MARTIN BUBER

EL FILÓSOFO DEL DIÁLOGO

Por

Isidro Rodriguez

 

 

 

 

 

 

 

  

  

 

 

1.-ESBOZO BIBLIOGRÁFICO Y CONTEXTO HISTÓRICO.

 

 

·        Nace 18 de febrero de 1878 en Viena

 

·        1881 se separan los padres y vive con su abuelo Salomón Buber (estudioso de la tradición hebraica midrashica).

 

·        Fue alumno de W. Dilthey y empieza su amistad con Theodor Helz y se adhiere al movimiento sionista. Unos años después muestra su discrepancia con este movimiento.

 

·        1889 conoce a Paula Winkler su futura esposa.

 

·        Publica en “Die Welt” y funda la Jüdische Verlag. Entra en el círculo de Viena Franz Kafka, Max Brod, Hugo Dergman...

 

·        1906-09 Publica “Las historias del Rabino Nachman, las leyendas del Baalschen y Confesiones extáticas” obras todas ellas de carácter místico religiosas.

 

·        1913 Beber entra en contacto en Póstuma con varios intelectuales Pau Bjene, Henri Bord etc. Y proyectan la constitución de un círculo intelectual para “la promoción de la colaboración internacional y la unidad de los pueblos” aborta por el estallido de la 1ª guerra mundial

 

·        1914 Publica “Daniel: diálogo sobre la realización”

 

·        1923 Publica “Ich un Du” (Yo y tú) su obra más conocida y la que expresa mejor su pensamiento dialógico, reelaborada en 1926 “Conservaciones sobre lo educativo”. Es nombrado profesor en la “Frei Jüdische Lehrhaus de Frankfurt y comienza a impartir historia de las religiones y ética en la universidad de esta ciudad.

 

·        Publica “Realeza de Dios” y empieza un proyecto más amplio “Lo

·        Venidero: investigaciones sobre la formación histórica de la fe mesiánica” y “El ungido” 2º parte inconclusa por el advenimiento del nazismo.

 

·        1935 Régimen nazi le prohibe hablar en público

 

·        1938 Se traslada a Jerusalén y ocupa la cátedra de sociología general en la universidad Hebrea. Potencia su presencia en la asociación en Berit Shalom

 

·        1943 Aparece su obra de Antropología filosófica “Das Problem des Mencschen” (El problema del hombre)

 

·        1945 Ve la luz su obra Moses (Moisés) en la que Buber reconstruye la figura histórica de Moisés en polémica con Eduard Meyer, que había negado la posibilidad de tal reconstrucción.

 

·        1946 Sale un nuevo libro “Palestina, un estado binacional”. En este libro plantea el proyecto de un estado árabe y judío en Palestina, proyecto que servirá de base al movimiento Ichud.

 

·        1950 Edita otro libro “Dos modos de fe” obra en la que Buber trata de la relación entre judaísmo y cristianismo; así como su preocupación por superar incomprensiones tradicionales en esta relación. Además publica “Caminos de utopía” y “la vía del hombre a la doctrina hasídica”

 

·        1962-64 Cuida él mismo una edición completa de su obra en tres grandes volúmenes: a- Escritos sobre filosofía b-Escritos sobre la Biblia y c- Escritos sobre el Hasidismo.

 

·        1965- Muere en Jerusalén el 12 de junio.

 

 

2.-CONTEXTO INTELECTUAL

 

 

2.1- Buber y el Judaísmo

 

A Buber no se le comprende si no se le sitúa en los ambientes intelectuales judíos de inicio de siglo y la polémica entre los asimilicionistas y defensores de la vitalidad espiritual de la tradición hebraica (midrashica). Pero sobre todo es a la potente capacidad de su obra para lograr que el judaísmo, como pensamiento y forma de vida, volviera a ofrecer una perspectiva ideológica y ética productivas frente  a los problemas y acontecimientos más importantes del momento.

 

Pero es el descubrimiento del Hasidismo[1]  lo que marca en el joven Buber su relación tan íntima y personal con el judaísmo que dedicó toda su vida a difundir y facilitar la comprensión de su mensaje. Es cierto que el joven Buber es desde luego judío y esta perspectiva místico-política con sus tres elementos básicos; el componente nacional(salvación del pueblo), el componente social (persona y comunidad se armonizan) y el componente religioso.

