VIDA DESPUÉS DE LA VIDA

Puede parecer tedioso y aburrido caer en el error de explicar el estado de la cuestión sobre el tema que nos ocupa, pues “doctores tiene la iglesia”.

No obstante, lo que pretendo resaltar es mi visión peculiar sobre un tema que preocupa por entero a la humanidad sin distinción y del que nunca se habla o cuando menos se evita, por una tremenda resignación humana a tratarlo.

Todos hemos aceptado que algún día nos hemos de marchar como si nos fueramos al Caribe o nos tomaramos unas vacaciones cuando la realidad es otra o por lo menos diferente a como nos la presentan los entendidos o las religiones, porque convendrán conmigo en que nadie ha regresado para contarnoslo. Nadie ha podido demostrar la existencia de vida después de la vida, al menos tal y como nosotros la conocemos.

El plano astral, la reencarnación, las religiones y otras parafernalias no son más que un intento de dar respuestas al enigma con la intención de calmar la ansiedad humana que nos devora infinitamente.

La situación es angustiosa. Somos corderitos que aceptan su triste final. Sólo la pelicula de reciente fimación “Babe el cerdito valiente” ha parecido despertar la atención de propios y extraños poniendo el dedo en la llaga, “el cerdo piensa” no solo sirve de alimento a nuestros maltrechos michelines y cartucheras sino que piensa y es capaz de ser un habil organizador de granjas.

Salvando las distancias el ser humano debería intentar llegar más lejos y utilizar el privilegio que tiene por encima de los demás animales “el raciocinio, la inteligencia”, el pensamiento y la reflexión, en definitiva. ¿Porqué las trivialidades y preocupaciones diarias de la vida moderna no dejan pensar en un tema tan “banal” como es nuestra propia existencia? y me pregunto yo, ¿que es más importante el bienestar social y material perecedero o la eternidad duradera que nos prometen los entendidos de la vida después de la vida?.

Como resistir a las maravillosas tentaciones de la vida y como decidir no acabar la continua carrera de fondo que nos impone ésta para llegar a la meta final, fatalmente conocida. Claro que, si no se plantearan estas pseudosoluciones calmatorias, un ¡salvese quien pueda! sería lo más comodo, lo que pasa es que el caos social sería apabullante pues si ya estamos demasiado preocupados por lo material ante la desaparición de los valores primigenios de la moral pública se agravaría la busqueda del bienestar material y el enfrentamiento social por conseguir lo terrenal se haría insoportable frente a la riqueza espiritual ofrecida por las religiones.

Realmente ¿podemos contemplar como pasan los años sin pasar a la acción y al intento de desenmascarar las incógnitas cósmicas que atenazan nuestra existencia?. Me parece angustioso y peligroso por la ansiedad que desata en el que se lo plantea pero me resigno a pensar que es un tema tabú que no debe tratarse jamás con la máxima de la resignación: ”el destino está escrito”.

Esas experiencias de los enfermos que fallecen y vuelven a la vida contando que han visto un largo tunel y una luz inmensa o aquellas otras que dicen ser Juana de Arco o María Antonieta ¿que es lo que pretenden?.

La humanidad entera se encuentra perpleja y fascinada ante tanta cuestión paranormal. Generalmente nadie en su sano juicio -salvo los que viven de ello- cree en estos temas y trivializan con una sonrisa diciendo ¡Están locos, hasta donde puede llegar la imaginación humana! pero cuando se les pregunta sobre cualquier suceso paranormal relacionado con la “vida después de la vida” el miedo les brota en el rostro o cuando menos el respeto a lo desconocido y es que “cuando el río suena agua lleva” ¿será verdad?, si fuera así estaríamos todos camino de la anhelada salvación y librados del fuego destructor del averno pues todos haríamos el bien al projimo para conseguirla. Los valores serían otros.

Lo cierto es que desde que era pequeñito me enseñaron que todo efecto lo provoca una causa y que todo tiene una respuesta. Sin embargo, me engañaron. Esto no ha sido así jamás. De que nos sirven tener los mejores sabios de las ciencias o los mejores especialistas en los diferentes países si no saben resolver la cuestión aparentemente tan sencilla como es: ¿a donde nos dirigimos?.

Llaman al timbre supongo que tendré que ir a ver quien es por lo menos me planteo un destino: me dirijo a abrir la puerta. Abro la puerta y es el cobrador del seguro de decesos. Muy oportuno.

Las cosas más triviales se vuelven fundamentales, decía un jóven rockero español y las cosas fundamentales las dejaremos para mañana, digo yo.

* La presente columna de opinión fue publicada en la Revista Colores editada por numerosos medios de prensa regional de nuestro país, en el año 1998-1999.

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