RADIOGRAFÍA DE LA HISTORIA

De las cosas más apasionantes y apasionadas que pueden existir para todos los que de una u otra manera nos dedicamos, profesional, ocasional o vocacionalmente, al duro oficio de historiar, no existe otra cuestión más primordial que el estudio de las mismas entrañas de la propia historia, la historiografía.

Y eso que reconozco que cuando el prestigioso Dr. Pedro Ruiz realizaba sus diatribas no supe sacarle todo el jugo a éstas, sus precisas y certeras enseñanzas. De ahí que ahora me sienta un poco en deuda con él y como reconocimiento de su gran labor le dedique estas cortas líneas.

Lo cierto es que desde el principio de los tiempos los cronistas y estudiosos se afanaron por mostrar los hechos acontecidos en su época de una forma un tanto apasionada y con una profunda carga de subjetivismo, llena de prejuicios posiblemente derivados de su propio contexto o presente histórico.

Precisamente durante la Edad Media o la bien llamada edad oscura de la historia de la humanidad las cosas no cambiaron y la historia seguía siendo patrimonio de una élite que pululaba en torno a los círculos de poder. El cronista contaba lo que sus dirigentes querían mostrar.

Esta situación apenas cambió durante buena parte de la época moderna pues el estudio histórico seguía reduciéndose simplemente al estudio político-militar de los hechos acaecidos como guerras, batallas, reyes y reinados, en lo que se ha dado en llamar historia de los acontecimientos o historia política.

Lo cierto es que a pesar de ello comenzó a hacerse notar una notable preocupación por dotar de cierto carácter de ciencia al relato de los hechos históricos.

La historia de los acontecimientos pronto manifestó sus múltiples carencias.

Todo estudiante de historia se encontraba con la ardua tarea de asimilar una larga lista interminable de reyes godos, emperadores romanos, jefes íberos, monarcas egipcios, batallas, guerras, ejércitos, etc que contribuían en gran medida a hacer inaccesible su estudio desde el punto de vista formal y de contenidos.

Será en pleno siglo XIX cuando surja la necesidad de cambiar este rudo aspecto de la historia con la intención de revestirla de cierto carácter social que fuera más accesible a un público amplio.

La historia evenemencial o de los acontecimientos daba paso a una nueva forma de hacer historia.

Una de las corrientes que más trabajaron en este cambio fue la denominada Escuela de Annales, de origen francés que fue fundada por Lucien Febvre y March Bloch tras la publicación de su revista en el año 1929.

Este movimiento arraigó de tal manera que durante más de cuarenta años la forma de historiar iba a cambiar de forma decisiva.

El estudio de Fernand Braudel sobre el Mediterráneo en la época de Felipe II estableció las pautas, directrices y los nuevos derroteros que el estudio de la historia iba a tomar en los nuevos tiempos.

La política daba paso a un estudio más concienzudo de los aspectos económicos, demográficos, geográficos, estadísticos concebidos como un todo a favor de una historia estructural y en contra de la historia política.

Braudel redujo el estudio de la historia a tres tipologías, el estudio de fenómenos de larga duración en el espacio y en el tiempo, de duración media y de corta duración. Su éxito radica en el intento de combinar diversas disciplinas para el estudio de la historia. Su carácter multidisciplinar se convirtió en el eje de la nueva manera de hacer historia.

Era necesario conocer todos los procesos que intervienen en la conformación de las sociedades en las que nos insertamos en cada momento. Por su parte, las consecuencias sociales del proceso de industrialización y del desarrollo del capitalismo añadieron nuevos elementos a esta forma de historiar. Los procesos no podían quedar fuera de los aspectos sociales.

El capitalismo provocaba notables desequilibrios sociales y ello debía conformar un modo diferente de hacer historia, más humanitaria, social y solidaria. Este hecho, a pesar de la superficialidad con la que lo tratamos, supuso el principio del marxismo que en el camino de la metodología se tradujo en el historicismo. La historia al servicio de las masas. La historia como vehículo de denuncia social contra el propio sistema. Sus fundadores fueron Marx y Engels, como todos saben y sus obras principales “Del socialismo científico al socialismo utópico o El Capital” que fueron, han sido y serán motivo de estudio entre los eruditos de la historia.

Su influencia ha sido tal que todavía en las aulas se respira el poso intenso dejado por largos años de andadura en toda Europa.

De hecho, aunque el pensamiento ha podido fracasar lo cierto es que la metodología empleada en el estudio de la historia está siempre presente en multitud de trabajos y comentarios de los especialistas más destacados pero con un matiz, ahora recibe el nombre de revisionismo histórico, postmarxismo, etc.

Lo cierto es que, a estas alturas, nadie puede negar la huella dejada en la historiografía del siglo XX y en la forma de hacer historia, incluso, hasta nuestros días.

* La presente columna de opinión fue publicada en la Revista Colores editada por numerosos medios de prensa regional de nuestro país, en el año 1998-1999.

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