 

 

 

 

 

 

 

“La esencia del judaísmo no radica en lo religioso ni en lo ético, sino en la unidad de ambos elemento... El principio nacional constituye lo material, el principio social es la tarea formal, ambos se unen en la idea de que hay que configurar el pueblo como verdadera comunidad de hombres, como una comunidad sagrada. El nacionalismo como institución vital aislada y el socialismo como institución social aislada le son igualmente extrañas al judío puro”[2]

 

Pero es sobre todo la crisis abierta en la filosofía occidental con su separación radical entre el mundo y Dios, esta separación tan traumática entre lo sagrado y lo profano  es de tal magnitud que ambas esferas quedan profundamente afectadas en cuanto a su significado y su valor. El mundo sin Dios, queda reducido a mundo que se agota en sus apariencias pasajeras; no hay sitios para ideales o normas transcendentes capaces de guiarnos y conformarnos a ellos. Y Dios sin el mundo deviene en un puro producto de la fantasía, una quimera sin contacto alguno con la realidad y falsean la trágica seriedad existencial del hombre.

 

Así que esboza una respuesta y reelabora el mensaje central del hassidismo sobre el poder cósmico-metacósmico del hombre y su responsabilidad en el misterio de la redención.

 

“Creo que la redención del mundo no se ha realizado hace diecinueve siglos. Seguimos viviendo en un mundo no logrado, y esperamos la redención de este mundo mientras cada uno de nosotros es llamado a participar en esta obra de la redención. Israel es esta comunidad de hombres que mantienen en el mundo esta auténtica esperanza mesiánica y ello incluso cuando muchas veces los judíos mismos se han mostrado infieles a esa esperanza. Esto es lo que es Israel y lo que seguirá siendo hasta el fin de la historia. Y como Israel tiene un papel que jugar en el advenimiento del fin, debe mantener su fe en la venida del reino, es decir, la fe de que el mundo no está aún logrado y que la redención es todavía objeto de esperanza. Esta es la fe de Israel: la redención del mundo es el cumplimiento de la creación.”[3]

 

 

2.2- Buber y la filosofía

 

Otra de las corrientes filosóficas cercanas al personalismo es la “filosofía del diálogo”; es un grupo de filósofos que centraron en el tema de la palabra diálogo y sobre todo, la relación entre las personas. Entre los personajes de esta corriente están Ferdinand Ebner cuyas claves de interpretación están en los hechos y conceptos del amor y la palabra, Emmanuel Lévinas con su teoría del rostro.

 

Pero en la formación y desarrollo de su doctrina filosófica intervienen figuras del pensamiento de su época;  tuvo como maestro a Dilthey y Husserl y un compañero de estudios y amigos como Max Scheler, von Hildebrand, y Martín Heidegger.

 

A Buber sobre todo le interesa el método fenomenológico, que consiste ponerse frente a la realidad eliminando todos los prejuicios y visiones preconcebidas para intentar ver lo que la realidad presentaba.  Esto implica que el conocimiento es intencional y objetivo y esencialmente era similar para todos. He aquí un texto que puede servirnos de referencia:

 

“La relación con el Tú es inmediata. Entre el Yo y el Tú no media ningún sistema conceptual, ninguna presencia y ninguna fantasía; y la memoria misma se transforma, pues desde su aislamiento se precipita en la totalidad. Entre el yo y el Tú no media ninguna finalidad, ningún deseo y ninguna antelación; y el anhelo mismo cambia puesto que pasa del sueño a la manifestación. Toda mediación es un obstáculo. Sólo donde toda mediación se ha desmoronado acontece el encuentro.

 

Ante la inmediatez de la relación todo lo mediato resulta insignificante. Igualmente resulta insignificante que mi Tú sea ya el Ello de otros Yo (<<objeto de experiencia común>>) o que sólo- precisamente por la repercusión de la acción de mi ser pueda llegar a serlo. Pues la auténtica línea de demarcación, por lo demás móvil, fluctuante, no pasa entre la experiencia y la no-experiencia, ni entre lo dado y lo no-dado, ni entre el mundo del ser y el mundo del valor, sino transversalmente por todos los dominios que están entre el Tú y el Ello: Entre la actualidad y el objeto.”[4]

 

 

Aunque Buber dice que el conocimiento objetivo y lógico no puede ser considerado como la actividad espiritual por excelencia sino que es preciso reinventar otro tipo de relación más inmediata y previa a la relación de objetivación, en las que se despliegan y cumplen las potencialidades distintivas de lo humano “Debo repetirlo una vez más – en un homenaje que se le tributa- no tengo ninguna doctrina sólo indico algo, indico sólo la realidad. Indico algo que realmente no ha sido, o ha sido en parte, observado. Tomo la mano al que me escucha y lo acompaño a la ventana. Abro la ventana y señalo lo que está fuera. No tengo nada que enseñar, sino únicamente inicio un diálogo.”

