La materia médica en los siglos XVII y XVIII
En el campo de la terapéutica siguieron vigentes en el siglo XVIII las prácticas tradicionales como la sangría, los clísteres y la purgación. Continuaron usándose las sustancias introducidas durante las centurias anteriores, tanto vegetales como el guayaco, la quina, la ipecacuana, etc., como minerales (derivados del mercurio, el arsénico, el plomo, etc). Siguió en continua pujanza la tendencia hipocratista que se reflejó en el escepticismo terapéutico y en la confianza en el poder sanador de la Naturaleza. Sin embargo, las tendecias sistematizadoras que significaron algo para otras ramas de la medicina, en la de la terapéutica no supusieron nada nuevo. El eclecticismo, una especie de mezcla de iatroquímica y de prácticas galénicas, interpretadas en parte sobre las bases de la patología humoral y en parte sobre las de una patología de sólidos, dominó el panorama curativo. La Ilustración heredó una polifarmacia, agresiva muchas veces, que los médicos empezaron a mirar con recelo.

Hubo, no obstante, elementos de interés. La eliminación de medicamentos ineficaces de las farmacopeas, por un lado, y el examen sin prejucios de drogas de uso popular, por el otro. Thomas Fowler, por ejemplo, no tuvo inconveniente en usar arsénico para tratar las fiebres (licor arsenical de Fowler). Thomas Percival empleó el aceite de hígado de bacalao, un remedio popular escandinavo, para curar el reumatismo y las escrófulas. También fueron objeto de interés el ergot y la belladona. El caso más paradigmático fue el de la digital.

Digital (Digitalis purpurea L.)
Los clásicos desconocieron esta planta, que fue descrita por vez primera, aunque de forma confusa, por Leonard Fuchs (siglo XVI). Sus propiedades medicinales no fueron conocidas hasta el siglo XVIII en que W. Withering la presentó como un medicamento heróico contra la hidropesía. Durante la primera mitad del siglo XIX, Orfila estudió sus propiedades venenosas por las que fue muy conocida. A partir de 1850 comenzó a usarse ampliamente como diurético, antiasmático y cardiotónico. También en estos años se aisló por primera vez la digitalina amorfa por Homolle y Quévenne y la digitalina cristalizada por Nativelle.
En 1875, tras varios años de rigurosos estudios, Schmiedeberg publicó un trabajo en el que diferenciaba ya los cuatro alcaloides de la digital: la digitonina, la digitalina amorfa, la digitoxina y la digitalina cristalizada.
Una de las primeras representaciones de la Digitalis purpurea L., especie botánica desconocida en la Antigüedad y descrita a mediados del siglo XVI, fue la que figura en el Códice Pomar (ca.1590), donado por Felipe II a Jaime Honorato Pomar, catedrático de "herbes" (botánica médica) de la Universidad de Valencia.

Texto sobre la digital

Jaime Honorato Pomar