega, de vez en cuando, se ven aparecer los famosos y variados pozos, unas veces junto a casillas, otras junto a los cucos, caminos, rastrojos,... También en las casas particulares había, y sigue habiendo, pozos (muchos de ellos ya tapados o, cuando menos en desuso). Los pozos eran construidos por hombres llamados poceros. A base de pico y pala se empezaban desde la superficie de la tierra hacia abajo de forma cilíndrica. Cavaban y sacaban la tierra hasta llegar a los veneros del rico elemento si se trataba de un pozo manantial o bien se le daba la profundidad deseada cuando se trataba de pozos que recogían el agua de lluvia. En este segundo caso el fondo del pozo era mucho más ancho que el cuello. A ras de suelo, se construía artesanalmente el brocal, bien a base de piedra de sillería o con piedras unidas con cal y arena y a veces solamente barro. Sobre el brocal, unas veces cubierto y otras no, se pondría en el lugar correspondiente una traviesa o soporte, del cual pendiera la garrucha, deslizándose sobre ella la cuerda acompañada bien de un cubo de goma o cinc.

A simple vista son pequeñas e insignes construcciones, pero los antiguos saben y tienen muy claro el bien que han realizado a personas, animales y plantas. Bien lo saben los pastores, caminantes, agricultores, carreteros, muleros, guardas, cazadores, etc. y un sin fin de personas más, que al llegar y servirse de ellos, han saciado su sed y refrescado el gaznate.

Es seguro que los pozos habrán sido testigos de todo tipo de charlas, chistes, comentarios, dimes, diretes y chascarrillos. Seguro que habrán soportado tramas y complots; las pesadas charlas de algunas celestinas y viejas trotaconventos. También habrán sido testigos de alguna hermosa declaración de amor.

Evidentemente han sido cámaras ocultas del caminar de la vida. Pero han dado al ser vivo en general una de las cosas más preciadas, necesarias y vitales en estos lugar: El Agua.

En Villavaliente hay todavía un buen número de este tipo de construcciones que aún se pueden ver. A continuación una galería de fotos con unos buenos ejemplos de construcción en piedra seca (cucos, bombos, pozos) diseminados por todo el término municipal.