 

 

3.-PENSAMIENTO DE  MARTIN BUBER.

 

 

3.1- ICH und DU (Yo y Tú)

 

La aportación que Buber ha legado a las futuras generaciones de hombres y mujeres es concepción dialógica de la realidad pero sobre todo del hombre. Diálogo que el hombre establece en dos dimensiones distintas la relación Yo-Tú que es inmediata y se caracteriza tener lugar como presencia de ser a ser es decir, persona a persona.

 

“En el diálogo auténtico uno se vuelve hacia su interlocutor y se dirige a él de verdad: es, pues, un movimiento del ser hacia él. Cada uno de los que hablan ven aquí en su interlocutor a quien se dirige a su ser persona... Pero el que habla no sólo percibe a la persona que le es así presente, sino que también la acepta como interlocutor, es decir, confirma, en la medida, que le es posible, al otro en su ser.”

 

 

La palabra presente tiene un significado de permanencia y no de “ahora” en el sentido del instante matemático.  Sin embargo en la relación Yo-ello no cabe el presente, pues los objetos que el individuo “conoce” y utiliza están en el tiempo que pasa.

 

El ser humano es un ser para relacionarse que se afirma y crece en una triple relación: con los demás hombres (yo-tú) con el mundo (yo-ello) y con Dios (yo-Tú).

 

“ Tres son las esferas en las que se alcanza el mundo de la relación.  La primera: La vida con la naturaleza. Allí la relación oscila en la oscuridad y por debajo del nivel lingüístico. Las criaturas se mueven ante nosotros, y nuestro decirles -Tú se queda en el umbral del lenguaje. La segunda: la vida con el ser humano. Allí la relación es clara y lingüística. Podemos dar y aceptar al Tú. La tercera: La vida con los seres espirituales. Allí la relación está envuelta en nubes pero manifestándose, sin lenguaje aunque generando lenguaje. No percibimos ningún Tú, y sin embargo nos sentimos interpelados y respondemos imaginando, pensando, actuando. Decimos con nuestro ser la palabra básica sin poder decir Tú con nuestros labios. Pero ¿Cómo podríamos nosotros integrar lo extralingüístico en el mundo de la palabra básica?.

En cada una de las esferas avistamos la orla del tú eterno gracias a todo lo que se nos va haciendo presente, en todo ello percibimos un soplo que llega de Él, en cada Tú dirigimos la palabra a lo eterno, en cada esfera a su manera.”[5]

 

 La relación con el mundo es sólo una relación con el “ello”; el yo se afirma como sujeto que conoce y quiere frente al objeto que tiene delante. “En fin, con toda la seriedad de la verdad, escucha esto: sin el Ello no puede vivir el ser humano. Pero quien vive solamente con el ello no es ser humano”.

 

La relación con los demás hombres es mucho más; el yo encuentra un tú; El encuentro personal es el que verdaderamente abra todas las dimensiones espirituales y nos constituye como personas. El hombre puede decir yo en un sentido personal, cuando tiene delante un tú “Quién dice un tú se sitúa en la relación”. El yo no se da sólo se da siempre ante tú. Y el tú fundamental de todos los hombres es Dios.

 

Aquí es donde aparece la última de las relaciones del yo, cuando el yo intuye que su relación con otro tú  como él limitado y finito, hay una nostalgia de Dios (Tú) “en cada tú, nos dirigimos al Tú eterno”; “El sentido del tú. no pude saciarse hasta que encuentra al Tú infinito”. En cada tú hay anhelo de plenitud que sólo el Tú eterno puede colmar. Por eso Tú es el nombre adecuado de Dios.

