Edith Calmar (1911-2003) fue la primera
mujer en Noruega en realizar un largometraje. La
muerte es una caricia (Døden er et kjaertegn, 1949)
causó una gran sensación, también por su
temática. Trata de una mujer agresiva, que busca sexo y
hacer lo que ella quiere. Por supuesto tiene un final fatal. Durante
10 años logró hacer diez películas de comedias
y melodramas. Todas a excepción de una fueron producidas
por su marido Otto Calmar. La directora noruega siempre afirmó
que no fue una feminista, que lo único que quería
hacer era lo que sabía hacer mejor, contar historias. Edith
Calmar descubrió el talento de Liv
Ullman cuando en 1957 le dio con 17 años un pequeño
papel en uno de sus filmes y dos años más tarde
en lo que sería su última película Mujer rebelde (Ung flukt) ya como protagonista
principal.