 

“A los sentimientos se les “tiene”; el amor ocurre. Los sentimientos habitan en el ser humano; pero el ser humano habita en su amor. Esto no es una metáfora, sino la realidad: El amor no se adhiere al Yo como si tuviese al Tú como “contenido”, como objeto, sino que está entre tú y yo. Quien no sepa esto, quien no lo sepa con todo su ser, no conoce el amor, aunque atribuya al amor los sentimientos que vive, experimenta, que goza y exterioriza. El amor es una acción cósmica. A quien habita en el amor, a quien contempla en el amor, a ése los seres humanos se le aparecen fuera de su enmarañamiento en el engranaje; buenos y malos, sabios y necios, bellos y feos, uno tras otro, se le aparecen realmente y como un Tú, es decir, con existencia individualizada, autónoma, única y erguida; de vez en cuando surge maravillosamente una realidad exclusiva, y entonces la persona puede actuar, puede ayudar, sanar, educar, elevar, liberar. El amor es responsabilidad de un yo por un tú:  en esto consiste la igualdad (y no ningún tipo de sentimiento) de todos lo que se aman, desde el más pequeño hasta el más grande, y desde el anímicamente guarecido, aquel cuya vida se halla incluida en la de un ser amado, hasta el de por vida escarnecido en la cruz del mundo, aquel que pide y aventura lo tremendo: amar a los seres humanos”[6]

 

 

 

 

 

 

 

3.2- “EL ENTRE”

 

El “entre” es una intuición conceptual pero real y verdadera que Buber ubica en la relación entre personas humanas no como solemos situarlo en el interior de los individuos o en un mundo general que abarque a estos y los determine sino en el mismo hecho del “entre”. No es una expresión que el autor le viniera bien situar “hic et nunc” sino lo que realmente da consistencia y lugar a las relaciones entre personas; que se construye al momento de cada relación y encuentro de los seres humanos. Una verdadera lección (es decir que no se repite maquinalmente, ni un resultado ya conocido por el profesor sino una lección que se desarrolla con sorpresas por ambas partes) un abrazo verdadero y no de  pura formalidad, una conversación verdadera etc. En todos los casos lo que esencial y verdadero no ocurre en uno y otro interlocutor ni un espacio neutral ajenos a ellos sino que ocurre el encuentro “entre” los dos que abarca a cada uno de ellos y al cual sólo ellos tienen acceso.

 

“El hecho fundamental de la existencia humana no es el individuo en cuanto tal ni la colectividad en cuanto tal. Ambas cosas consideradas en sí mismas, no pasan por ser formidables abstracciones. El hecho fundamental de la existencia humana es el hombre en cuanto hombre... en él ocurre entre ser y ser algo que no encuentra semejanza en ningún otro rincón de la naturaleza (...) Esta esfera la denomino la esfera del “entre”... únicamente en la relación viva, podemos reconocer inmediatamente la esencia peculiar del hombre” [7]

 

Esta realidad marcará decisiones vitales para futuras generaciones el camino que va más allá del individualismo y del colectivismo. Únicamente cuando el sujeto (individuo) reconozca al otro en toda su alteridad como se reconoce a sí mismo, como hombre, y marche desde este reconocimiento al encuentro del otro habrá roto su soledad en un encuentro riguroso y transformador. Este acontecimiento no puede darse en el individualismo porque el sujeto se reconoce a sí mismo y cree fundamentarse en el ser imaginariamente y el colectivismo la persona se renuncia sí misma. Sólo en el encuentro entre personas se da una auténtica y verdadera relación.

 

3.3- El Diálogo

 

 

“Para que exista un dialogo auténtico deben darse unas características : una conversión hacia el otro (compañero) en cuanto su ser se transforma. Asumo la presencia de mi interlocutor es decir a una aceptación. No significa ya un consentimiento. Pero cuando aun yo esté enfrentado al otro, sin embargo siempre le aceptaré como correlato de un diálogo puro, le diré sí como persona. Por otra parte, cuando su da un auténtico diálogo, el participante debe implicarse a sí mismo. Es decir deberá decir en todo momento lo que piensa en cuanto al objeto del diálogo. Es decir un diálogo no debe estar dispuesto y concluido apriorísticamente, no deberá ser preordenado, pues es el espíritu el que debe marcar el camino.”[8]

 

 

 

 

 

 

Hay muchas formas de comunicación. La más inmediata es el lenguaje, verdadero prodigio de la persona que podemos calificar de milagro. Sólo con una treintena de signos transmitimos al otro lo más profundo y valioso que tenemos y existe dentro de nosotros (ideas, valores, pensamientos, proyectos, sentimientos) con nuestras palabras nos enriquecemos mutuamente, “nos entregamos” el otro y yo; pero si queremos que nuestro diálogo sea fructífero y enriquecedor debemos dejar espacio al silencio para reflexionar, estudiar y orar. De aquí emanará un lenguaje veraz y la verdad hecha palabra genera confianza y una empatía entre los interlocutores.

 

El diálogo requiere también el respeto al otro y a su palabra; sólo si el otro se experimenta respetado como “otro yo” adquiere una conciencia de ser “tú personal”. Sólo si experimenta bondad se confía a la realidad; en definitiva, si el diálogo es auténtico personifica. Y así la comunicación “entre personas”, es más que dialéctica e  intercambio de ideas, es enriquecimiento y “creación de mi propio ser”.

 

“En el diálogo auténtico uno se vuelve hacia su interlocutor y se dirige a él de verdad: es, pues, un movimiento del ser hacia él. Cada uno de los que hablan ven aquí en su interlocutor a quien se dirige su ser persona(...) pero el que habla no percibe sólo a la persona que le es presente, sino que también la acepta como interlocutor, es decir, confirma, en la medida que le es posible, al otro en su ser (...) por otra parte, para que se produzca un diálogo auténtico, cada uno de los que participan en él aportarse en él a sí mismo. Esto es significa que deberá prestarse a decir lo que piensa realmente de aquello de lo que se habla (...) e n cambio, allí donde el diálogo se cumple en su esencia, entre los interlocutores que se han vuelto realmente el uno al otro, que se expresan sin reservas y están libres de cualquier voluntad de aparentar, se produce en su comunidad un memorable estado de fecundidad sin parangón.”[9]

 

 

4.-APORTACIONES A LA FILOSOFÍA POLÍTICA Y DERECHOS HUMANOS.

 

Martin Buber aporta dos ideas esenciales de su filosofía en el contexto histórico en el cual se desarrolla su vida y su pensamiento; dos caminos que hoy día el hombre contemporáneo ha perdido, y debe reencontrar para construir un futuro más clarividente, respetuoso y bien fundamentado; para que el edificio de los derechos humanos no se derrumbe en las continuas convulsiones y ataques que el hombre con su libertad y olvido de lo transcendental arremete contra los derechos humanos.

 

La visión comunitaria: una comunidad de espiritual; es una comunidad de esfuerzo es decir una comunidad que se proyecta a futuro en sus ideales, donde las relaciones yo-tú superan las categorías meramente económicas, políticas e ideológicas, en definitiva una comunidad que tiene un proyecto común de vida, de existencia y de ser.

 

 

 

 

 

 

 

“A causa de su sentido vital, es preciso apartar de la idea de comunidad toda sentimentalidad, toda exageración y exaltación. La comunidad no es nunca un estado de ánimo, y aún en el caso de que sea sentimiento, es siempre sentimiento de una organización. Comunidad es la organización interior de una vida común que conoce y abarca el cálculo seco, el azar rebelde, la preocupación, amenazante. Es comunidad de espíritu. Es comunidad de esfuerzo y, sólo desde ahí, comunidad de salvación... Sin duda la esencia genuina de la comunidad debe buscarse en el hecho, notorio o ignoto, de que tiene un centro. La génesis de la comunidad sólo puede comprenderse teniendo en cuenta que sus miembros tienen una relación común con el centro superior a todas las demás relaciones: el círculo es trazado por los radios, no por los puntos de la periferia. Y la pristinidad del centro no puede conocerse si no se reconoce como transparente hacia lo divino”[10] 

 

Por otra parte el encuentro como alternativa a las dos corrientes filosóficas-políticas imperantes en su tiempo. El individualismo, hablando de modo general, daba tanta importancia a la persona singular que no atendía a la colectividad; y el colectivismo (versión marxista o versión fascista) daba tanta importancia a lo colectivo que subordina la persona a la colectividad. 

 

Es aquí donde surge la filosofía del encuentro como brote de una verdadera esperanza. Quien ama dice espero de ti y para nosotros, porque lo que se espera atañe siempre al que espera y aquel de quien se espera. Es un nuevo modo de intercomunicación humana y de personalización.

 

“Ambas concepciones de la vida, el individualismo moderno y el colectivismo moderno, por muy diferentes que sus otras causas puedan ser, son, en lo esencial, el resultado de la manifestación de una situación humana pareja, sólo que en etapas diferentes(...) En el individualismo la persona humana se empeña en afirmara esta situación, en revestir al de una meditación positiva, de una amor fati universal... el individuo moderno posee, esencialmente, un fundamento imaginario. Este carácter imaginario representa su talón de Aquiles, porque la imaginación no alcanza a dominar de hecho la situación dada.

La segunda reacción, el colectivismo, se produce en lo esencial como consecuencia del fracaso de la primera... ya no hay motivo alguno para la angustia vital, puesto que basta acomodarse “en la voluntad general” y abandonara la responsabilidad propia ante la existencia, que se ha hecho demasiado complicada, en manos de la responsabilidad colectiva, que se muestra en manos a la altura de todas las complicaciones(...)

 

El encuentro del hombre consigo mismo, sólo posible, y, al mismo tiempo, inevitable, una vez acabado el reinado de la imaginación y de la ilusión, no podrá verificarse sino como encuentro del individuo con sus compañeros, y tendrá que realizarse así. Únicamente cuando el individuo reconozca al otro en toda su alteridad como se reconoce a sí mismo, como hombre, y marche desde este reconocimiento a penetrar en el otro, habrá quebrantado su soledad en un encuentro riguroso y transformador”[11]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5.-CONCLUSIÓN

 

No quisiera concluir sin otear el futuro con una mirada desde la óptica de la filosofía personalista donde de alguna manera podemos encuadrar a nuestro autor; y mirar hacia el futuro es hablar de esperanza, ésta fundamentada en los sólidos cimientos del verdadero amor a la persona humana; mirada que implica un compromiso con el otro en la creación de un nuevo modelo de sociedad, de civilización de justicia y amor. Sólo cuando yo-tú nos dediquemos a vivir la ayuda, el servicio, la compresión, la aceptación, el respeto para con todos crearemos ámbitos de convivencia; esta convivencia se hará en la ética del amor; ética liberadora y constructora de esta nueva comunidad humana, porque amor y persona van unidos intrínsecamente. El que hace que el tú sea fuente y no un límite del yo; el otro ya no es un infierno para mí. El yo que ama y quiere ante todo el desarrollo del tú. Y así constituimos el nosotros que supera al nosotros de utilidad y similitud. “Si acertamos a comprenderlo como el ser en cuya dialógica, en cuyo “estar-dos-en-reciproca-presencia” se realiza y se reconoce cada vez el encuentro del “uno” con el “otro.” 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

 

 

·        Buber M., Yo y tú, trad. Cas. Carlos Díaz, Caparrós, Madrid 1993

 

·        Buber M., ¿Qué es el hombre?, F.C.E. México 1949

 

·        Sánchez Meca, D., Buber, Ediciones del Orto, Madrid 1997

 

·        Sánchez Meca, D., Martin Buber, Herder,  Barcelona 1984

 

·        Burgos, J.M., El personalismo, Ediciones Palabra, Madrid 2000

 

·        Laín Entralgo, P., Teoría y realidad del otro, Alianza, Madrid 198

 

·        Díaz, C., Introducción al pensamiento de Martin Buber, I.E.M. Madrid 1990

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

[1] El hasidismo(movimiento místico fundado por Samuel Hassid en el siglo XII) es una doctrina religiosa herética respecto al judaísmo ortodoxo, que alcanza su apogeo en el siglo XVIII entre ciertos ghetos  judíos de Polonia y Rusia. Su planteamiento teórico se fundamenta en tres pilares: 1- presencia inmediata de Dios en el mundo por Él creado. Dios está más cerca del universo y del hombre que el alma humana del cuerpo. 2- La piedad mística de la persona individual no excluye una intensa vida comunitaria. El hassid (hombre piadoso) debe ser guía y maestro y buscar el bien de la comunidad. 3- En cuanto a la relación  entre el hombre y Dios se concede importancia especial “al esfuerzo personal” (Hithazkuth) por aproximarse a lo divino y la entusiasmo extático que permite lograr l a comunión mística.

[2] Buber, M. Sionismo y universalidad. Ediciones porteñas. Buenos Aires, 1978.

[3]  Buber, M On judaism, Schocken Books, New York 1967, pg 47

[4] Buber, M. Yo y Tú, Caparrós editores, Madrid 1993, pp17-18

[5] Buber, M. Yo y Tú, ed. cit., pp. 14-15

[6] Buber, M. Yo y Tú, ed. cit., pp.20-21

[7] Buber, M. ¿Qué es le hombre?, ed. Fondo de Cultura Económica, México 1949

[8] Díaz, C. Introducción al pensamiento de Martin Buber, I.E.M; Madri 1990

[9] Buber, M. Elemente des Zwischenmenschilchen, en Das dialogische Prinzp, ed. Lambert Schneider, Heidelberg 1979, pp. 293-294

[10] Buber, M. Caminos de utopía, trad. J. Rovira Armengol, F.C.E., México 1996 pg. 198

[11] Buber, M. ¿Qué es el hombre?, ed. cit., pp. 142-145

 

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